Santi Vila: "Lo de Cataluña sólo se arregla si también arrima el hombro el PP y ayuda a Sánchez"
Entrevista al exconseller: "Cataluña está todavía emocionalmente muy tocada"
Vencer y convencer. El exconseller catalán de Economía Santi Vila ha decidido bajo ese título contar en un libro todo lo que vivió como acusado en el banquillo de los condenados en el Tribunal Supremo en el caso del juicio del procés. Con unas primeras semanas muy duras en las que sus compañeros procesados apenas le hablaban, pero que luego cambiaron cuando escucharon su declaración.
Vila (Granollers, 1973) destripa sus emociones e intenta además aportar soluciones para el futuro. Y reconoce que Cataluña está todavía muy tocada emocionalmente y que sólo se desinflamará cuando salgab los políticos presos en la cárcel.
No se solucionará el problema catalán, advierte, si el PP no ayuda también al PSOE. Le pide a los de Pablo Casado arrimar el hombro si hablan tanto de pacto de Estado. Lo resume así de claro: “No me preocupa el ascenso de Vox, sino la evolución del Partido Popular”.
Vencer y convencer. ¿Quién ha vencido y quién ha convencido?
Aparentemente, en el conjunto de España ha vencido el Estado en relación al procés y tengo la impresión de que ha vencido, pero no ha convencido. Es un dato objetivo que ese consenso constitucional en Cataluña para más de dos millones de ciudadanos se ha roto. En el otro lado, también es cierto que en todas las elecciones sigue ganando el independentismo, pero no estoy seguro de que hayan convencido. Es evidente que no sabemos cómo salir de este embrollo y que en estos momentos hay, sin ningún tipo de duda, pues una tensión convivencial, un dolor que sufren los que están en la cárcel y los que han tenido que salir de España.
¿Cómo lleva la digestión de la sentencia y de la condena?
En mi opinión, la sentencia fue injusta por desproporcionada. Si asumimos la propia verdad judicial que describió los hechos como ensoñación o que se intentó, como era mi tesis, tensar la cuerda sin que llegara a romperse y se les fue de la manos… ¡Hombre, condenas de prisión de dos dígitos me parecen muy fuertes! En mi caso, la vivo con resignación cristiana.
¿Cómo está Cataluña ahora mismo?
En relación al procés, está confusa. Por un lado, está todavía emocionalmente muy tocada porque ve cómo hay políticos todavía presos. Y otros fuera de Cataluña, el propio Puigdemont lo encarna como nadie. Un hombre arrancado de su esposa, de sus niñas, de su Girona. Esto emocionalmente es muy difícil de llevar e impide que nos seremos todos y avanzar hacia la reconciliación. También es verdad que noto que cada vez hay más gente que lo quiere es salir adelante y dicen ‘venga, hombre, hagan alguna oferta política que podamos coger como a un clavo ardiendo’.
¿Cuál fue el momento más duro del juicio?
Hay dos muy duros. Uno es cuando Fiscalía eleva a conclusiones definitivas las provisionales. Todos creíamos, que visto lo visto, que levantaría un poco el pie del acelerador. Eso fue terrible. Y en los estrictamente personal, en las dos primeras semanas en las que tenía una relación muy difícil con mis compañeros. Luego con mi declaración la cosa inflexionó y se fue flexibilizando.
Habla también de los momentos con Quim Torra. Usted se acercó a saludarlo y luego él no se quedó en la sala cuando declaró. ¿Cómo era la relación?
Muy fría. Bueno, apenas le he conocido, por lo que no me puedo permitir ningún juicio en el terreno personal. En el terreno de lo político, tengo la impresión de que es un hombre que hubiera estado más cómodo siguiendo en su papel de activista que en el de político. En esta legislatura, con una agenda tan difícil y un conflicto tan grave, no nos podemos permitir cronificar perfiles que no sean políticos muy audaces, profesionales y capacitados.
Por cierto, ¿quién le gustaría que fuera el candidato en el espacio posconvergente?
Lo que es seguro es que hay que regenerarlo y estaría bien que todos fueran a una. Ahora están muy dispersos y hay muchas tribus. Tienen gente y proyecto para salir adelante. Solo falta el candidato, que lo busquen. Seguro que hay personas que pueden afrontarlo y con mínimas garantías de sacar un buen resultado.
¿Lo han llamado para participar en el proyecto? No para la lista porque está inhabilitado.
Tengo amigos en todos estos grupúsculos sinceramente y hablo con todos. Si me invitan a un acto suyo, procuro acudir. Es obvio que estoy inhabilitado y he hecho en buena medida lo que tenía que hacer.
En el libro cuenta cómo hace las paces con Carles Puigdemont. ¿Cómo fue el encuentro en Waterloo? ¿Cómo está la situación?
En lo político la discrepancia es obvia. En el análisis, sobre todo, de lo que es España no coincidimos. Cree que España es como Turquía, una pseudo democracia. En cambio, creo que España ha tropezado de nuevo con un problema identitario, ¡pero será que nuestros vecinos no tienen sus problemas también! Pero también, cuando nos encontramos esto afloró rápidamente, aumentó la empatía por el dolor que sufren y un punto de admiración por la resiliencia con la que lleva la cruz. Él se ha tomado muy en serio el ser el 130 presidente de la Generalitat, con lo que, en su opinión, es la máxima dignidad que requiere este cargo. Para bien y para mal.
Pero es verdad que Puigdemont no se sentó como usted o la mayor parte del Govern en el banquillo. ¿Es un cobarde?
Es una decisión política, táctica. Estaba convencido de que para su causa y para su ideario sería mucho más fácil, como se ha demostrado, el llegar a conseguir un acta de eurodiputado y hacer escuchar sus reivindicaciones a una escala supranacional que no puedes aquí.
En el libro hay una conversación muy interesante con el socialista José Luis Ábalos. ¿Por qué se produce el encuentro? ¿Qué sensaciones le dejó? ¿Le ofreció algo?
Lo conocía como dirigente del PSOE, habíamos hecho alguna aproximación durante 2017 sobre cómo salir de este lío. La verdad es que había una relación cordial, cada uno en su situación. Después de la moción quedamos y conversamos sobre qué se podía hacer. Él puso una línea roja y dijo: ‘Nosotros queremos arreglar lo de Cataluña, pero nuestro propio límite es que lo entienda un militante del PSOE de la España profunda, porque si avanzamos pero no nos siguen los nuestros, esto va a tener un recorrido muy limitado’. Vi una predisposición, que luego ha tenido sus vaivenes, y ahora parece que pasa un momento dulce.
¿Confía en esa mesa de diálogo?
No queda otra. Es decir, no hay plan B. El plan B puede ser aplicar el correctivo, el jarabe de palo y esto va a agravar el problema. Más allá del diálogo no sé qué podemos hacer. Sería impropio de una democracia avanzada que un conflicto político no se resuelva hablando. Para eso les pagan.
Tenemos una situación paradójica en el Congreso. ERC apoya al Gobierno central cuando había sido un papel que siempre había jugado CiU. Junts se negó a facilitar la investidura. ¿Qué le parece esta conversión de Esquerra en partido de Estado apoyando a La Moncloa?
No tiene tradición de esto, es la verdad. Veremos. Lo cierto es que a pesar de las turbulencias y las presiones en su contra, de momento han resistido.
¿Aguantará ERC? ¿Permitirá que haya legislatura? ¿Puede ser la presión tal del otro lado independentista que no se pueda permitir el apoyo al Gobierno en Madrid?
Los datos objetivos desde el inicio de la legislatura nos indican que están aguantando la presión. Celebro lo que está pasando estos días, parece que algunos presos se pueden acoger a una serie de medidas que les permiten poco a poco estar en un régimen de semi libertad. Esto va desinflamando y se lo van a poder apuntar como un mérito los que están comprometidos con la desinflamación. Veremos. ERC no tiene tradición reciente de partido pragmático, pero tiene una ventaja: su pedigrí independentista es incuestionable. Por lo tanto, aquí estamos discutiendo entre los que creen que la táctica correcta es una u otra, pero lo que es seguro es que no se puede cuestionar ni en el PSOE su patriotismo español ni en ERC su independentismo.
¿Cree que se puede dar por primera vez el caso de que ERC gane las elecciones en Cataluña? Parecía que iba a pasar en 2017 y, al final, Junts dio la sorpresa…
Parece como esos equipos de fútbol que en la primera parte están ganando y el final del partido en el último minuto pierden. Veremos.
¿Mantiene algún tipo de contacto con los presos?
Con todos los condenados que están fuera y la verdad es que no he visto a ninguno en la cárcel. He mantenido algún contacto con algunos de sus familiares y con algunos de ellos nos hemos intercambiado un whatsapp.
¿Le siguen diciendo cosas por la calle los independentistas?
Me lo dijeron en las semanas posteriores al octubre de 2017. Esta idea del Santi Vila traidor o acosado es una idea digital en la redes. En la realidad ni en Barcelona ni en Madrid me ha pasado nunca.
¿Qué propone para solucionarlo?
En primer lugar, Barcelona puede ser una de las llaves de solución. ¿Y si compartimos un poco con generosidad la presencia del Estado, la capitalidad, los ministerios, la Cámara Alta? ¿Qué impacto económico y cultural tiene que miles de funcionarios y centenares de políticos vengan a Madrid? ¿Qué impacto tendría en lo cultural, social y económico que un Ministerio de Industria o de Cultura estuviera en Barcelona? Hay medidas a tomar y reformas constitucionales que podrían hacer de España un proyecto político compartido de una gran nación de naciones y que dejara la identidad nacional en el ámbito de lo privado y cimentara la convivencia a partir de un patriotismo constitucional.
¿Qué le parecieron las palabras la alcaldesa de Vic de personas que no parecen catalanas por su aspecto o por su nombre? ¿Es racismo?
He visto los titulares periodísticos. Como estoy escarmentado y a veces los titulares no recogen con precisión lo que uno quería decir, prefiero ser cauto. Es evidente que creo en un catalanismo político inclusivo de raíz pujoliana de que es catalán el que vive, trabaja y quiere ser catalán.
En el Congreso de los Diputados la tercera fuerza es Vox, con 52 diputados. El 10-N el partido de ultraderecha superó a Cs en votos en Cataluña. Todas las encuestas dicen que por primera vez van a irrumpir en el próximo Parlament. ¿Le da miedo lo que está pasando?
A mí no me preocupa el ascenso de Vox, sino la evolución del PP. El Partido Popular tiene dos almas: tiene la tentación de afianzarse como un partido de centro, como una derecha moderna homologable del conjunto de Europa, o si tiene la tentación de competir a nacional católica conservadora con Vox. Si va por esta senda, tendremos un problema. Estoy convencido de una cosa, que lo de Cataluña solo se arregla si también arrima el hombro el PP y ayuda un poco a Pedro Sánchez. Solo la izquierda no va a resolver Cataluña. Quitando que nos llenamos todos la boca de tener sentido de Estado, pues, hombre, nos merecemos que arrimen el hombro y tengan un discurso compartido para sacar esto adelante. El PP en estos momentos está en una tesitura: se tiran al monte o exhiben de nuevo su rostro más pragmático y de gobernante.
Hemos visto también durante este tiempo el descalabro de Cs, que fue el ganador en Cataluña tras el 155 y ahora solo tienen diez diputados en el Congreso. Se ha marchado Albert Rivera, están en un proceso de primarias. ¿Es un problema de Rivera y Arrimadas o es que en España no puede existir el centro político?
Creo que en España el centro político existe y siempre es ganador. Fíjate que cuando Sánchez gana se arrima al centro, lo mismo José María Aznar. Cuando pierden, es que se echan al monte, a la izquierda o a la derecha. Rivera intentó construir un proyecto de centro, pero en un momento se echó al monte. Empezó a competir no por regenerar sino por sustituir al PP. Lo que tenía que ser un partido bisagra a la clásica capaz de completar mayorías por la izquierda o la derecha se convirtió simplemente en un competidor en el espacio de la derecha. Para votar a la copia lo haces por el original.
Si pudiera hacer un flashback, ¿qué cambiaría?
Soy sincero, no me perdono haber hecho sufrir tanto a mi familia, a mi pareja, a mi madre. Es evidente que como erré mucho, sobredimensioné mis capacidades de influencia. Es evidente que si pudiéramos jugar a la historia contrafactual, no hubiera formado parte de aquel Gobierno que erró mucho.
Habrá sido casi un shock vital. ¿Cómo se plantea ahora el futuro?
En lo personal tengo todavía un punto de contradicciones latentes. Por un lado, tengo una vida feliz, soy profesor en la universidad, dirijo una pequeña compañía de aguas, tengo unas relaciones personales sanas. Todavía estoy gestionando consecuencias del procés en forma de multas, de inhabilitación y reputacional. Para muchos sectores españolistas soy sospechoso de golpista y para algunos catalanistas soy españolista. Los que hemos quedado tierra en medio sufrimos un desgaste reputacional muy fuerte. También tengo compañeros que quiero mucho que lo están pasando todavía muy mal porque están en la cárcel o en Bélgica. Eso te acompaña cada noche cuando te acuestas. ¿No nos mereceríamos todos intentar dejarlo atrás?
Uno se plantea que voces como la suya y las de Carles Campuzano, Marta Pascal o Jordi Xuclá han sido centrifugadas por el independentismo más duro. ¿No hay cabida en la sociedad para ellas?
Creo que sí, la demanda existe, habrá que articular la oferta.
¿Y cómo?
Pues que todas estas tribus del catalanismo vuelvan a confluir, hagan un proceso de autocrítica, pero también reconozco que mientras no resolvamos lo de cárcel va a ser muy difícil. Constato que el comportamiento político en Cataluña todavía es muy emocional y prima la lealtad a los que sufren y los que sufrieron por encima del ajuste de cuentas político de si se hicieron las cosas bien o mal.
¿Se atreverá el Gobierno a hacer una reforma del Código Penal? ¿Y se tendrán que actualizar los delitos de rebelión y sedición?
Sin ningún tipo de duda debe hacerse. Pero va a ser especialmente difícil si solo participa la izquierda, sería muy deseable que el PP pueda ayudar.
Si hoy se celebrara un referéndum de independencia pactado, ¿votaría sí o no?
Creo que hemos aprendido todos que hay una serie no solo de beneficios, sino también de costes en un proyecto de estas características y, por lo tanto, miraría muy bien qué supone votar que sí o que no. En este libro digo que lo que tendríamos que hacer es apostar por la reconciliación porque juntos nos iría a todos mejor. Habrá que ver cómo se comporta cada uno. Si España no quiere ser reformada y no admite que la diversidad es un valor, me apunto a votar sí. Pero si España dice que vamos a hacer un proyecto nuevo, moderno y pueeas tener tu identidad compatible con ser español, votaría que no.
¿Duerme tranquilo con ministros de Podemos en el Gobierno?
Sin ningún tipo de duda. Soy de los que he aprendido que siempre gobernar en general centra.