Urna hechicera, ¡marabú!
Barcelona tiene poder: así está la trepidante batalla por el Ayuntamiento
“¿Sí? ¿Está ya? ¿Ya está escrutado? Biennnnnn”. Ada Colau estalla de alegría, detrás de ella todo su equipo de Barcelona En Comú. Emoción y brazos arriba de Gerardo Pisarello, Laia Ortiz y Jaume Asens. Una noche calurosa en Barcelona. A la activista de la PAH se le humedecen los ojos. Acaba de confirmarse que ha ganado las elecciones municipales. “Es la victoria de David contra Goliat”, proclama. “Sí se puede, sí se puede”, gritan sus allegados.
Era el 24 de mayo de 2015. Colau se convertía junto a Manuela Carmena ese día en la gran cara del cambio en las ciudades. Impulsada por los movimientos sociales, por el 15-M, por la indignación tras años durísimos de crisis económica. Barcelona, un auténtico parque turístico lleno de hoteles de cinco estrellas, pero que veía como la desigualdad crecía cada día y las colas del paro se habían alargado durante los últimos años. Y los barrios sentían que nadie se acordaba de ellos ante la brutal especulación de la vivienda. Cada día, un drama y un deshaucio. Una ciudad asfixiada.
Comenzaba una etapa en el consistorio desconocida, que levantaba miedo entre parte del establishment. Una legislatura por delante que acaba ahora. Y que, además, ha estado marcada política y socialmente por el 1-O en Cataluña. Unos duros días en los que Colau se puso el traje de “ni DUI ni 155”, lo que le valió críticas de independentista por parte de los constitucionalistas y de equidistante por parte de los soberanistas.
Y, ¿cómo están los puestos de salida para la batalla del 26-M? Colau logró hace cuatro años 11 concejales, por delante de CiU (10), Ciudadanos (5), ERC (5), PSC (4), CUP (3) y PP (3). Una composición que puso de manifiesto la fragmentación del electorado de barcelonés y que ha sido todo un rompecabezas dejando claro las dificultades para pactos de la actual alcaldesa -durante unos meses gobernó junto al socialista Collboni pero rompió unilateralmetne el acuerdo-.
La contienda del 26-M tiene ahora los siguientes protagonistas, frente a Colau: Ernest Maragall (Esquerra), Jaume Collboni (PSC), Manuel Valls (BCN Canvi-Cs), Anna Saliente (CUP), Josep Bou (PP) y Elsa Artadi (Junts). El caso de la última es especial, al ir realmente como ‘número dos’ en la lista de Junts, pero el primer puesto lo ocupa el exconseller preso Joaquim Forn.
¿Qué dicen las encuestas?
Encuestas, ansiedad de encuestas. Y lo que nos dan los sondeos hasta ahora es que la victoria se la disputarán entre Colau y Maragall. Según el CIS, hay prácticamente un empate: Barcelona En Comú (10-11) y Esquerra (9-11). Detrás quedarían Collboni (6-7), Valls (5-6), Artadi (5-7), Bou (2-3) y la CUP (2). Vox, que lleva a Ignacio Garriga, no lograría entrar en la plaza de Sant Jaume.
A estos comicios Colau llega con varios puntos a favor y otros en contra. Luces: mayor gasto social. Sombras: no haber cumplido con todas las viviendas prometidas, la subida de la inseguridad. Y tiene todo un reto: conservar la única gran administración dominada por los ‘comuns’, una opción política que ha sufrido mucho internamente durante estos años.
Pero el procés es un fenómeno que abarca toda la política catalana. Y el independentismo sueña con lograr por primera vez que una opción que se decante claramente por irse de España también domine el Ayuntamiento. Barcelona había sido siempre un bastión del socialismo, el PSC tuvo en sus manos el bastón de mando desde 1979 hasta 2011 (Narcís Serra, Pasqual Maragall, Joan Clons y Jordi Hereu). Y luego llegaría CiU con Xavier Trias, hasta 2015 y cuando todavía no habían abrazado completamente el independentismo.
El mejor situado para lograrlo es Ernest Maragall, que rompió precisamente el carné del PSC para engrosar las filas soberanistas. ERC llega con el viento de las elecciones generales, donde logró ser primera fuerza en toda Cataluña y en la ciudad de Barcelona. Los de Esquerra acarician tener la urbe como punta de lanza de su hoja de ruta y además supondría un particular sorpasso a Junts -con quien convive y compite por el espacio del separatismo-.
Esa ola precisamente del 28-A también espera que le sirva a Jaume Collboni (PSC). Los socialistas consiguieron ganar en 23 de los 78 barrios de Barcelona, incluidos todos los de Nou Barris -tradicional feudo del PSC y que en las últimas citas con las urnas se había volcado con Ciudadanos-. La estrategia del PSOE, según confesaba el propio candidato en una entrevista en El HuffPost, es la de presentarse como la única opción progresista no independentista con opciones. Y ya ha despejado la duda: rechaza de “plano” pactar con Esquerra. Por lo tanto, se disipa el vaticinio hecho por la derecha durante meses de que habría un tripartito Colau-Maragall-Collboni.
Además, en Barcelona aterrizó como un torpedo Manuel Valls. Un salto desde el otro lado de los Pirineos, con la complicidad de Albert Rivera. Era la opción llamada a aunar al constitucionalismo -pero PSC y PP no quisieron integrarse en su movimiento- y su estrella se ha ido apagando durante estos meses. Un experimento de política paneuropea que no está reflejandóse en los sondeos como se esperaba.
Eso sí, creen los naranjas que superarán los resultados de hace cuatro años. Otra de las encuestas recientemente publicadas, la de GAD3 para La Vanguardia, hace el siguiente reparto: ERC (11), Barcelona En Comú (10), PSC (7-8), Cs (5-6), Junts (5) y PP (2). Combinaciones diabólicas para lograr los votos necesarios al día siguiente. Colau sigue anhelando una entente con ERC y PSC, mientras que los de Maragall fantasean con un gran pacto con los ‘comunes’, Junts y la CUP.
Muy atentos estarán en el Partido Popular tras el batacazo del 28-A, donde sólo se consiguió un escaño en Cataluña (Cayetana Álvarez de Toledo por Barcelona) cuando tuvieron seis en las generales de 2016. La opción de Casado es Josep Bou. El empresario asistía un día a un acto y Javier Maroto le tocó la espalda: “Al señor Casado le gustaría hablar con usted”. Luego vino una cerveza y la oferta. Dio el paso por la situación que vive Cataluña, él tiene colgada una bandera española en su balcón y dice que en su Vic ya ni se hablan muchos amigos ni familiares. Ahora su objetivo es resistir y que el PP no desaparezca.
La ciudad condal vivirá otra gran nueva batalla de urnas. Ella tiene poder, Barcelona es poderosa, tiene poder. Gitana hechicera, ¡marabú! Mejor: urna hechicera.