España se desenchufa del carbón: así te va a afectar
Una factura de la luz más barata y un aire más limpio son algunas de las consecuencias del final de esta energía fósil.
España se desenchufa del carbón. Siete centrales térmicas que queman este combustible de las 15 que hay abiertas en el país cerrarán sus puertas este martes 30 de junio. Ya no generarán más electricidad para los hogares españoles, y tu bolsillo y el medio ambiente lo van a notar.
Las siete centrales que dejan de operar esta semana son Compostilla (León) y Andorra (Teruel), propiedad de Endesa; Velilla (Palencia), de Iberdrola; en Meirama (A Coruña), La Robla (León) y Narcea (Asturias), de Naturgy; y Puente Nuevo (Córdoba), de Viesgo. Estas plantas ya han obtenido el visto bueno de la CNMC, pero están a la espera de las autorizaciones del Ministerio para la Transición Ecológica, que solo ha obtenido la primera. La publicación en el BOE de las restantes se espera inminente.
No serán las únicas, se avecinan otras cuatro clausuras ya anunciadas: Lada (Asturias), As Pontes (A Coruña) y Litoral (Almería), de Endesa; y Los Barrios (Cádiz), de Viesgo. El objetivo es que ninguna central térmica de carbón sobreviva más allá de 2025, aunque esta fecha no viene establecida en ninguna ley, como piden las organizaciones ambientalistas.
Estos cierres no se deben a motivos políticos, sino puramente económicos, ya que las plantas no son viables. Sus propietarios —las compañías eléctricas— no han realizado las inversiones necesarias para cumplir con las exigencias medioambientales de la UE. Además, los derechos que tienen que pagar las empresas por emitir dióxido de carbono (CO2) a la atmósfera se han encarecido en los últimos años.
La importancia del carbón se ha derrumbado en los últimos años. Si cerca del 15% de la electricidad consumida en 2017 y 2018 procedía de esta fuente de energía, el año pasado apenas supuso el 5%. El desplome ha continuado: solo generó el 2% en la primera quincena de junio, según el informe energético del Grupo ASE.
La factura de la luz, más barata
El cierre de estas centrales tiene un efecto en el bolsillo de los ciudadanos. ¿Por qué? La fuente de energía más cara que se utiliza un día en el mercado eléctrico diario, conocido como pool, es la que marca el precio final. Si se trata de energías fosiles como el carbón y el gas, es más alto. Si son las renovables o la nuclear, es más bajo.
Estos precios suponen el 35% del importe del recibo que llega a casa. El cierre de las centrales de carbón, ya se empieza a notar en la factura, porque algunas de estas plantas no han producido electricidad en los últimos meses.
Tras varios años de subidas, el precio del mercado eléctrico bajó un 13,5% en 2019 hasta situarse en los 47,68 euros por megavatio hora. Ahora se encuentra en los 27,47 euros durante la primera quincena de junio, según el Grupo ASE.
“El carbón, como estaba subvencionado, competía en precio con otras tecnologías. Ahora se ha vuelto menos competitivo, porque el gas está barato y cada vez hay más potencia de energías renovables. El precio ya está descontado, porque llevan varios meses con poco peso en el mix”, explica Juan Antonio Martínez, analista del Grupo ASE.
Así ha evolucionado en los últimos meses:
Menos carbón, menos emisiones
Además de un beneficio para el bolsillo, el cierre de estas centrales supone una mejora para el aire que respiran los ciudadanos, ya que el carbón es la fuente de energía más contaminante al emitir casi una tonelada de CO2 por cada megavatio hora generado. Estas plantas se situaban año tras año como las más contaminantes de España.
Las emisiones procedentes de sector eléctrico se han reducido drásticamente hasta alcanzar las 49,6 millones de toneladas de dióxido de carbono en 2019, según Red Eléctrica de España. Un mínimo histórico desde que hay registros (2007), que no habría sido posible sin esa menor participación del carbón.
Esto supone un importante avance para el país ya que el sector eléctrico genera casi una quinta parte de las emisiones de gases de efecto invernadero en España. Solo le superan dos sectores: el transporte y la industria.
“Las grandes eléctricas están apostando por las renovables y el carbón ensucia sus marcas, como ocurre con Iberdrola o Endesa. No tiene sentido apostar por una tecnología que no es competitiva y que es contaminante”, señala Martínez.
Nuevos empleos
Los cierres también tienen un impacto sobre el empleo en un momento de crisis económica. Más de mil personas trabajan en las siete plantas que echan la persiana esta semana y otras 800 en las cuatro próximas. El desmantelamiento de estas centrales requiere personal, pero solo durante unos años.
Ante ese importante impacto, el Ministerio para la Transición Ecológica ha pedido a las compañías eléctricas propietarias de las plantas que presenten planes de inversión para las zonas afectadas por los cierres.
A esto se une una preocupación sobre la despoblación, ya que algunas de las plantas suponen un importante nicho de empleo para sus zonas, como ocurre con Andorra, en Teruel. Muchos de los planes presentados se centran en las energías renovables, como este último caso donde Endesa quiere construir el mayor parque fotovoltaico de Europa.