Jorge Ramos: “Trump no es un dictador, pero sí un autoritario que ha abusado de su poder”
El periodista mexicano critica el racismo del presidente de EEUU: "Quiere un país blanco como el que existía en 1940, pero ese país ya desapareció".
Su rostro dio la vuelta al mundo en 2015, cuando el ahora presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le quitó la palabra en una rueda de prensa y ordenó a sus guardaespaldas que lo expulsaran de la sala. No era la primera vez que el periodista Jorge Ramos (Ciudad de México, 1958) tenía un encontronazo con un político de alto nivel —fue muy sonado el empujón que le propinó un guardaespaldas de Fidel Castro en 1991—, pero tampoco la última. Hace apenas un año, Ramos fue retenido durante horas junto con su equipo de Univision en el Palacio Presidencial de Miraflores, en Caracas, después de entrevistar a Nicolás Maduro. Se les confiscó el material grabado, y el Gobierno venezolano les acusó de crear “shows baratos”.
“Nuestra labor como periodistas es precisamente cuestionar a quien tiene el poder, ya sea Fidel Castro, Nicolás Maduro, Hugo Chávez o Donald Trump”, explica Jorge Ramos a El HuffPost por teléfono desde su casa en Miami, a sólo dos días de las elecciones en Estados Unidos.
El periodista lleva viviendo allí 37 años y más de 20 presentando el Noticiero Univision, pero parece que sus raíces latinas pesan ahora más que nunca. “Los periodistas que crecimos y trabajamos en América Latina estamos bien preparados para lidiar con caudillos, con dictadores y con gente que abusa de su poder”, dice.
Trump no es un dictador, sostiene Ramos, pero sí “uno de los peores presidentes y uno de los más racistas y antimigrantes” de la historia moderna de Estados Unidos. Y, sin embargo, la demografía y los cambios del país le quitan la razón al magnate: “Sólo tienes que venir a Miami, a Los Ángeles, a San Antonio o a Nueva York para darte cuenta en las calles de que el país blanco al que aspiraba Donald Trump está desapareciendo”.
¿Por qué hubo 3,5 millones de latinos que votaron a Trump en 2016?
Al principio, ese fue el gran misterio: cómo es posible que tantos latinos, el 28%, hayan votado por un candidato racista, sexista y que ha mentido más de 20.000 veces, según el Washington Post. Y creo que la respuesta es más sencilla de lo que creemos. Hay gente que tiene otras prioridades, que creen que la economía es más importante o que el tema de Cuba o Venezuela es más importante, y que han logrado dejar a un lado el racismo, el sexismo y las mentiras de Donald Trump. Esa es la explicación.
Ahora, la gran pregunta es qué van a hacer los votantes latinos en estas elecciones, si van a mantener su apoyo al presidente, y las encuestas sugieren que sí; a pesar de que acusó a inmigrantes mexicanos de ser violadores y criminales, a pesar de decir que los inmigrantes de América Latina y África venían de países basura, a pesar de que insultó a Kamala Harris diciendo que era un monstruo… A pesar de todo esto, todo sugiere que Trump tendrá cerca de una tercera parte del voto latino.
Pero ahora ni siquiera la baza de la economía es un argumento a su favor, ¿no?
Si Donald Trump pierde, es por la pandemia. Esa es la gran diferencia entre 2016 y 2020. El pasado 30 de octubre hubo casi 100.000 nuevos contagios en un solo día; tenemos más de 9 millones de contagiados en total, más de 220.000 personas muertas por la pandemia, y Trump sigue diciendo que el coronavirus va a desaparecer. Es una estupidez. Los científicos sencillamente no pueden creer lo que dice el presidente de Estados Unidos.
Si escuchas sus mítines de campaña de estos últimos días, la pandemia no existe, la pandemia está desapareciendo, la pandemia no es un tema, cuando en realidad en estas elecciones ese es el tema central. Y, efectivamente, la economía es una de sus terribles consecuencias.
Se dice que la sociedad estadounidense está más polarizada que nunca. ¿Por qué?
En las pasadas elecciones, Hillary Clinton obtuvo 65 millones de votos y Donald Trump, 62 millones. Estamos totalmente divididos, y todo parece indicar que en estas elecciones va a haber números similares. Las encuestas sugieren que Joe Biden va a ganar, pero todo el mundo tenemos miedo a las encuestas, nadie se las cree esta vez.
El 26 de octubre de 2016 la agencia AP sacó una encuesta en la que Hillary Clinton tenía 14 puntos de ventaja, 14 puntos, y perdió. Según las últimas encuestas, Joe Biden va entre 8 y 10 puntos arriba, entonces las encuestas podrían volver a equivocarse.
El verdadero peligro es el de un fenómeno que llaman los ‘trumpistas tímidos’, que son esos millones de personas que no se atreven a decir públicamente a los encuestadores que apoyan a un candidato racista, sexista y mentiroso, pero que a la hora de votar sí lo hacen. Ese fenómeno de ‘trumpistas de clóset’ que no aparecen en las encuestas es lo que dio a Donald Trump la victoria en 2016, y es en lo que están apostando ahora para el 2020.
¿Teme que Trump se niegue a aceptar el resultado electoral si finalmente pierde?
Es posible; Trump ha dicho en varias ocasiones que no aceptará el resultado, pero yo sigo confiando en el sistema. Donald Trump es una excepción, un ególatra, un nacionalista nostálgico; lo más importante para él es él, y él puede decir cualquier barbaridad o cualquier estupidez, pero, al final, sigo confiando en que el sistema se va a sostener.
Tenemos un Congreso independiente, tenemos una Corte Suprema independiente, tenemos unos militares que no son partidistas, tenemos unos medios de comunicación con absoluta independencia, así que aunque Donald Trump no acepte su derrota, el sistema sigue funcionando.
Ciertamente, los periodistas que crecimos en América Latina y trabajamos en América Latina estamos bien preparados para lidiar con caudillos y con dictadores y con gente que abusa de su poder. Ese es el caso de Donald Trump; no es un dictador, pero sí es una persona que ha abusado de su poder. Y estamos preparados para ese tipo de cosas. La diferencia aquí es que estamos hablando de una democracia de más de 200 años, de una democracia que se va a sostener y, en el fondo, aquí lo que hay es una verdadera guerra sobre el futuro de los Estados Unidos.
En 2044, todos vamos a ser una minoría, absolutamente todos. Y Donald Trump es parte del grupo que quiere resistirse a ese cambio, que no quiere ver un país mestizo, mezclado, con caras morenas. Él quiere un país blanco como el que existía en 1940 o en 1950, y ese país ya desapareció. Por eso Estados Unidos está tan dividido entre los que no quieren un país multiétnico, multirracial, multicultural, y los que se dan cuenta de que hay que abrazar esa diversidad demográfica que estamos viviendo.
¿Cree que la mitad de la población que votó a Trump hace cuatro años quiere también un país blanco, aunque sea imposible?
Efectivamente, es imposible, ya no se puede cambiar. La mayor parte del crecimiento de Estados Unidos proviene de las minorías dentro de los Estados Unidos. Recuerdo cuando en junio de 2015 Trump dijo que los inmigrantes mexicanos éramos —porque yo soy uno— violadores y criminales. Lo interesante es que en julio de 2015 la mayoría de los bebés de Estados Unidos menores de 1 año ya eran de una minoría.
No importa lo que diga Donald Trump; la demografía y los cambios de población en los Estados Unidos son muchísimo más poderosos que lo que diga cualquier nacionalista ególatra. Lo único que tienes que hacer es venir a Miami, ir a Los Ángeles, ir a San Antonio, ir a Nueva York, ir a Chicago, y darte cuenta en las calles de que el país blanco al que aspiraba Donald Trump está desapareciendo.
Precisamente en 2015 se produjo aquel episodio en que el ahora presidente le expulsó de una rueda de prensa. ¿Qué ocurrió exactamente y cómo se sintió?
Después de que Trump dijera que los inmigrantes mexicanos eran criminales y violadores, yo busqué una oportunidad para confrontarlo, para decirle que no era cierto, que él era un mentiroso y estaba mintiendo. Entonces fui a una conferencia de prensa en Iowa y cuando hizo una pausa en su discurso, me levanté, le dije que tenía una pregunta sobre inmigración, le dije que lo que él estaba proponiendo, que era cerrar la frontera con un muro entre México y Estados Unidos, era imposible, y mientras yo estaba haciendo mi pregunta, él llamó a uno de sus guardaespaldas y por la fuerza me sacaron de allí. Pero nadie nos hizo caso. Me decían: ‘No, es que tú no entiendes a Donald Trump’. Y nosotros decíamos que lo que acababa de ocurrir era muy peligroso, que era un ataque a un periodista, un ataque a la prensa y a la democracia en Estados Unidos. Pero no nos quisieron hacer caso.
Poco a poco, otros periodistas fueron normalizando el comportamiento de Donald Trump, pero, finalmente, tuvimos razón con nuestra advertencia: ‘Cuidado, este personaje es muy peligroso para la democracia y para la prensa’. Curiosamente, lo mismo que hizo Donald Trump conmigo —utilizar a un guardaespaldas para sacarme de una rueda de prensa— es lo mismo que años antes había hecho Fidel Castro con otro guardaespaldas para evitar que yo le hiciera preguntas. No quiero decir con esto que Donald Trump es un dictador, porque no lo es; pero sí es un gobernante autoritario que ha abusado de su poder y al que le encantaría atornillarse en el poder, pero, sencillamente, el sistema estadounidense no lo va a permitir.
Yo apuesto totalmente por el sistema democrático en los Estados Unidos, a pesar de sus grandes errores, como el colegio electoral y el hecho de que no gane necesariamente quien obtiene más votos.
Como comenta, ha tenido algún encontronazo con Fidel Castro y con Nicolás Maduro… ¿Ve algo de estos líderes en la figura de Trump?
En América Latina estamos acostumbrados a tener líderes y presidentes que abusan de su poder, y creo que nuestra labor como periodistas es precisamente cuestionar a quien tiene el poder, para eso estamos. En español hay una palabra preciosa que es ‘contrapoder’. Creo que nuestro trabajo es precisamente ser contrapoder, estar del otro lado de quienes tienen el poder, no importa quiénes sean, no importa quién esté en la presidencia o en el Gobierno.
Si cuestionamos a los que tienen el poder y hacemos las preguntas difíciles, estamos haciendo bien nuestro trabajo, y eso es lo que he tratado de hacer siempre como periodista, ya sea con Fidel Castro, Nicolás Maduro, Hugo Chávez o Donald Trump. Si estamos del otro lado del poder, siempre estaremos en el lado correcto.
No sé si sigue un poco la política española. Aquí, la derecha suele atacar a la izquierda con el argumento de Venezuela, como si España fuera a convertirse en Venezuela por tener un Gobierno progresista. Este es un poco el argumento de Trump contra Biden. ¿Tiene esto algún sentido?
Joe Biden no es un socialista. Joe Biden no es un comunista. Pero es el argumento propagandístico que están usando el Partido Republicano y Donald Trump para tratar de conseguir el voto de los cubanos, de los nicaragüenses y de los venezolanos que han huido de dictaduras.
El voto latino en la Florida está muy dividido. Al principio, creía que ese argumento falaz y mentiroso no iba a funcionar, pero se nos olvida que para los cubanos, los nicaragüenses y los venezolanos el tema del socialismo es personal. Son millones de personas que han huido de regímenes autoritarios, y ese tema ha sido explotado por Donald Trump que, de alguna forma, ha logrado dividir el voto latino en la Florida, independientemente de que su argumento no tenga ningún tipo de validez, porque Joe Biden no es un socialista.
¿Echando la vista atrás, considera que Trump no lo ha hecho tan mal como se temía o más bien diría que su presidencia ha sido peor de lo esperado?
Es el presidente más racista que hemos tenido desde los años 50, cuando deportaron a más de un millón de inmigrantes. Es un presidente que ha dicho que él puede agarrar a las mujeres por los genitales sólo porque es una estrella. Es un presidente que ha llamado monstruo a Kamala Harris, la candidata demócrata a la vicepresidencia. Es un hombre que ha separado a más de 5.500 niños de sus padres en la frontera. Es un presidente que ha tenido terribles decisiones sobre los hispanos y sobre los inmigrantes en este país. Pero, sobre todo, es un presidente responsable de más de 220.000 muertes por su terrible, terrible, manejo de la pandemia.
Creo que recordaremos a Donald Trump como uno de los peores presidentes y uno de los más racistas y antimigrantes que ha tenido Estados Unidos en la historia moderna.
¿Confía en que, si gana Biden, podrá revertir toda la política migratoria de Trump?
Difícilmente si no logra el control de ambas cámaras, la de Representantes y el Senado. Sin eso, no va a tener más remedio que proteger a los inmigrantes con órdenes ejecutivas. Pero ahora mismo estamos en una situación terrible. Del lado mexicano, hay campamentos de miles de refugiados centroamericanos porque Donald Trump ha cambiado las reglas para solicitar asilo en los Estados Unidos.
Joe Biden ha hecho tres promesas migratorias: en primer lugar, legalizar a 11 millones de inmigrantes indocumentados; en segundo lugar, proteger y dar la ciudadanía a los llamados dreamers, que son cerca de un millón de estudiantes indocumentados que llegaron aquí siendo niños; y tercero, dar una protección temporal a los cientos de miles de venezolanos que viven en este país.
¿Diría entonces que Biden ha logrado entender o conectar con la comunidad latina?
Las encuestas dicen que va a ganar el voto latino por mucho. La última encuesta de Univision le daba 66% de apoyo entre los latinos a Biden y 24% a Donald Trump. Ahora bien, esto no es nuevo. Históricamente, el Partido Demócrata siempre gana el voto latino a nivel nacional y el Partido Republicano no obtiene casi nunca más allá del 30%.
Lo que ha logrado Joe Biden es solidificar ese voto latino, que curiosamente podría darle la victoria. Si gana en estados como Pensilvania, la Florida y Arizona, es posible que Joe Biden sea el próximo presidente de este país.
¿Usted confía en que ocurrirá esto?
No confío en nada frente a Donald Trump. No me atrevo a apostar en contra de Donald Trump porque la vez pasada nos equivocamos, y nos equivocamos garrafalmente en las encuestas. No me atrevo a apostar en contra de Donald Trump porque no sé lo que van a hacer los ‘trumpistas de clóset’ o ‘trumpistas tímidos’, y porque en 2016 no supimos medir el enorme apoyo y entusiasmo que desarrolló Donald Trump.
Pero ahora hay tres grandes diferencias: primero, la pandemia, con sus 220.000 muertos y sus 9 millones de contagiados; segundo, Joe Biden es mucho más popular que Hillary Clinton, que era muy impopular en algunos sectores; y tercero, se nos olvida que esta vez no hubo, como en 2016, un informe del FBI una semana antes de las elecciones que decía que estaba investigando a Hillary Clinton por 30.000 emails que había borrado de su computadora personal. Estas tres cosas nos hacen suponer que ahora Donald Trump es muchísimo más vulnerable que en 2016 y que, por tanto, como dicen las encuestas, podría perder.