Ángel Gabilondo: “Tengo la convicción absoluta de que el acuerdo y el consenso son el único camino”
Entrevista con el portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid: “La actitud de Ayuso no es la que quiero y espero para Madrid”.
Marco Aurelio, Séneca, Platón… Cuando desliza estos días Ángel Gabilondo sus manos por la librería, siempre vuelve a estos viejos amigos. “Me hablan siempre para cualquier época y momento”, reconoce el portavoz del PSOE en la Asamblea de Madrid unas horas después de llegar del multitudinario acto en Ifema organizado por Isabel Díaz Ayuso: “Mal”, “un error”, comprendo que la ciudadanía esté incómoda”, resume.
Gabilondo se afana estos días en llegar a un acuerdo en la Comunidad de Madrid y pide que pase lo mismo a nivel nacional. “Si no vamos a través del acuerdo y del consenso, me puede decir alguien qué otro camino hay”, reflexiona este “viejo humanista”, como se define él mismo durante la entrevista. Y lamenta la actitud beligerante de Ayuso con el Gobierno central. Ese comportamiento no es el que desea ni quiere para los representantes de Madrid.
Tiene claro que el papel de la Sanidad pública es “determinante” en el Estado del Bienestar y que se han demostrado sus “debilidades” durante esta pandemia. Hace en este sentido una petición: que se sigan renovando a los profesionales contratados durante la pandemia. Unos días duros asimismo con la gente confinada: “Aquí el gran peligro es desequilibrarse desde el punto de vista emocional. El peligro de un encierro no es encerrarse en una casa, sino encerrarse en uno mismo”.
Y mira al día después: “Ningún individuo solo puede ir adelante. El individualismo no es ningún camino. Todo va a ser distinto, el mundo va a ser distinto”. Con la idea muy clara de qué va a hacer primero cuando acabe el estado de alarma: ver a sus dos hijos. Hoy más que nunca piensa lo que significa un abrazo: “Sentir el corazón de alguien, palpitar, encontrarse con otro”.
El acto del cierre del hospital de Ifema fue multitudinario y sin distancias, ¿qué imagen se están dando desde la política a los madrileños?
Creo que estuvo mal. Nos invitó la presidenta a todos los grupos, sólo fuimos cinco del grupo socialista en representación de todos. Lo que no sabíamos es que nos íbamos a encontrar aquella cantidad de personas. El resultado fue realmente malo, fue un error. Yo fui para reconocer a los profesionales y en memoria de los fallecidos. Fue más que un tumulto. Los profesionales estaban emocionados y preocupados por muchas cosas. Pero no podemos estar más que muy descontentos por lo sucedido. Comprendo que la ciudadanía esté incómoda, yo también lo estoy.
Al llegar la presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, a Ifema se escucharon gritos a favor de la sanidad pública. ¿Va a cambiar el rumbo en la sanidad después de años de recortes del PP en la comunidad?
Creo en una Sanidad en el corazón de una sociedad del bienestar, es crucial. Hemos hecho una experiencia todos de aquello que creíamos: que la Sanidad es determinante. Y la pública es el factor definitivo en todos estos procesos que garantizan la igualdad de todos. Hemos visto que tenemos deficiencias después de muchos años de discursos de ostentación sobre que tenemos la mejor Sanidad del mundo. No negaré que estamos muy orgullosos de la Sanidad, pero es cierto que hemos visto nuestras debilidades. Y hemos visto además debilidades en la idea misma de Salud pública para epidemias. No sé si algún país tenía una estructura para eso, pero tenemos que reforzar eso. Hay aspectos muy concretos a reformar como puede ser la atención primaria, decisiva desde todos los puntos de vista, y el personal hospitalario. Por eso hay cosas que me disgustan como que no se piense renovar a las personas que se han contratado. Es que nos hacen falta, y lo merecen. Es clave hacer un esfuerzo y una reconsideración a fondo de qué Sanidad tenemos y cómo podemos fortalecerla.
Se ha vivido un gran drama en las residencias de mayores, que es competencia autonómica. ¿Hay que replantear el modelo?
Absolutamente. Primero porque había una percepción de que eran lugares de hospedaje, pero han cambiado las cosas. Se ha visto que no hay personal suficiente, que muchas veces no tienen esa condición de lugares medicalizados. Hay que darle una dimensión sociosanitaria. Luego, el modelo que tenemos es de contratación casi como de subasta, se deduce que no hay la calidad suficiente ni la dimensión. Hay personas trabajando, a las que admiro y agradezco su labor, pero que están mal remuneradas para hacer un trabajo muy difícil. Se exige una preparación muy especializada. O lo reorientamos hacia un modelo más sociosanitario y con más recursos o me parece que es un drama verdaderamente. Lo hemos dicho durante años: esto es un grave problema. Ha tenido que venir la realidad para mostrarnos en toda su crudeza que el modelo no es adecuado y que no estamos preparados para afrontar ninguna crisis.
Otro tema social. ¿Qué le parece que la beca comedor en Madrid sea un menú de Telepizza?
Sobre todo, el sistema de apoyo a las familias en situación de mayor vulnerabilidad. Hay una cosa que está clara: había catering en los colegios, cooperativas y en algunos lugares se habían organizado para procurar las comidas a estas personas. Y además los propios ayuntamientos estaban colaborando. Se desmontó cuando empezó este problema y eso fue un error. Se ha tratado de resolver con un sistema que ha mostrado sus limitaciones y direcciones. Sólo se ha alcanzado a una parte de las personas a las que les hacía falta. No soy nutricionista, pero escucho lo que dicen, parece que los menús no son los más adecuados para chavales que están en edad de desarrollo. Manifestamos esa inquietud y preocupación. Ahora parece que se quiere reorientar, ojalá sea así.
Ayuso se ha convertido en la líder autonómica más beligerante contra el Gobierno central. ¿Está intentando sacar rédito político de esta crisis?
Lo que sí es cierto es que dentro de sus legítimas estrategias hay una, que desde la investidura mostré que no era adecuada, que es la idea de hacer de Madrid una especie de bastión contra el Gobierno central. Es impropio. Ella dirá que no es así, respetado queda, pero los ciudadanos vemos así. Esto es muy poco acertado porque estamos en procesos que requieren coordinación, cooperación y una gran solidaridad, esto es lo que debemos promover. La señora presidenta tiene que tener otra actitud, no es la que quiero y espero para Madrid ni creo que sea la mejor para España.
¿Van a llegar a algún pacto en la Comunidad de Madrid? ¿Se pueden entender el PP y el PSOE?
Ni siquiera se plantea sólo entre los dos grupos, yo creo que sí hacen falta acuerdos para salir de este asunto y situación. La ciudadanía lo está reclamando, y cada vez más. Hay un cierto hartazgo social en la dirección de que la disputa política, partidista y sectaria pueda acabar de olvidar que la razón misma de ser de lo que hacemos y somos es afrontar y resolver los problemas de los ciudadanos. Por tanto, no veo con buenos ojos que estemos permanentemente en la reyerta de diferencias y lo que hay que hacer es buscar un gran acuerdo. Debe ir en todas las direcciones, con todos los grupos políticos, con los agentes sociales, con los municipios. La situación económica y laboral va a ser muy grave, además vinculado a una dotación presupuestaria para hacer cosas y prioridades. Es acordar unos puntos que hay que presupuestar para poder resolver el asunto. No es una especie de entusiasmo pactista, es una convicción política y social de que es una absoluta necesidad. Y, además, pregunto: Si no vamos a través del acuerdo y del consenso, me puede decir alguien qué otro camino hay, cuál es la alternativa a eso y hacia dónde vamos en una especie de conflicto político. Eso sería un desastre. Voy a trabajar para que eso no ocurra.
A nivel nacional se ve que no van de la mano el Gobierno y la oposición en la situación más difícil en décadas en nuestro país. Una gran diferencia con lo que pasa en otros países como Portugal. ¿Por qué España es diferente?
Lo que he dicho para Madrid vale para toda España, pero es cierto que nosotros, por lo que sea, no acabamos de hacer la experiencia. Los ciudadanos no han elegido un partido que haya tenido una mayoría absoluta, sino pluralidad y diversidad. Lo que se está exigiendo es que trabajemos juntos. Portugal tiene muchas cosas que enseñarnos y nosotros también, pero en este punto el acuerdo en cada comunidad, a nivel nacional y en cada país es decisivo. En Europa también, todos los países necesitamos un impulso económico para poder resolver este asunto. Tenemos que salir juntos.
Se ha conocido ya el cuadro macroeconómico enviado a Bruselas, con un desplome del PIB del 9,2%. ¿Qué panorama económico nos vamos a encontrar?
El desplome va a ser serio evidentemente. Nosotros tenemos la comunidad más rica de España, con mucho potencial y orgullosos de eso, con solidaridad con todas las comunidades. Pero es cierto que viviendo del turismo, de millones de personas que vienen a nuestro país, pues tenemos en algunos lugares pies de barro. Hay que pensar que van a venir tiempos muy difíciles, nos llevarán a replantear nuestros proyectos con el empleo y buscar un modelo turístico alternativo. Hacer planes industriales más intensos y en direcciones más abiertas, cambiar el concepto mismo de trabajo. Y tenemos sobre todo alguna cosa que hacer: no dejar a nadie en este camino. Hay muchos vulnerables en este camino. Hay que tomar medidas para sostenerse. Y un plan de reconstrucción seriamente hecho y en acuerdo con todos. La situación será más difícil si pensamos que siempre ha habido vulnerables, precarios, personas en mala situación… Luego todos los problemas sociales se acrecentan. Cuando hablo del acuerdo no es una especie de veleidad pactista, de las cosas de los pactos del Gabilondo este, sino la convicción absoluta de que el acuerdo y el consenso son el único camino. Me lo dicen muchos ciudadanos.
¿Ha cambiado el mundo totalmente? ¿Se va hacia una realidad diferente a la que teníamos hace tres meses?
Desde luego los que tengan la sensación de que vamos a hacer una suerte de vuelta a una normalidad anterior o algo así como que fue un mal sueño o mal trago están muy equivocados. No hay vuelta a ninguna situación anterior, vamos a vivir en espacios de incertidumbre durante mucho tiempo. Las relaciones sociales cambiarán y las laborales también. Se origina un ámbito muy distinto, un mundo un poco distinto. O afrontamos ese desafío o cualquier nostalgia de un tiempo pasado nos va a conducir a una nueva catástrofe. Creo que hemos hecho una experiencia y hemos reorganizado nuestra escala de valores. El que no la tenía clara, desde luego, ha tenido que aprender aquí la importancia de las relaciones personales, humanas, los afectos. Hemos aprendido la importancia del teletrabajo, pero ahora lo hemos vivido muchos. Hemos aprendido también la buena utilización de las redes sociales, qué puede hacerse. Un mundo en el que lo presencial y lo no presencial tienen que convivir. Sobre todo, una cosa decisiva: ningún país solo puede ir adelante, ninguna comunidad autónoma sola puede ir adelante, ningún individuo solo puede ir adelante. El individualismo no es ningún camino. Todo va a ser distinto, el mundo va a ser distinto. La ecología y la transición ecológica ha cobrado también algún protagonismo.
¿Puede ser el fin de la cultura mediterránea?
La cultura mediterránea tiene ingredientes de distinto tipo, pero desde luego en todo lo que tiene que ver con una cultura de la relación personal, de la proximidad física, una idea comunitaria y casi de celebración de la vida, de hasta la forma cultural gastronómica de relacionarse, un cierto vivir al aire libre en una determinada temperatura abierta a nuestro mar… son valores que están tan dentro de nuestra vida que nos cuesta renunciar a ellos. Probablemente tendremos que readaptarlos y quien es más joven pues tendrá que reescribir la historia de qué significa esa cultura. Pero hay valores que podemos preservar, esa idea comunitaria y ese cierto y legítimo hedonismo del vivir. Una sensación también del placer del silencio, de la lectura, de la conversación. Yo todo esto, no sé si soy un viejo humanista, viejo sí, humanista espero que también, espero que esto no acabe con este asunto. Pero sí nos tendremos que replantear, por ahora es muy probable que tengamos que tener un distanciamiento social. Aunque salgamos a la calle, nos miraremos con todo el afecto, pero nos costará un tiempo abrazarnos con nuestros vecinos y amigos.
Se ha convertido en un icono ese aplauso de las ocho. ¿Qué valores tiene esa España de los balcones?
Primero, pensar en otro eso ya es terapia para muchas tonterías. El agradecer es algo que hace mucho bien al que es agradecido pero también a uno mismo. Las gracias que uno tiene son las gracias que uno da. Cuando damos gracias, también somos agraciados. Siempre pienso que al aplaudir me mejoro un poco. Aplaudimos a gente que se juega la vida por nosotros. Esto es también una gran terapia y una gran pedagogía social. Ver a nuestros vecinos juntos, saludarnos, poniendo la mirada en otros es extraordinario.
Hay una generación que se encontró la de 2008 y ahora ésta. ¿Podemos hablar de una generación perdida en España?
Espero que perdida no, pero afectada sí. Tengo hijos de esa generación y han sido muy afectados por esta especie de bocadillo de dos crisis. Hay que creer en sus capacidades de afrontar la vida, no me gusta hablar de paternalismo. La vida siempre ha sido muy difícil para todos, a cada tiempo le toca su dificultad. Comprendiendo absolutamente en la dificultad en la que están, confío enormemente en su capacidad de afrontarlo. Pero también tenemos la obligación de procurarles recursos, espacios y medios. Lo que tiene que ver con la vivienda, con una renta que permita empezar y reescribir su vida, con medios de transportes…
¿La situación que estamos viviendo puede llevar también a alentar el crecimiento de los movimientos populistas de extrema derecha como Vox y que calen mensajes como que el Gobierno está practicando la eutanasia de facto?
En general, la tendencia en estos tiempos de enorme dificultad es grande con movimientos autoritarios o populistas. La tendencia a esperar que venga un discurso salvador también, la idea de que todos son iguales y la descalificación de la política en general, incluso de la democracia. Eso siempre es una tentación y ahora puede ser una tentación efectiva y un enorme peligro. La democracia no se mejora eliminándola, sino profundizando en ella muchísimo. Por eso, lo que tenemos que hacer es hacerlo todos mucho mejor. Es la mejor manera de defendernos de esos discurso. Ya que has mencionado la eutanasia, es importante legislar eso con claridad y dar las garantías a todos. Crear las condiciones para poderse hacer en libertad, defiendo una ley al respecto.
¿Cómo es ese carrusel de emociones a lo largo del día? ¿Cómo lleva el factor psicológico?
No sabía que el teletrabajo era que trabajabas 16 horas al día. Es un descubrimiento interesante. Estamos permanentemente ocupados. Por un lado, puede ser un problema, pero por otro lado también es una liberación. Aquí el gran peligro es desequilibrarse desde el punto de vista emocional. Tener una cierta integridad y entereza para estas situaciones. Si no se tiene esto y no se cuida esto, pues uno corre el peligro de llegar a una situación en la que no sabe quién es ni qué hace. Se hace bien en promover también de que haya momentos de cuidado en el día, de lectura, de música, de recreación cultural, hablar con la familia y amigos, abrirse un poco. El peligro de un encierro no es encerrarse en una casa, sino encerrarse en uno mismo y acabar verdaderamente muy alterado de las emociones. Lo más difícil de todo es tener una cierta armonía y equilibrio personal para abordar esto con serenidad.
¿En qué lecturas se está refugiando en estos días tan complicados?
Leo menos de lo que quiero y menos de lo que pensaba que iba a leer. Me acuerdo de Emilio Lledó que está rodeado de sus diez mil libros en casa con 92 años solo. He hablado con él alguna vez por teléfono estos días. Uno vuelve a libros ya leídos, es lo que me pasa en este tiempo. Me dan ganas de volver a mis viejos clásicos, que me hablan siempre para cualquier época y momento. Con Marco Aurelio, Séneca, Platón. Tengo una tendencia de volver a ellos, siempre han sido mis amigos. Estoy estirando la mano hacia la estantería y recorriendo lugares por los que he estado, compañeros de toda la vida que me han estado rodeando siempre en casa.
¿Qué va a ser lo primero que haga cuando llegue la nueva normalidad?
Tengo muchas ganas de ver a mis hijos, tengo do uno de 35 años y otro de 31. Luchando por vivir. Nos vemos a través de sus pantallas, alguna vez se acerca uno hasta la puerta de casa a dejar algo y ni siquiera entra. Tengo ganas de abrazarlos y tomar algo con ellos. También tengo buenos amigos que echo de menos para estar juntos. Es la verdad. Será muy rudimentario y muy tópico, pero es muy verdadero. A mis hijos, a mis hermanos y a mis amigos, eso es lo que quiero.
No podíamos imaginar lo que se echaba de menos un abrazo…
Es que es un abrazo es una cosa muy interesante desde todos los puntos de vista. La expresión de abrazar algo en la vida, cuando uno abraza una idea, en cierto modo lo incorpora a sí mismo. Cuando sientes el corazón de alguien, palpitar, no hace falta ser un cursi para reconocer que el abrazo tiene la dimensión de encontrarte con otro, a veces es el máximo lenguaje.