En los mundos de 'Yupijóo'
Por los resultados en estas semanas feijóoanas las expectativas puestas en el presidente de la Xunta puede que hayan sido excesivas.
Dos relevantes jueces conservadores han renunciado preventivamente ir al Tribunal Constitucional. En los tiempos que corren hay que descartar, porque hay indicios sobrados para ello, que no les guste el destino; las razones son las circunstancias: el descrédito al que el Partido Popular ha sometido, a conciencia, fríamente, cínicamente, y empleando todos los métodos del filibusterismo azul, al orbe judicial.
El canario Manuel Marchena, ya tuvo un pronto de dignidad, con portazo incluido, cuando el entonces portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, en noviembre de 2018 guasapear en confianza a su grupo que el acuerdo para la renovación del CGPJ con el PSOE, coito interruptus, fue “una jugada estupenda” porque controlarían la sala segunda del Supremo desde detrás.
“En otras palabras, el mismo número pero ponemos un presidente excepcional (Manuel Marchena), un gran jurista con una capacidad de liderazgo y auctóritas que las votaciones no serán 11-10 sino cercanas al 21-0 y además eso de manejar a la Sala II en la sombra”. El escándalo fue fenomenal. Además de marrulleros, idiotas. Marchena renunció ipso facto, se negó a participar en aquel contubernio porque para un juez, aunque haya muchos que no lo practiquen, la apariencia de imparcialidad no es solo una obligación legal, así está escrito, sino que tiene que ser una convicción moral. Lo que se ejemplifica con el viejo aforismo de que la mujer del César no solo tiene que ser honesta sino parecerlo. Si lo aplicáramos a la actualidad… Pero, bueno, más vale no seguir con este ejemplo en el ámbito de las togas y las puñetas.
Las últimas maniobras corsarias del llamado ‘bloque conservador’ para impedir la renovación del CGPJ y del TC, entre otras espurias razones conservacionistas porque quieren conservar su puesto y aspirar a más altos acomodos dedocráticos, indica que estas virtudes éticas no son lo amplias que debieran en las Altas Instituciones del Estado. ‘Dios le da sombrero incluso al que no tiene cabeza’, me dijo en el bachillerato un cura claretiano.
La otra deserción (en grado por ahora de tentativa) ha sido la del actual presidente el CGPJ y del TS Carlos Lesmes. Su amenaza-advertencia de que dimitirá si de firma inmediata el PP no encuentra la salida del laberinto del minotauro, que para eso hoy se dispone del mejor ‘dron’ que son las reglas de la democracia. Nadie sabe lo que de verdad piensa cabeza ajena, pero mucho me temo que este jurista de derechas ha llegado a esa línea que considera que no se debe traspasar. En las dos anteriores inauguraciones del año judicial ya advertía este juez de natural circunspecto al menos en público, que era imprescindible y urgente la renovación que ordena de Constitución y que ha sido trileramente aplazada. Los trileros colocan un garbanzo en tres vasos. Aquí no hay garbanzos, con lo cual no hay ninguna posibilidad de ganar… un acuerdo.
Pero ni caso. El episodio de este plante me recuerda aquella verídica anécdota, contada por el novelista, biógrafo e historiador André Maurois, que sin embargo impidió una cierta modernización de Rusia cuando miles de soldados gritaban ¡Viva la Constitución! creyendo que era la mujer del Gran Duque Constantino. Aquellos soldados salidos de los siervos eran pobres hombres analfabetos. Lo insólito e inadmisible es que tal grado de desaliño mental afecte a la mayor parte de la tropa ‘popular’ en la cúspide judicial. ¡Cómo será de grave la situación en la base!
Lo cierto es que Feijóo está en medio de la escalera, y ni los más afamados expertos de su tierra gallega saben a ciencia cierta si su intención es subir o bajar; o si está asombrado, con el mal de la altura, falta de oxígeno en el cerebro, colgado de la brocha en el altiplano mientras pintaba sus poderes en el aire. Entre tanto es muy probable que ni Lesmes ni Marchena ni otros posibles candidatos solventes quieran verse liados en un procedimiento en los tribunales europeos. Sería probablemente inaudito, pero lo inaudito siempre acaba por llegar si se dan las circunstancias extremas, que el Gobierno acuda a la instancia judicial europea denunciando la pertinaz insumisión constitucional.
Porque en España está estallando, o floreciendo una hiedra a la húngara. Y por mucho que portavoces del PP vayan a Bruselas en romería, en la capital de Europa no celebran la festividad de la Virgen del Pino, sea pino canario o pino gallego. Y las ofrendas están muy reguladas.
Campaña vixilancia distracción, ponen estos días los letreros luminosos de avisos de la Xunta en las autopistas y carreteras. También, en las obras de ensanche de la vía de Ferrol a Ortigueira entre San Sadurniño y el cruce de Somozas hay otros carteles: “Atención tramo sin pintar”, o “atención salida de camiones”. Por los resultados en estas semanas feijóoanas las expectativas puestas en el presidente de la Xunta puede que hayan sido excesivas.
Por ahora, y aplicando la primera propiedad transitiva, está cayendo en los hoyos de los pinos podridos como un pardiño. Puede que en Santiago, pareciera un nuevo Fraga, pero qué va, ni a monaguillo le llegaría al ‘patrón’. Aunque el botafumeiro provoca visiones. Vamos a ver: seguir con la estrategia de Casado provoca ‘casadismitis’. No basta con ser más educado, aparentemente. Decir no a todo lo que proponga Sánchez es un error. Ahí están los titulares de los fracasos, que al ser muchos, ni uno ni dos, docenas, ya van calando en la gente. Como es fama en el orvallo, que no moja pero empapa. Al final lo que ha conseguido Génova 13 es que Europa mire al PP como un pintoresco pero peligroso endemismo populista.
La verdad verdadera es que en estos momentos la mayor parte de los 27 aplica el modelo español anticrisis: en cuanto al ahorro energético, en cuanto a los topes al gas, en cuanto a los impuestos a la banca y a las industrias eléctricas, en cuanto a las ayudas económicas a los ciudadanos… Y en cuanto a rebajar los costes de la industria de alto consumo eléctrico que vive una enorme crisis, algunas han tenido que parar la producción porque ya trabajaban a pérdida. Esto no es nuevo, aunque el PP le eche la culpa a un contubernio judeomasónico internacional como denunció el dictador en la Plaza de Oriente al principio de su atroz moribundia. En tiempos de Mariano Rajoy ya altos cargos del gobierno vasco explicaban que el mayor obstáculo para las exportaciones no eran los altos salarios de los obreros especializados, era el precio de la electricidad, más barato en sus directos competidores: Reino Unido, Alemania, Francia…
Desde luego, han sido tantos los fracasos tácticos y estratégicos que ya empiezan a circular chistes. Y los chistes, icebergs del ridículo, pueden matar. El veneno no es solo la dosis, como defendía Paracelso; también es la diócesis si no se aplica el método científico. Si se huye de la realidad, se desprecian los datos y se pierde de vista la función principal de la oposición, que tenga el color que en cada momento tenga. Mejorar la oferta, señalar los defectos de los planes del Ejecutivo, y, sobre todo, estar al tanto de lo que ocurre en nuestro entorno geopolítico y geocomercial. Leer la prensa, no solo fan y afín.
Hacer bandera de la contra, puede conducir al abismo. Ponerse corbata hasta en bañador para protestar contra las medidas de ahorro de energía —hoy generalizadas en la UE— y presumir de antisanchismo no es solo una probable consecuencia del fracaso de la reforma psiquiátrica de los 80 sino un talibanismo bobalicón... pero dañino. El cerrilismo en la lucha contra la covid, el instinto del escorpión de dificultar los medios de ‘combate’ en aquella ‘guerra’ sanitaria; el ignorar que los datos de que se partían habían sido falsificados por China… toda esa charada acabó con caceroladas y con un aumento del negacionismo pandémico y un aumento de la estrechez mental. Ir sin mascarillas se convirtió en una bandera para los crédulos de la banderita en la pulsera. Negacionismo que hasta muy poco antes se había aplicado al cambio climático. Y al divorcio. Y al derecho al aborto. Y al feminismo de la igualdad….Todo lo cual ha conseguido el efecto boomerang de convertir a Pedro Sánchez, quién lo iba a decir cuando recorría España en su coche y ligero de equipaje, en un celebrado estadista europeo.
En momentos históricos puede haber algo erótico en creer que el poder ya tiene destinatario, pero lo que es suicida es el papel histérico. Como decía José Sacristán en El País “La prisa es una mierda…. Lo primero es antes…”.