Encaje de bolillos para cerrar una coalición opositora que desbanque a Netanyahu
La coalición que lidera Lapid tiene 58 escaños pero necesita al menos 61. Necesita de los partidos árabes. Sin contar con la posibilidad de tránsfugas que impidan la suma.
El opositor centrista Yair Lapid, que lidera las negociaciones del llamado bloque del cambio, reconoció hoy “obstáculos” para encajar la variopinta coalición que tiene de plazo hasta el miércoles para formar un nuevo Ejecutivo en Israel que ponga fin a la era de Benjamín Netanyahu, que lleva 12 años seguidos en el poder.
Después de que Lapid lograra el apoyo crucial del ultraderechista religioso Naftali Bennett, a cambio de cederle la jefatura durante los dos primeros años a pesar de contar con solo siete escaños, tan escasos como vitales, continuaron las negociaciones que deben arrastrar el necesario apoyo de alguna de las formaciones árabes, de difícil encaje ideológico en un Ejecutivo de marcado corte derechista.
Guideón Saar -exmiembro del Likud de Netanyahu y hoy líder de Nueva Esperanza, también parte del bloque del cambio- apostó por seguir intentándolo, aunque asumió que “incluso ahora, no está claro si se formará un Gobierno”.
Las posiciones de la Lista Unida árabe, con 7 escaños, o la islamista de Raam, con 4, son determinantes para alcanzar la mayoría de 61 diputados de los 120 del Parlamento israelí (Knéset) para consolidar el Gobierno.
El solo apoyo de uno de las dos posibilitaría un Ejecutivo sin precedentes en Israel: sin Netanyahu -tras 15 años en el poder, los últimos 12 consecutivos-; sin partidos ultraortodoxos -que han acaparado una gran influencia en los últimos años, y con una fuerza árabe no solo facilitando un Gobierno sionista, sino uno liderado por Benet, quintaesencia de la derecha israelí, exlíder colono y activo defensor de la anexión de los territorios palestinos.
Encaje de bolillos
Netanyahu, primer ministro en funciones que ve en peligro su continuidad, cargó contra Bennett y le acusó de “traicionar” al electorado, que votó mayoritariamente por formaciones de derechas, por sumarse a un “peligroso Gobierno de izquierdas”.
Pese a las alarmas elevadas por Netanyahu, lo cierto es que la mayoría de las fuerzas que componen el bloque del cambio son de tendencia derechista, en un escenario político donde las posiciones ideológicas de derecha-izquierda difieren de los marcos internacionales, con el eje del centro más virado hacia la derecha en Israel, y condicionado en gran medida por la relación con la cuestión palestina.
Con los 7 diputados que aporta Yamina de Benet, Lapid cuenta ya con 58 asientos: los de su formación Yesh Atid (17), los del Partido Laborista (7), el izquierdista Meretz (6), el centroderecha Azul y Blanco (8), el derechista Nueva Esperanza (6) y el ultranacionalista Israel es Nuestra Casa (7) de Avigdor Lieberman.
Los partidos árabes que representan a la población de origen palestino encaran ahora un dilema. Si bien, Mansour Abás, del islamista Raam, accedió hoy a negociar con Yamina su apoyo externo, lo que implicaría que no entrarían en el Gobierno con puestos ministeriales pero sí podrían lograr posiciones importantes en comités vinculados al bienestar de los ciudadanos árabes de Israel.
48 horas para un pacto final
Sin pacto final por el momento, y a la espera de que se defina el reparto de cargos, Benet -exlíder del Consejo colono Yesha- alternaría la jefatura de Gobierno con Lapid; Lieberman está llamado a ocupar la cartera de Finanzas y el resto de formaciones tendrían carteras ministeriales, excepto Raam, si finalmente compromete su apoyo.
Según el diario Haaretz, su líder Abás solicitó hoy el cargo de viceministro de Interior en una reunión con la diputada de Yamin Ayelet Shaked. El apoyo de la Lista Unida parece, sin embargo, descartado: “No apoyaremos un Gobierno encabezado por Benet. Si eso significa que tenemos que celebrar elecciones, entonces las celebraremos”, adelantó hoy la diputada Aida Touma-Sliman.
Pese a los obstáculos ideológicos y las luchas de poder, Lapid se mostró hoy confiado en lograr un acuerdo de gobierno unitario, algo que deberá garantizar al presidente israelí, Reuvén Rivlin, antes del miércoles a medianoche, cuando expira su mandato como candidato a formar un Ejecutivo, cuya composición final deberá conformar en un plazo de siete días desde entonces.
“Podemos terminar esto la semana que viene. En una semana, el Estado de Israel puede estar en una nueva era con un primer ministro diferente”, declaró hoy optimista en su primera comparecencia tras cerrarse anoche el acuerdo con Bennett.
Netanyahu, que ya ha hecho historia como el primer ministro más longevo de Israel y el único juzgado en activo por corrupción, es hoy también la figura aglutinante que haría posible una coalición de Gobierno sin precedentes, aunque solo sea para desbancarlo.