Elvis García, profesor de Harvard: "Claro que podemos salvar la Navidad, solo tenemos que ver cuántos muertos queremos"
El experto en Salud Pública afirma que "estamos a unos días de frío de que esto se desmadre de nuevo".
Elvis García lleva combatiendo enfermedades prácticamente durante toda su vida. Este profesor de Salud Pública en la prestigiosa universidad de Harvard es una de las voces más respetadas a la hora de hablar de cómo controlar enfermedades contagiosas que afectan a la salud humana.
Su afán por mejorar los sistemas de salud de países en vías de desarrollo le llevaron a participar y dirigir numerosos proyectos con Médicos Sin Fronteras. Abordó áreas propensas a la malaria de la República Democrática del Congo y de la República Centroafricana. También se encargó de organizar la respuesta a la epidemia de cólera en Haití o de ébola en Liberia.
Asimismo trabajó en campos de refugiados en Uganda o Somalia y dio atención médica en los conflictos de Afganistán, Pakistán y Yemen.
García, que ya destacó el pasado mes de marzo, entre otras, las tres áreas en las que habría que invertir para evitar nuevas pandemias (prevención, control y respuesta), valora la situación de la covid-19, su gestión y su futuro más cercano.
¿Cómo ve la evolución actual de la pandemia?
La situación es preocupante, pero a mí también me genera incredulidad. No tanto porque la pandemia haya vuelto a golpear, que era lo esperado, sino incredulidad por ver lo mal preparados que estaban los gobiernos. Puedo entender, que no excusar, una limitada capacidad de respuesta durante la primavera, pero ahora no hay excusa posible.
¿Pensó que podríamos volver a llegar a una situación similar a la de marzo?
Estaba claro que no se estaban haciendo los deberes durante el verano. Se pasó muy rápido del confinamiento a la apertura del turismo, pero no se pusieron medidas activas del control de la epidemia. Es decir, limitar el aforo de bares y restaurantes es una medida de medio pelo que intenta limitar la rápida escalada de casos, pero que no ataca el problema de raíz.
¿Qué errores se han cometido?
Dos grandes errores. El primero fue trasladar responsabilidades a las autonomías en lugar de un plan nacional con fondos adecuados y unificación de criterios. El segundo, que se está repitiendo de nuevo, es el de establecer medidas de restricción de movimientos para controlar la propagación de la epidemia, pero no acompañarlo de una estrategia de test y de rastreo de contactos a escala nacional. Esto es pan para hoy y hambre para mañana.
¿Es necesario un confinamiento domiciliario o el toque de queda y las restricciones de aforos pueden ser suficientes para frenar el virus? Otros países europeos ya han decretado el confinamiento.
En este momento hay dos líneas de acción. La primera es contener el virus con un gran confinamiento como se hizo en su momento acompañado de una política de test y de rastreo para que, una vez relajadas las restricciones, los nuevos focos, que serán pocos y puntuales, se puedan controlar rápidamente y así mantener el virus a raya.
La segunda línea de acción es la que España ha elegido: pequeñas o grandes restricciones según la capacidad del sistema de salud para soportarlo, volver a abrir y empezar de nuevo el ciclo. Todo esto hasta la llegada de una vacuna que acabe con el virus. Habrá pocos expertos en salud pública que defiendan esta elección.
Madrid ha conseguido de momento controlar la pandemia, Cataluña parece que también. ¿Que las dos comunidades más pobladas hayan logrado frenarla debe ayudar al resto a pensar que es posible?
Ojo con esta afirmación. En mi opinión decenas de muertos al día y cientos o probablemente miles de nuevos contagios diarios en la Comunidad de Madrid no es controlar nada. Tenemos la capacidad hospitalaria exprimida y un personal sanitario que está haciendo un trabajo ingente. Estamos a unos días de frío de distancia de que esto se desmadre de nuevo.
A falta de una vacuna, ¿incrementar el uso de los test de antígenos puede ser decisivo?
Cae de cajón que escalar el uso de test es la manera más fácil de gestionar esta epidemia sin tener que encerrar a la gente en casa o pausar la economía. Los países asiáticos lo llevan haciendo desde el principio y les ha ido bien. Reto a alguien a que encuentre una justificación para no hacerlo o una alternativa igual de válida.
¿Cómo valora la gestión de Fernando Simón?
No estoy en posición de valorar su gestión porque no conozco cuál es su capacidad real de acción. Ha hecho un excelente trabajo de comunicación, que no es fácil. Y supongo que ha tenido que lidiar por un lado con lo que él querría implementar y con la realidad que implica gestionar las presiones del gobierno, la oposición, los lobbies de empresarios, los medios y la población.
Yo soy el primero en criticar la respuesta de las autoridades, pero me parecería un error señalar a una persona. No sabría decirte si en este clima político y social alguien lo hubiera hecho mejor en su posición.
¿Se puede salvar la Navidad, tal y como se está diciendo?
Ese es el error, seguir pensando en términos de normalidad, como si nada hubiera pasado. Quisimos primero salvar la temporada turística, y así estamos. Por supuesto que podemos ‘salvar la Navidad’, solo hay que poner en la balanza cuántos fallecidos estamos dispuestos a asumir para poder ir de compras y salir de fiesta.
¿Cómo van a ser las suyas? Haga alguna recomendación a la población.
Mi recomendación es que hagan el esfuerzo por pasarlas en casa. Que hagan las compras online o por teléfono si es en pequeños negocios, o que lo escalonen en el tiempo para evitar aglomeraciones. Que busquen alternativas para compartir estos momentos con la familia utilizando la tecnología. O hacemos esto o estaremos creando las condiciones perfectas para otro pico de casos a partir de enero.
¿No descarta que llegue una tercera ola en enero/febrero con otro posible confinamiento en marzo?
O cambian las cosas dramáticamente, o estos picos seguirán siendo recurrentes. Sí que hay motivos para el optimismo, ya que a medida que entendemos mejor la enfermedad, la mortalidad desciende. Pero si el gobierno no implementa las medidas que los profesionales de la salud pública llevamos pidiendo desde el principio seguiremos enfrentándonos a una ola tras otra.
¿Hay tiempo para que el verano del 2021 sea más o menos normal?
Claro que hay tiempo, sobre todo después del anuncio de efectividad de la vacuna de Pfizer. Pero la vacuna no es suficiente, y si me atengo a la experiencia previa, no estoy seguro de que ni nuestros gobernantes ni tampoco la sociedad estén dispuestos a hacer lo que la situación requiere. Es fácil culpar al gobierno, pero el ciudadano también tiene una responsabilidad. Debemos comenzar a utilizar nuestro sentido común. A estas alturas ya deberíamos saber qué cosas se deben hacer y que cosas no, y no porque haya una ley que nos lo diga.
Al hilo de la publicación de la nota de prensa de Pfizer, ¿cómo ha reaccionado a la noticia?
Son fantásticas noticias, esperábamos los resultados de las primeras vacunas, pero nadie se esperaba una efectividad del 90%. Esto es definitivamente un paso de gigante hacia el final del túnel. Dicho lo cual, la vacuna no es una ‘bala de plata’. Esta solución acarrea demasiadas incertidumbres. Aún con una efectividad tan alta, debemos conocer la duración de la protección, la capacidad de producción por parte del fabricante, la capacidad del gobierno para obtener las dosis necesarias, la gestión de la cadena de frío o incluso la voluntad de la gente a la hora de vacunarse.
Todos estos son parámetros clave que influirán en el éxito de la estrategia. De ahí que debamos de poner esfuerzos simultáneos en alternativas para combatir el virus (test, tratamientos, rastreo de contactos, mascarillas, educación ciudadana…). Cuando llegue la vacuna a gran escala, que no será posiblemente hasta bien entrado el 2021, bienvenida será, pero como una pieza importante de una estrategia más holística.
¿Una fecha para la normalidad previa total?
Aventurar eso sería imprudente. Dependerá en gran parte de la efectividad y disponibilidad de las primeras vacunas. No descartaría un futuro próximo en el que adaptemos nuestros hábitos para convivir con el virus. Nada muy dramático, por ejemplo, puede que la gente lleve mascarillas durante ciertos periodos del año, o que hacernos test en casa después de haber ido a un evento o al tener síntomas sea tan normal como utilizar el termómetro, o que nos vacunemos todos los años como si de la gripe se tratase. Esto será un escenario bastante realista hasta que haya una vacuna de verdad efectiva a medio o largo plazo.
¿Qué tiene que cambiar en occidente para que no vuelva a repetirse lo mismo? Asia lo ha sabido controlar mucho mejor.
Varios factores. Uno clave es que la clase política no ha estado a la altura, ha perdido la confianza de la ciudadanía y esta situación es parcialmente consecuencia de ello. El gobierno, a pesar de saber lo que debería hacer, ha tenido miedo de imponer medidas que pueden ser percibidas como represoras, como test masivos y obligatorios o seguimiento a través teléfonos. Es fascinante ver cómo la gente valora más una falsa idea de libertad que su propia salud. En Asia, que llevan muchos años pasando por ello, han entendido el orden adecuado de las prioridades.
¿Alguna petición para Pedro Sánchez a nivel científico?
Que escuche a los que saben de esto y no a los poderes fácticos. Que no lancen medidas haciendo cálculos de coste o rendimiento político, que intente hacer un gran pacto de estado para salir de esta. Por desgracia, sé que hablo a las piedras.