Empleados y motivación: cuando un buen sueldo y estabilidad ya no son suficientes
Nos encontramos ante una nueva oleada de tendencias en cuanto a motivación al empleado.
¿Quién no se ha levantado por la mañana con pocas ganas de ir al trabajo? ¿Quién no ha pensado que podría estar produciendo más de lo que lo hace o ha querido cambiar de empresa? ¿Quién no se ha sentido, en definitiva, poco motivado? La necesidad de estar motivados en el puesto de trabajo, las ganas de trabajar felices, es algo que todos tenemos en común. Y común es también que de vez en cuando el entusiasmo y el compromiso decaigan. Sin embargo, algo tan personal y tan humano como la falta de motivación es algo que una empresa no se puede permitir.
La motivación es muy personal. Distintos factores, internos y externos, determinan nuestra forma de actuar y nuestro grado de satisfacción. Y lo que para unos es estimulante, para otros no; lo que para unos es una necesidad, para otros es secundario. Además, estas diferencias se multiplican a medida que aumenta la diversidad en el seno de las compañías, una tendencia imparable. Por eso, los Recursos Humanos deben dedicar mucho más tiempo y esfuerzo que antes a crear puntos comunes y políticas personalizadas que estimulen la felicidad del usuario y su grado de compromiso con la empresa, puesto que eso, al final, evitará la fuga de talento, repercutirá en la productividad y mejorará los resultados de la compañía.
Para complicar las cosas un poco más a los departamentos de Recursos Humanos, la motivación de los empleados va cambiando en el tiempo. Mientras que durante un tiempo lo más valorado era la estabilidad y un buen sueldo, ahora son muchos los factores que entran en juego: la posibilidad de conciliar la vida familiar y personal, la necesidad de aprender constantemente cosas nuevas y adaptarse, sentir que se contribuye a causas como la defensa del medio ambiente, etc. Una serie de factores que además de incidir en la motivación, crean en el empleado la necesidad de “moverse”, una inquietud constante por conocer qué hacen otras empresas, con la mente abierta al cambio.
Como respuesta a esta realidad, nos encontramos ante una nueva oleada de tendencias en cuanto a motivación al empleado, que además no están al alcance únicamente de grandes corporaciones, sino que pequeñas y medianas empresas, con tantísima presencia en nuestro país, las pueden poner en práctica. Estas técnicas se centran en la personalización de la experiencia del empleado, un concepto relativamente reciente, pero cada vez más presente, que abarca todo el desarrollo del trabajador, no solo a nivel profesional, sino también personal.
Por ejemplo, una buena forma de potenciar el talento interno es a través de los conocidos como programas implacement, una fórmula a través de la cual las organizaciones emplean técnicas de selección de personal de forma interna. ¿Qué se consigue con ello? Un análisis de las capacidades únicas de cada empleado, para conseguir adecuar sus funciones e incluso su puesto dentro de la empresa. También contamos con la más famosa gamificación, es decir, aplicar mecánicas de juego en el ambiente laboral para así despertar desafíos y reforzar el sentimiento de equipo. Estas mecánicas son muy atractivas para los empleados más jóvenes, pero también son capaces de ayudar a fomentar el compañerismo entre trabajadores de diferentes generaciones.
Como decía, también es fundamental prestar atención a la formación del empleado para que pueda aportar más dentro de la empresa y que, al mismo tiempo, sienta que evoluciona. Y es importante hacerlo de forma amena y creativa. Nuevas técnicas como el Snack Learning imitan los hábitos que tenemos diariamente de consumir contenido para aplicarlos a la enseñanza. A través de pequeñas píldoras, las empresas pueden ofrecer a sus empleados pequeños tutoriales a modo formativo que puedan visualizar cuando quieran, adaptándose más al ritmo de vida actual. Dicho sistema también permite a los empleados la personalización de contenidos, consiguiendo una mayor implicación y rendimiento.
Como vemos, estas nuevas necesidades de los empleados traen consigo un gran reto para las empresas. Ya no basta con asegurar buenos sueldos y cierta estabilidad, sino que la realidad actual demanda de la empresa un gran esfuerzo de empatía y personalización. Afortunadamente, no son pocas las herramientas que nacen cada día para ayudarnos a resolver estos nuevos retos. Los responsables del capital humano “solo” deben estar atentos a lo que sucede dentro y fuera de las paredes de su compañía y dedicar el tiempo necesario para averiguar qué mantendrá motivados a sus empleados. Teniendo en cuenta que las empresas son las personas que las forman y que las personas cambian cada día… su futuro depende de ello.