Enfurruñarse, demandar y perder: lo que está haciendo Trump en lugar de reconcer su derrota
Se teme que el presidente saliente de Estados Unidos esté socavando la seguridad nacional a medida que la transición hacia la administración de Biden se retrasa.
Donald Trump da pocas señales de estar listo para entregar a Joe Biden las riendas del poder. Días después de que los resultados de las elecciones fueran del todo claros, su arraigo en Washington y una avalancha de juicios muestran lo que muchos ya sospechaban que podría ocurrir en el peor de los escenarios: un presidente estadounidense rechazado que se niega a largarse en silencio.
Pero, ¿realmente importa la intransigencia de Trump?
Negarse reconocer como ganador al presidente electo, Joe Biden, no da muy buena imagen de Estados Unidos, y más cuando es un país que se proyecta como un modelo de democracia y sermonea al resto del mundo sobre cómo lidiar con traspasos de poder pacíficos. Ahora bien, es muy poco probable que se anule el resultado electoral y Biden hará su juramento el próximo 20 de enero. Eso sí, desde ahora y hasta entonces pueden pasar muchas cosas.
El resultado de las elecciones no cambiará
En Estados Unidos, el traspaso presidencial se escalona a medida que se ratifican los resultados de la votación del Colegio Electoral. La tradición dicta que Trump continuará en el despacho Oval durante este período, con las manos aún el poder, mientras se produce una transición gradual hacia la administración Biden.
Muchos de los protocolos continúan a pesar de los esfuerzos de Trump por socavarlos, incluidas las felicitaciones de muchos líderes mundiales a Biden con las miras puestas en su futura relación con EEUU.
El pasado miércoles, el primer ministro británico, Boris Johnson, dio la bienvenida a una conversación “refrescante” con Biden e incluso llegó a referirse a Trump como el “presidente anterior”.
“En teoría, realmente no debería importar”, comenta a El HuffPost UK la profesora Natasha Lindstaedt, del departamento de gobierno de la Universidad de Essex.
“Todos los funcionarios electorales de cada estado han confirmado que no ha habido ninguna evidencia de fraude electoral. Incluso si se llevan a cabo recuentos de votos no cambiarán el resultado porque el margen de victoria es demasiado grande. Los principales medios de comunicación le han llamado, incluido Fox, y un puñado de líderes republicanos anteriores y algunos legisladores actuales han reconocido que se acabó”.
Lindstaedt sugiere que gran parte de este ruido formado se desvanecerá a medida que los republicanos se concentren en las elecciones de segunda vuelta de Georgia, que determinarán qué partido tomará el control del Senado: “Creo que están jugando con Trump en este momento porque creen sigue siendo una fuerza poderosa en la política estadounidense. Mi suposición es que una vez que se cuenten todos los votos y se hayan agotado las maniobras legales. Nunca felicitarán a Biden, pero tampoco seguirán gritando sobre el robo de las elecciones. Los republicanos deben actuar rápidamente para centrarse en Georgia ”.
¿Qué está haciendo Trump mientras?
La campaña de Trump sigue avanzando en su estrategia de litigio a largo plazo para intentar poner remedio a la victoria de Biden con demandas interpuesta en varios estados estados. La más reciente es Michigan, parte del reconstruido “Muro Azul” que Biden ha conseguido ganar. Legisladores republicanos y otros aliados de Trump han respaldado el plan del presidente asegurando que tiene derecho a impugnar los resultados electorales.
En diversas publicaciones en Twitter este miércoles, Trump mantuvo su falsa narrativa de fraude haciendo referencia a “una montaña de corrupción y deshonestidad” mientras también atacaba a los encuestadores.
Pero lo cierto es que sus posibilidades de cambiar el resultado son, por decirlo suave, modestas. Los jueces han desestimado varias de las demandas de Trump y los expertos legales coinciden en que el litigio tiene pocas posibilidades de cambiar el resultado.
Quizás lo más preocupante es cómo el magnate está aprovechando el poder del gobierno federal para resistirse a aceptarlo como ningún otro presidente en funciones ha hecho antes. Trump instaló a sus colegas más leales en los puestos más altos del Pentágono esta semana, después de despedir al secretario de Defensa Mark Esper, lo que podría facilitar el uso de tropas estadounidenses para responder a posibles protestas internas. Los republicanos esperan que vengan más, incluidos los posibles despidos de los directores del FBI y la CIA.
Al mismo tiempo, el fiscal general de Trump ha autorizado investigaciones sobre un supuesto fraude electoral, su administrador de servicios generales se ha negado a dar acceso al equipo de Biden a las oficinas de transición y los recursos garantizados por la ley y la Casa Blanca está preparando un presupuesto para el próximo año como si Trump fuera a ser quien lo presentase.
Lo más sorprendente ha sido ver al secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, aludiendo a una “segunda administración de Trump”, un comentario todavía más desconcertante dado que su función debería limitarse a ser “el rostro visible” de Estados Unidos ante el resto del mundo y no a actuar como si fuera un miembro del partido.
Lindstaedt, especializada en dictaduras, señala que Esper fue despedido porque no estaba de acuerdo con Trump en colocar tropas federales en las calles para atacar a los manifestantes. “Este tipo de enfrentamientos ocurren con frecuencia en regímenes autoritarios que deciden celebrar elecciones moderadamente libres y justas, como ha ocurrido recientemente en Gambia y Costa de Marfil”.
“Esta configuración me recuerda a Libia después de Gadafi, cuando hubo un gobierno que fue elegido en 2012 ubicado en Trípoli, y otro gobierno electo que se ubicó en Tobruk después de que el primero se negara a asumir los resultados de las elecciones de 2014. Una crisis que continúa a día de hoy”.
¿Cómo impacta a la transición de Biden?
La administración Trump no está cooperando con el equipo de Biden, que no ha podido mudarse a las oficinas del gobierno federal ni acceder a los fondos para contratar personal. Una parte rutinaria del traspaso presidencial.
Biden ha calificado de “vergüenza” el hecho de que Trump no le haya reconocido pero ha seguido sentando las bases para su futura administración.
Ha recurrido a expertos en finanzas, comercio y regulación bancaria para formar su equipo, que van desde demócratas convencionales hasta activistas progresistas. “Vamos, avanzaremos de manera consistente, construyendo nuestra administración en la Casa Blanca y decidiendo a quién elegiremos para los puestos del gabinete. Nada va a detener eso”, aseguró este martes.
Pero el retraso en la transición puede tener importantes implicaciones en el mundo real. Las controvertidas elecciones de 2000, en las que George W. Bush fue finalmente declarado ganador sobre Al Gore, ralentizaron el proceso de la administración Bush para poner en marcha su equipo de seguridad nacional. La demora pudo haber contribuido a que no se detuvieran los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, como señaló el Informe de la Comisión del 11 de septiembre: “Dado que una elección presidencial en los Estados Unidos trae consigo un cambio total en el personal, esta pérdida de tiempo obstaculizó a la nueva administración las tareas de identificar, reclutar, compensar y obtener la confirmación del Senado de las personas designadas clave”.
¿Puede Trump ser destituido físicamente de su cargo?
Si Trump sigue siendo un “ocupa ilegal” en la Casa Blanca, ¿entonces qué? El general Mark Milley, presidente del estado mayor conjunto y principal oficial militar del país, ha señalado que las fuerzas armadas no se involucrarán en la transferencia de poderes. Biden, por su parte, se mostró en desacuerdo y pronosticó en junio que el ejército podría intervenir si Trump se niega a dejar el cargo. “Te lo prometo, estoy absolutamente convencido de que lo escoltarán desde la Casa Blanca con gran rapidez”, dijo al presentador del Daily Show, Trevor Noah.
Si bien Lindstaedt no cree que Estados Unidos se enfrente a ningún escenario similar al de Libia, sí podría haber un retraso para que Biden tome de una vez el mando. “Es difícil predecir quién destituirá a Trump a la fuerza cuando el secretario de estado y el fiscal general están de acuerdo con las declaraciones falsas de Trump sobre las elecciones”.
¿Está Trump avivando a sus seguidores?
Casi el 80% de los estadounidenses, incluida la mitad de los republicanos, reconocen a Biden como el legítimo ganador de las elecciones, según una encuesta de Reuters / Ipsos publicada el martes. Pero esto también sugiere que uno de cada cinco no ve a Biden como el ganador, y es esta “base” la que Trump puede estar tratando de avivar.
“Todas estas tácticas de disuasión influyen en las creencias de sus partidarios de que realmente les robaron las elecciones, lo que alimenta aún más su enfado hacia la otra parte”, apunta Lindstaedt.
“Este comportamiento antidemocrático de Trump rompe nuestras normas y podría tener efectos duraderos si los futuros republicanos, o demócratas, deciden no ceder y llorar ante la falta de pruebas. Es el discurso de la persona que hace una concesión lo que es fundamental para llegar a una transferencia pacífica del poder y para comunicar a sus seguidores que la pérdida fue legítima y que es hora de seguir adelante”.
Este texto fue publicado originalmente de la edición británica de El HuffPost, y ha sido traducido del inglés.