Entrevista con Pedro Baños: "Trump emplea deliberadamente la estrategia del loco y mantiene a sus adversarios en una zozobra constante"
El coronel en la reserva publica 'Así se domina el mundo', un libro que saca a la luz los hilos de poder que mueven nuestras vidas.
Todos entendemos la metáfora: el planeta es como el patio de un colegio en el que están los alumnos bulliciosos y los tranquilos que van a lo suyo, los líderes y los gregarios, los listos, los menos listos, los que reparten campo y balón, los últimos en ser elegidos para los equipos y los profesores que vigilan y arbitran. En ese albero, las grandes potencias, los aliados, los satélites, los enemigos y los organismos internacionales juegan cada día al poder. Juegan con nuestras vidas y nuestros destinos.
El por qué y el cómo lo hacen es lo que saca a la luz Así se domina el mundo. Desvelando las claves del poder mundial(Ariel), el último libro del coronel en la reserva Pedro Baños, veterano con tres misiones internacionales en Bosnia, antiguo jefe de Contrainteligencia y Seguridad del Eurocuerpo en Estrasburgo, profesor y analista. Un manual para ciudadanos que quieren saber para empezar a actuar.
Empecemos definiendo conceptos. ¿De qué hablamos cuando hablamos de geopolítica y de geoestrategia?
La geopolítica es la acción para intentar dominar el mundo y, sobre todo, influir en él, con la vertiente novedosa de las nuevas tecnologías. Sería en cierto modo el qué queremos hacer y para qué lo queremos hacer. La geoestrategia es un derivado de la geopolítica que implica cómo lo vamos a hacer, qué instrumentos o métodos y capacidades vamos a aplicar para lograr ese control.
Repite que los ciudadanos tenemos que dejar de ser títeres. ¿Tanto se nos oculta, tanto nos dejamos manejar?
Este es, en cierto modo, un libro protesta o de reivindicación en el sentido de que, lo mismo que a los ciudadanos se nos puso en las manos a través de la democracia la responsabilidad del control de la política nacional, ahora tenemos que dar un salto en este mundo globalizado y concienciarnos de que también tiene que estar en nuestras manos el control de la geopolítica, de la política internacional. Vemos claramente casos horrorosos que no deberíamos permitir como todo el desastre humanitario que ha sucedido y sigue sucediendo en Siria. Quería alentar a todos los ciudadanos, con una obra comprensible por todo el mundo, incluso por las personas menos avezadas en estos temas, para que sepan cómo nos manejan y cómo se emplean las nuevas tecnologías para manipularnos, los medios de comunicación, los hábitos de consumo, las maneras de comportarnos, de convencernos de las guerras a las que hay que ir o de quiénes son los malos y los buenos. Un ejercicio de honestidad geopolítica.
Sostiene que estamos en un momento de influencia de la geopolítica en el devenir del mundo desconocido desde la Segunda Guerra Mundial. ¿Por qué?
Sobre todo lo que cambia es la tecnología actual. Como todos vemos, hasta hace muy poco no existían ni los teléfonos inteligentes y hoy tenemos un ordenador en nuestro bolsillo, que muy posiblemente dentro de poco llevemos en nuestro cerebro. Esa avalancha de información lo que permite es que lo que siempre se había llevado a cabo en las guerras y los conflictos, como manipular a las masas, convencerlas a través de pasquines, el uso de la prensa, las arengas... hoy se haga a nivel planetario con operaciones de información, de guerra psicológica, que nos afectan a todos directamente. Muchas veces, para lanzarnos a conflictos o sólo por intereses económicos u otros intereses espurios. Ha variado el ciberespacio, las redes sociales, los sistemas de mensajería instantánea, internet... Todo lo que hace que estemos absolutamente condicionados. Pensamos que eso nos está liberando, que somos capaces de pensar por nosotros mismos, y no es verdad.
Poder, estatus, dominio... Es lo que siempre se ha deseado y eso ahora no cambia pero ¿en qué se concreta hoy? ¿Se busca influencia militar, territorios, recursos naturales...?
Se busca todo lo relacionado con la economía, que podíamos dividir en dos grandes subapartados: todo lo vinculado con el ser humano, con la vida en general, por un lado, y la industria, por otro. Si nos quedamos en este último campo, tenemos la pelea por el dominio de minerales estratégicos, de energía –sea uranio, sea petróleo, sea gas...- y si hablamos del primero, nos referimos a controlar los recursos hídricos, las tierras cultivables –que cada vez tienen más importancia-, los alimentos... Ese afán que ya antes se hacía exclusivamente con medios militares, conquistando físicamente los territorios, hoy en día se hace a través de la invasión económica, esas guerras que se libran por intereses económicos y también con instrumentos económicos.
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Tres cosas llevan a los estados a actuar: el amor, el temor y el convencimiento. ¿Cuál de los tres es el principal motor hoy? ¿O va la triada junta?
Es una amalgama de los tres, pero sobre todo hoy en día lo que tratan es de convencer. Por ejemplo, para invadir Libia como en su momento se le atacó (2011), tenían que convencernos de que era un país absolutamente desastroso y que lo comandaba un líder no ya autoritario, sino un verdadero demonio, como Muamar el Gadafi. La manera de convencernos era esa, si no para darle el apoyo a los ataques, sí al menos conseguir nuestra pasividad como ciudadanos. Vemos que luego se demostró que no era así ni muchísimo menos, eran otros los intereses. Hoy en día nos convencen con esa manipulación mediática, a veces involuntaria pero muy importante por parte de los medios, y está también la guerra psicológica, esas operaciones de información y de desinformación que están a la orden del día.
Pasan las décadas, los siglos, pero dice que hay principios inmutables, suena el eco de El príncipe de Maquiavelo o de El arte de la guerra, de Sun Tzu. ¿Qué es lo que no cambia?
Lo que ni cambia ni cambiará es que los estados, las multinacionales, los grandes grupos de poder, los económicos e ideológicos, son personas, y las personas siguen estando sometidas a los pecados capitales y a las bajas pasiones, que también se reflejan en el mundo geopolítico.
Eso nos lleva a los errores que también siempre se repiten y que son...
Ahora estamos repitiendo uno gravísimo: que las grandes potencias actúen mediante actores interpuestos a los que se les da poder para que conseguir ellos sus fines, como lo vimos en su momento con los muyahidines en Afganistán, para luchar contra los soviéticos. Ahora tenemos el mismo caso en Siria y en Irak por ejemplo con los kurdos, a los que se ha armado y financiado y, una vez que ellos se sienten fuertes, que pueden recuperar lo que se les había prometido hasta en la Primera Guerra Mundial, a ver quién les devuelve ahora otra vez a los territorios que simplemente tenían en 2011. Se repiten los mismos errores, así que seguramente se volverá otra vez a Afganistán y a tropezar en la misma piedra.
¿Cuál es el principal enemigo de la seguridad mundial? En Europa casi no se habla más que de yihadismo.
Cada país y cada región tiene sus propios enemigos. Nosotros, EEUU y parte de Europa, consideramos el yihadismo como un problema global y no es verdad, en absoluto. Gran parte del mundo no sabe ni qué es el terrorismo salafista o yihadista, pensemos en una Venezuela con 50.000 muertos por violencia callejera, los grandes problemas de seguridad que tiene Centroamérica, las maras, el narcotráfico... Este tema no les preocupa lo más mínimo, lo desconocen. Incluso dentro de la UE hay países que no tienen esa percepción de la amenaza, la tenemos más en algunos países del sur, más hacia el Mediterráneo. Por tanto, no es un problema común.
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¿Cuáles sí lo son?
Pues estamos viendo el problema del cambio climático, que claramente afecta a todos y está relacionado con la supervivencia del hombre, con el agua, los recursos alimenticios y las tierras cultivables, que va a generar problemas muy superiores a los que puedan causar cualquier grupo yihadista. Esa es la realidad. Y hay otros problemas sanitarios que se nos están viniendo encima, viendo cómo hay bacterias que están resistiendo a los antibióticos, cómo surgen nuevos tipos de virus, cómo enfermedades que teníamos erradicadas están volviendo... Esos sí son problemas que pueden diezmar a toda una población y que también nos deben de alertar, incluso más allá de lo que tenemos conciencia.
Habla de "cizaña ciberespacial", una etiqueta le puede cuadrar con la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones de EEUU en 2016 o, más recientemente, en el problema catalán. ¿Queda algo limpio, que nos podamos creer?
Es un problema que va a más. Me preocupa enormemente que España se llegue a convertir –esperemos que no, que tengan la suficiente inteligencia los ciudadanos- en un nuevo campo de batalla entre Rusia y EEUU, como ha sucedido con Ucrania o con Siria. Hay que pensar que estamos sometidos constantemente a una manipulación mediática y saber hoy en día de dónde procede una acción de desinformación cibernética. Ya no es sólo un ciberataque, es algo más complejo, tremendamente, ni los más expertos pueden asegurar con rotundidad que existan esas acciones. Se utilizan las IP de otros ordenadores, se disimula el origen del ataque a través de numerosas técnicas, muy sofisticadas... Esto hay que enmarcarlo en la rivalidad cada vez más acusada que tienen hoy EEUU y Rusia, cada uno intenta influir y tener gobiernos afines que les beneficien para sus objetivos geopolíticos.
"Aquí sí, aquí no". ¿Por qué intervenimos y nos importan unos conflictos y por qué pasamos de otros?
Pues una vez más es porque hay una serie de países poderosos, básicamente los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que son los que al final deciden lo que se hace y lo que no se hace. ¿Y en función de qué deciden? Pues basándose en sus beneficios, exclusivamente. Cuando no les ha interesado el genocidio en Ruanda o no lo han considerado como tal, empezando por EEUU, a pesar de haber muerto más de dos millones de personas, o cuando no quieren ver el caso de Darfur, donde murieron 300.000 personas... pues nada se hace. Cuando hay interés sí que se lanzan revoluciones y ataques, pero solamente cuando ellos tienen poderosos beneficios. Y lo que se hace muchas veces es arrastrar a otros países a conflictos en los que no tenían ni teníamos ninguna necesidad de intervenir, en los que no teníamos ningún interés ni enemigo; a veces al contrario y al final, en esas intervenciones, nos terminamos creando enemigos allá donde carecíamos de ellos.
Dice que Donald Trump es mucho más que furia y acaloramiento...
Trump emplea deliberadamente la estrategia del loco. Mantiene a sus adversarios pendientes de su imprevisibilidad, en una zozobra constante. Si Trump de verdad estuviera perjudicando los intereses de EEUU no habría sido presidente o haría tiempo que habría dejado de serlo. Hay que ver el trasfondo de todo. Todas las decisiones que toma y las declaraciones que hace tienen un trasfondo económico, de guerra económica, claramente dirigida contra China, que es su gran adversario actualmente. Estamos ante una globalización en la que de pronto EEUU ve que está perdiendo y va ganando China y por eso tiene que tomar decisiones. Lo que ocurre con Corea del Norte no es nada más que un reflejo de este enfrentamiento entre las dos potencias.
¿Y la religión qué papel que juega en los conflictos del mundo? ¿Es una etiqueta que usamos para tapar otras motivaciones o el origen verdadero de tantos choques?
No es la base, en la mayoría de los casos se extrema y se utiliza para conseguir combatientes, para que luchen o actúen y lograr beneficios que poco tienen que ver con la religión. Lamentablemente esto ha sido muy usado a lo largo de los siglos, se sigue utilizando y se seguirá utilizando. No hay mejor combatiente que aquel que está absolutamente convencido por su fe de que tiene que luchar por un ideal. Por supuesto, todos los grupos y ejércitos tratan de tener a fanáticos en sus filas. Vemos que muchas veces problemas como el de los chiíes y suníes en Oriente Medio se azuzan para que se radicalicen y actúen en función de otros intereses y beneficios, pero siempre encuentran además personas que se quieran radicalizar, unos por convencimiento, otros por frustración, otros por desamparo de la sociedad en la que están...
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Visto que los que pueden y mandan mueven los hilos a su antojo, ¿en qué queda la legalidad internacional, qué peso tiene?
Me atrevería a decir que es mínimo. No digo que no tenga alguno, pero es el mínimo. Al final se actúa solamente contra los más débiles, mientras que los poderosos ya se encargan de que el derecho internacional no se vuelva contra ellos, por más que se empeñen en aplicarlo con dureza contra los demás. Los ciudadanos tenemos que buscar una salida, preguntarnos cómo es posible que eso ocurra y qué podemos hacer. Para solucionar los problemas lo primero que tenemos que hacer es conocerlos, y lamentablemente en la sociedad hay un gran desconocimiento de estos asuntos. El éxito de este libro [ha llegado a las cinco ediciones en dos semanas] no es por la obra en sí sino porque, de repente, una sociedad madura como la española necesita saber algo que nadie les estaba contando.
Y a los españoles ¿qué les decimos de su país? ¿Es una potencia media, un estado mariachi de esos que utilizan los grandes?
Somos una potencia muy lateral en esta lucha geopolítica con grandes fieras dominadoras, tenemos una acción muy secundaria, vamos a rebufo de lo que nos van diciendo, actuamos en escenarios que nos van indicando nuestros aliados por el mero hecho de ser aliados. Y todo eso lo hacemos con una gran generosidad, una gran entrega, con la profesionalidad absoluta de los militares que participan en ellas, sin esperar nada a cambio, como hacemos como país. Eso también nos tiene que llevar a reflexionar si de verdad estamos haciendo una política verdaderamente nacional o si estamos beneficiando simplemente a otros países, porque otros son mucho más astutos, cuando van a las operaciones persiguen otros fines.
¿Cuáles van a ser los principales focos de conflictos en los próximos años?
A largo plazo, aunque quizá no tan largo, como conflicto de alta intensidad me preocupa que pueda llegar a un enfrentamiento especialmente en la zona del mar del sur de China entre EEUU y China. En Oriente Medio dista mucho de alcanzarse la paz, se va a producir un reequilibrio de poder en la región que de momento va ganando Irán y eso evidentemente los suníes no lo van a permitir. Ni ellos, liderados por Arabia Saudí pero no solamente, ni tampoco Israel lo acatará. Y también en la zona hay que tener en cuenta la fuerza que han cogido los kurdos, que van a querer pelear por su propia cuenta y para sus propios objetivos, porque tiene toda la lógica. Tampoco olvidemos que el ataque a Libia lo que ha hecho es desestructurar completamente parte del Magreb, todo el Sahel y los países de África occidental, por lo que tenemos un problema muy próximo a nosotros importantísimo.
Y no sólo hablamos de conflictos armados, ¿cierto?
No, claro. También hay problemas estructurales y de grandísimo calado como puede ser una superpoblación que se está produciendo en algunos lugares, por ejemplo, de África, donde hasta ahora ha habido una inmigración irregular incontrolada y posiblemente estemos hablando sólo del inicio de movimientos migratorios mayores, de personas que no hacen ni más ni menos de lo que haríamos nosotros si estuviéramos en su misma situación de desesperación. Además de todo eso tenemos un problema enorme con el calentamiento global, estamos hablando de esas nuevas enfermedades que van surgiendo... Una serie de problemas tremendos a los que posiblemente no se presta suficiente atención. Dentro del contexto europeo tenemos otro problema que a mí me preocupa enormemente que es cómo la juventud hiperpreparada, la mejor en formación jamás en la historia, no encuentra trabajo, cuando lo encuentra tiene salarios ridículos para el coste de la vida, en muchos casos estos chicos tienen que estar sostenidos si no por el estado, por sus padres o por sus abuelos. Antes o después, si no se toman medidas, no tengo ninguna duda de que en Europa habrá una gran revolución juvenil.
Con lo que nos cuenta, ¿podemos confiar en nuestro mundo, estamos respaldados por nuestros Gobiernos?
Yo lo que quería era informar a los ciudadanos para así obligar a los dirigentes a tomar medidas reales. Muchas veces una de las debilidades que tiene la democracia es la alternancia y que los políticos están más pensando en ganar las elecciones siguientes o en expulsar del poder a los que ahora mismo que en hacer de verdad políticas de estado a largo plazo. Eso nos está suponiendo una rémora en comparación con otros países como Rusia, China o EEUU, en una Europa que se está debilitando claramente –sin necesidad de que intervenga Rusia, la estamos debilitando nosotros solos- y tenemos que ser conscientes de que tenemos que impulsar a nuestros políticos en cuestiones de estado absolutamente esenciales. Vemos que ni siquiera se han unido ante algo tan sumamente dramático para el ser humano como ha sido el tema de los refugiados provenientes básicamente de Siria. Tenemos que exigirles esas políticas de estado, primero para que Europa pueda seguir sobreviviendo como UE, pues necesita una tremenda revisión, y segundo para que siga sobreviviendo la democracia como la conocemos ahora mismo y que no surjan radicalismos por todos lados.
'Así se domina el mundo', de Pedro Baños (Ariel). PRIMER CAPÍTULO. By El HuffPost on Scribd