Españoles a la conquista del espacio
La oferta de nuevas plazas para ser astronauta en la Agencia Espacial Europea ha generado un 'boom' de interés y solicitudes, con la Luna y Marte como retos futuros.
La aventura tiene mucho de sueño pero muy poco de marcianada. El mundo afronta una nueva carrera espacial, con la Luna y especialmente Marte en el horizonte, y España no se quiere quedar atrás. Más aún, después de que la Agencia Espacial Europea (ESA) haya revolucionado el ‘mercado laboral’ con su oferta de plazas para formar nuevos astronautas.
Se han recibido 22.589 candidaturas (una cuarta parte, 5.419, mujeres), 1.344 de ellas desde España (299 mujeres), el quinto país por números absolutos, tras gigantes aeronáuticos como Francia o Alemania. La oferta incluye un apartado histórico: el primer astronauta con discapacidad, para lo que se han postulado 257 personas, 13 de ellas españolas.
Un boom que no deja a nadie indiferente. “Nos ha sorprendido a todos, ni la propia ESA lo esperaba”, confiesa Javier Santaolalla, uno de los aspirantes más conocidos por su labor en redes sociales. Los datos explican su asombro: en la ultima convocatoria de 2008 los interesados fueron 8.413, poco más de un tercio en relación a 2021. “Para mí significa más competencia pero como divulgador científico es una grandísima noticia, porque lo achaco al éxito que corre la ciencia en la actualidad”, confiesa.
Hay muchos ‘culpables’ de este éxito de convocatoria, añade Jorge Nicolás-Álvarez, otro de los candidatos y divulgadores científicos en las redes. “Es gracias al gran trabajo de comunicación que se está haciendo por los pequeños divulgadores, las grandes agencias o gente como Elon Musk lanzando un cohete. Entre todos conseguimos que el espacio sea algo más común, y no algo alejado”.
“Para mí sería una auténtica pasada, aunque sé que es extraordinariamente difícil, pero al menos pasar la primera fase sería un sueño cumplido”, asegura por su parte el doctor en Astrofísica Jorge Pla-García, que se quedó fuera en 2008 pero espera que su experiencia —cuatro misiones a Marte, tres de NASA, una de ESA, cuatro másteres, un doctorado o una estancia en EEUU— le de más posibilidades.
Este doctor también coincide en que se “está viviendo un boom en lo que es la carrera espacial”: “Todas estas misiones que han sido tan vistosas, el trabajo de empresas privadas... está teniendo mucha repercusión. También con el retorno del ser humano a la Luna próximamente”. Y añade un nuevo culpable: “Hay un nuevo actor que ha entrado en escena, que es China, con un crecimiento brutal en ciencia espacial que hace que el resto de países compitan con ellos”.
Imaginarse en el espacio es una ilusión que, quien más quien menos, todos hemos tenido pero, evidentemente, no está al alcance de la inmensa mayoría. La ESA busca perfiles muy marcados. De primeras, por DNI; no vale cualquier país, solo de los miembros de la Agencia o sus estados asociados.
A nivel formativo, se exige un máster y al menos tres años de experiencia profesional en campos de ciencia y tecnología, como Medicina, Ingeniería, Matemáticas o Informática, además de un nivel C1 (muy alto) en inglés y un B1-B2 (manejo con soltura) en otras lenguas no nativas. Aparte de estos requisitos, un certificado médico aeronáutico de clase 2, el exigido para pilotos privados, y una serie de intangibles. Se valorará especialmente la disponibilidad para pasar largas temporadas fuera de casa, haber vivido en entornos hostiles, adaptabilidad a un horario muy irregular o tener capacidad para soportar un entrenamiento exigente, en lo físico y en lo psicológico. El puesto bien lo vale.
Una vez los candidatos reciban el email confirmando su primera selección —“tengo el F5 fundido”, bromea Jorge Nicolás—, el proceso se complica. “Son pruebas bastante extensivas, cada fase requiere viajar a Alemania y enfrentarse a una semana de examen. Pruebas físicas, psicotécnicos, mucha carga psicológica y las dos ultimas fases, entrevistas personales”, detalla Javier. Nadie sabrá si ha sido elegido hasta octubre de 2022. Un año largo que para los aspirantes se hará como un año luz.
Objetivo la Luna... como estación de paso
Rara es la conversación ‘espacial’ que no acaba derivando en la Luna y Marte y los tres candidatos son conscientes de esta explosión de interés por ambos asuntos. “Hay un boom con la intención de que el ser humano vuelva a la Luna, Marte ha sido otro impulso fundamental con todos los proyectos que hay abiertos... La carrera espacial ha despuntado y cada vez es más popular, se ve más cercana”, reconoce Santaolalla.
Sin embargo, frena las ansias de los más aventurados. Por ‘cercano’ que se vea, el ‘Planeta Rojo’ sigue estando muy lejos, tanto que “pisar Marte no depende de nadie que esté vivo ahora mismo. Antes hay que realizar mucha más investigación, la radiación, las condiciones de vida. Decir una fecha hoy no tendría sentido”.
“Marte es un objetivo sobre todo político y EEUU, principal impulsor, lo tiene en agenda para la década de 2030, yo creo que se retrasará”, comenta Jorge Nicolás-Álvarez. Asegura que “la tecnología está diseñada, no construida, pero hay que salvar obstáculos muy complejos aún, como la fortísima radiación durante el viaje, para la que se ha propuesto que las naves lleven un muro de agua, por ejemplo”.
Eso sí, recuerda que en su oferta de trabajo, la ESA hablaba de la Luna dentro del programa Artemisa de la NASA, pero aún nada de Marte. “La meta es científica y no se va a meter en guerras políticas”.
Por ahora, el objetivo prioritario es el satélite, que “está aquí al lado”, plantean casi a coro, sabedores del papel que tendrá en la carrera hacia territorio marciano. “La primera misión tripulada será en 2024, simplemente para probar la tecnología que nos podría llevar a Marte y jugando con su cercanía por el hecho de estar a tres-cuatro días y no a meses de distancia”, prosigue Jorge.
“A la Luna ya se ha ido y más pronto que tarde se volverá. Será otro hito y, más allá, una declaración de intenciones”, apunta su colega Javier Santaolalla. “En los 60 se fue para pisarla y volver. Ahora la idea es ir y quedarse, que sea una estación intermedia pero también una fuente de información desde el punto de vista geológico, químico...”.
Pla-García recuerda que NASA quiere “poner a dos seres humanos en la Luna y, al menos, uno de ellos debe ser una mujer, con el objetivo de coger experiencia para la explotación de Marte”. El astrofísico explica que se prevé que el ser humano llegue al planeta rojo “a mediados o finales de la era de los años 30″, pero cree que es una visión “muy optimista” y se decanta más por la década de los 40: “Será un viaje de ida y vuelta. Ir, tocar y volver”.
Un pequeño paso para el hombre... ¿un gran paso para España?
Nadie lo duda. “Nuestra industria está despuntando —en Marte, de hecho, ahora mismo hay tecnología española—, se ha creado una agencia nacional... que alguno de nosotros fuera seleccionado supondría un impulso para atraer más capital y una inspiración para que muchas personas se acercase a la ciencia e impulsar vocaciones científicas”, sostiene Santaolalla.
“Para España sería un notición. Solo hay dos astronautas españoles, Pedro Duque y López Alegría —este adoptó la nacionalidad estadounidense— y sería una muy buena noticia”, añade Pla-García.
Su compañero y rival en esta convocatoria, Jorge Nicolás, va más allá: “Además del interés social, que ya se ha visto en países como Francia y otros francófonos, con mucha demanda gracias al papel de un conocido astronauta galo, Thomas Pesquet, significaría un aumento de la inversión política, que hoy es nefasta”, critica Nicolás-Álvarez. Sueña con el logro, suyo o de algún compatriota, para que por fin “se dé importancia a lo que ya está haciendo España”.