Comienza el escrutinio en Brasil en una jornada marcada por las largas colas
Lula da Silva asegura que el país no quiere "más odio" antes de votar en las elecciones más polarizadas.
Los colegios electorales de Brasil cierran tras una jornada en la que se han registrado largas colas durante todo el día. Las elecciones, las más polarizadas desde que Brasil recuperó la democracia en 1985, se han caracterizado por un clima de crispación entre el exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, el gran favorito en las encuestas de intención de voto, y el actual presidente, Jair Bolsonaro, quien busca la reelección.
Se ha pedido a los electores que no desistan: todos los votantes que estén en la fila a partir de la hora de cierre, podrán votar. Esto puede retrasar algo los resultados definitivos, que, según el Tribunal Superior Electoral, empezarán a salir durante la próxima hora.
Cuando ha sido escrutado un 70% del censo, Lula da Silva lidera con un 46,15% de los votos. Los primeros datos del Tribunal Superior Electoral (TSE) sitúan en segundo lugar, con un 45,14%, a Jair Bolsonaro, quien aspira a su reelección.
En caso de que ninguno de los candidatos alcance más de la mitad de los votos válidos, los dos más votados tendrán que enfrentarse en una segunda vuelta prevista para el 30 de octubre.
Lula Da Silva ha sido el más madrugador y ha ejercido su derecho a voto, 45 minutos después de que se abrieran las puertas del colegio electoral en Sao Bernardo do Campo, ciudad en la región metropolitana de Sao Paulo donde inició su carrera política. Así, ha manifestado que el país necesita “recuperar el derecho de ser feliz”. “Queremos un país que viva en paz, con esperanza y que crea en el futuro”, ha declarado.
“En 2018 no pude votar porque estaba preso, víctima de una mentira, y cuatro años después estoy votando con reconocimiento de mi total libertad y la posibilidad de volver a ser presidente de este país y que vuelva a la normalidad”, ha agregado Lula, quien permaneció en la cárcel durante 580 días por dos condenas de corrupción, posteriormente anuladas por el Tribunal Supremo.
Según las últimas encuestas, dadas a conocer el sábado, Lula tiene una clara ventaja de catorce puntos porcentuales sobre Bolsonaro, y recibiría entre el 50% y 51% de los votos válidos proyectados por las dos empresas demoscópicas más reputadas del país.
Diez minutos después de que Lula votara, el actual mandatario brasileño, Jair Bolsonaro ha acudido a su colegio electoral y ha ejercido su derecho al voto vestido con una camiseta de la selección nacional de Brasil.
Tras depositar su papeleta en un colegio de Río de Janeiro, Bolsonaro se ha mostrado convencido de que se llevará la victoria en primera vuelta y que las elecciones se desarrollarán sin problemas.
Más de 150 millones de brasileños han estado citados para dirimir una de las elecciones más polarizadas que se recuerdan. Además de presidente, los votantes elegirán gobernadores, diputados, un tercio del Senado y están llamados a renovar las asambleas legislativas regionales.
Desde que el candidato del Partido de los Trabajadores (PT) recuperó sus derechos políticos tras ser anuladas sus condenas, no ha habido sondeo que no le haya puesto de nuevo en el Palacio del Planalto doce años después.
Consciente de ello, el aspirante a la reelección por el Partido Liberal (PL), Jair Bolsonaro, ha centrado su campaña en poner en duda el sistema electoral brasileño y en recordar el pasado con la Justicia de su rival, al tiempo que hacía frente a una pronunciada caída de su popularidad, siempre en entredicho, aunque todavía más tras su gestión de la pandemia.
Brasil decidirá su futuro en un momento en el que tiene que lidiar con índices récord de inflación, una desigualdad de tiempos anteriores, el desempleo, y los estragos de la pandemia, mientras existe el temor de que Bolsonaro no reconozca los resultados de las elecciones, después de que haya estado apelando en numerosas ocasiones al Ejército y poniendo en duda al Tribunal Supremo.