La encrucijada de España
Nuestro país está en una encrucijada peligrosa y es probable que no salga de ella después de las elecciones.
Atendiendo la amable petición del director de este medio, voy a intentar exponer brevemente cómo veo yo la situación de España de cara a estas próximas elecciones generales.
En mi opinión, España está en una encrucijada peligrosa y es probable que no salga de ella después de las elecciones. La deriva radical del señor Sánchez, que ahora se nos presenta como adalid de la moderación, ha dejado un panorama político de imposible solución porque cualquiera de los dos bloques que logre vencer se va a encontrar un país crispado, dividido y poco dispuesto a lograr los consensos necesarios para que las cosas funcionen medianamente bien.
Si gobierna Sánchez con sus actuales socios y tiene cuatro largos años por delante creo que la España constitucional que hemos conocido y disfrutado durante los últimos 40 años pasará a la historia porque el ritmo lo marcarían los que quieren acabar con ella.
Si, por el contrario, gana el bloque de centro derecha con el apoyo de Vox (que creo que es lo que va a pasar), la izquierda radical, como ya ha hecho otras veces, tomará las calles y tratará de crear un clima irrespirable que aprovecharán también los nacionalistas para tensar más la cuerda de la confrontación.
Lo menos malo, en mi opinión, sería una derrota de Sánchez y su consiguiente destitución al frente del PSOE, que es lo que desean muchos de sus compañeros de partido. España necesita que el socialista vuelva a ser ese partido de izquierda moderado que tanto aportó durante los años de la Transición de la mano de Felipe González, Guerra, etcétera, a quienes vemos ahora como verdaderos hombres de Estado frente al pésimo nivel de sus actuales jefes.
Creo que no hay nada decidido y que, aunque las encuestas insisten en dar ventaja a Sánchez, el escenario más probable, por lo que yo palpo en la calle, es una victoria del centro-derecha como ya pasó sorpresivamente en Andalucía el 2 de diciembre.
Mi quiniela sería unos 85 escaños para el PP, 50 para Vox, y 45 para Ciudadanos, que sumarían alrededor de 180, mayoría absoluta.
No obstante, creo que gobernará Casado con Rivera de vicepresidente y Arrimadas de ministra, y que Vox optará, con buen criterio, por mantenerse vigilante, entre otras cosas porque no tienen demasiada gente con experiencia como para ocuparse de gestionar ministerios.
Sobre la aparición de Vox, que es la gran novedad de estas elecciones, creo que es normal. Ocupan un lugar a la derecha del PP que estaba libre, igual que Podemos ocupó un espacio a la izquierda del PSOE y todo el mundo lo asumió como normal.
El éxito de Vox tiene un gran mérito, aunque en buena parte se lo debe a Sánchez y a sus pactos con los nacionalistas radicales, así como a la tibieza del PP en este y otros asuntos como la corrupción, la inmigración, la educación o las desigualdades y despilfarros del Estado autonómico.
Vox recoge votos de mucha gente descontenta, entre los que hay jóvenes sin empleo, divorciados que no pueden ver a sus hijos, aficionados a los toros, cazadores, gentes del campo, nostálgicos del franquismo y sobre todo mucha gente normal preocupada por la unidad de España y harta de las imposiciones del pensamiento único de la izquierda. No deja de ser en cierta manera populismo de derechas, pero es que en España lo que no sea un poco populista no funciona ni en política, ni en cualquier negocio. Un poco de populismo es lo que le faltaba a Rajoy o lo que le falta a Rivera, gentes que apuestan por un modelo europeo algo más frío y menos latino, aquí nos gusta que nos toquen la fibra...
Echo en falta figuras de consenso que sean capaces de encontrar caminos de entendimiento para los españoles, como aquellos políticos de la Transición que dejaron a un lado sus diferencias para buscar un futuro para las generaciones venideras. Ahora solo se piensa en clave electoral, y eso es a la larga un desastre para el país.
Pienso que estamos a un paso de tirar por la borda algo tan sagrado como la convivencia que tanto nos costó conseguir, y es una pena porque me gustaría que mis hijos puedan vivir en un país como el que yo he conocido, próspero, tolerante y abierto al mundo, y no en una España dividida y radicalizada que cada vez recuerda más a la de aquellos espantosos años 30 que algunos se empeñan en desenterrar.