Esclavos de las nuevas tecnologías
Extiende el brazo, mira la pantalla y trata de responder a la pregunta: ¿quién controla a quién?
Si no lo tienes ya en las manos al leer estas líneas, saca tu teléfono móvil del bolso o bolsillo. Extiende el brazo, mira la pantalla y trata de responder a la pregunta: ¿quién controla a quién? El móvil y las nuevas tecnologías han revolucionado la comunicación, el entretenimiento y nuestro modo de vida. Nadie en los países desarrollados imagina la vida sin ellos. Pero al igual que aportan todo tipo de comodidades, pueden también convertirse en una forma de esclavitud.
Según estudios de Apple, los usuarios de iPhone lo desbloquean de media 80 veces al día. Los de Android lo hacen un poco más, unas 110 veces. El tiempo consumido mirando la pantalla ronda las cinco horas diarias. Un estudio de la Universidad de Illinois citado en Buena Vida (El País) cuenta que tras analizar a 3.000 peatones en París, el 38% de las mujeres que caminaban solas llevaba el móvil inactivo en la mano, mientras que el 31% de los hombres hacía lo mismo. Necesitamos el smartphone hasta cuando tiene la pantalla oscura.
No es casual que el mítico Nokia 3310 - un teléfono anterior a la era de los smartphones que básicamente permite llamar y mandar mensajes – haya vuelto al mercado en una versión actualizada. Tampoco que las principales redes sociales anuncien pequeños cambios para fomentar su uso moderado.
Facebook e Instagram han decidido incluir opciones para que el usuario pueda ver el tiempo que les dedica cada día, delimitar el tiempo máximo deseado y limitar las notificaciones recibidas. Las compañías han dado este paso tras mantener contactos con organizaciones de salud mental.
Los gurús tecnológicos se rebelan
Algunos de los impulsores de estas mega-plataformas tecnológicas hacen ahora campaña para alertar sobre sus peligros. Ocho ex trabajadores de Silicon Valley – la cuna tecnológica de Estados Unidos – han creado The Humane Tech, una organización sin ánimo de lucro para fomentar un "realineamiento de la tecnología con los mejores intereses para la humanidad".
Uno de sus promotores, Lynn Fox, con 25 años de experiencia en la industria, alertaba recientemente a El País sobre los peligros tecnológicos: "La falta de control sobre las redes sociales tiene consecuencias graves, como el incremento de casos de depresión entre adolescentes o la difusión de trastornos alimenticios".
"Todo el mundo está permanentemente distraído", sostiene Justin Rosenstein, el inventor de la opción "Me gusta" en Facebook. Rosenstein, que compara las aplicaciones como Snapchat con la heroína, configura su teléfono para no recibir notificaciones ni poder bajarse nuevas aplicaciones. "Es especialmente importante para nosotros alertar sobre esto porque somos la última generación que puede recordar cómo era la vida antes [de la tecnología]", explicaba en The Guardian.
Una anécdota de Sillicon Valley ilustra bien cómo ha afectado la tecnología a la concentración de las nuevas generaciones. Hace unos años Barbara Beskind, recién cumplidos los 90, logró su sueño de trabajar en una empresa de diseño puntera. En una entrevista, Beskind revelaba su principal cualidad que le hacía destacar en el joven universo californiano: ser capaz de mantener la concentración durante horas gracias a que tenía un teléfono móvil tradicional de los que sólo sirven para llamar y poco más.
Pero más allá del uso adecuado del móvil en relación al trabajo, la cuestión de fondo es la racionalización de su uso. Arianna Huffington, fundadora de The HuffPost, nos alertaba en una entrevista sobre los riesgos de no desconectar, que un día le llevaron a desmayarse por el cansancio. "Cuidamos más de nuestros teléfonos que de nosotros mismos. Sabemos cuánta batería le queda a nuestro móvil pero, cuando colapsé esa mañana, ni siquiera sabía que la mía se estaba quedando vacía, más que vacía". Desde entonces Huffington, que ha publicado el libro "La revolución del sueño", hace campaña para promover un descanso adecuado y recomienda dormir con las tableta y teléfono apagados fuera del dormitorio.
Niños y adolescentes, los más vulnerables
Los más jóvenes son los más vulnerables ante un mal uso de internet. Estos "nativos digitales", nacidos y educados en la era de las nuevas tecnologías, viven de manera especialmente intensa las grandes oportunidades de esta era digital en su aprendizaje, pero también son particularmente vulnerables ante sus amenazas.
Francia ha sido el primer país en tomar cartas en el asunto: se han prohibido el uso de los teléfonos móviles en escuelas e institutos. La medida, propuesta por Macron durante su campaña electoral y rechazada por la oposición, pretende reducir el embobamiento de muchos jóvenes frente a las pantallas y combatir el acoso, que muchas veces se produce online. Casi nueve de cada diez estudiantes franceses de entre 12 y 17 años tiene teléfono móvil, según una encuesta de 2016.
Crece en todos los frentes el escrutinio sobre las nuevas tecnologías. La victoria de Donald Trump – que no duerme precisamente alejado de su teléfono móvil- precedida del sí británico a la salida de la Unión Europea, pusieron sobre la mesa el riesgo de que la red se convierta en una huerta abonada para la proliferación de noticias falsas. El escándalo de Cambridge Analytica puso después el foco sobre la abusiva utilización de los datos privados por parte de las grandes empresas tecnológicas. Crece la presión para que las redes estén al servicio de los usuarios y no a la inversa.