La fuerza oculta del bolsonarismo conduce a Brasil a una segunda vuelta
El candidato ultra supera los resultados pronosticados en las encuestas: logra el apoyo del 43,2% del electorado, cuando los sondeos le atribuían un máximo del 37%.
El expresidente Luiz Inácio Lula da Silva ganó la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Brasil, pero la fuerza oculta del mandatario Jair Bolsonaro, que los sondeos no detectaron en toda su magnitud, ha forzado una ahora imprevisible segunda vuelta.
Lula, abanderado de un frente progresista, obtuvo un 48,3% de los votos, dentro del margen de error que proyectaba la mayoría de las encuestas, pero el líder de la ultraderecha logró el apoyo del 43,2% del electorado, cuando los sondeos le atribuían un máximo del 37%.
A tenor de los resultados regionales, ese caudal de electores que los sondeos no detectaron se escondía sobre todo en el estado de Sao Paulo, el mayor colegio electoral del país, donde el candidato a gobernador bolsonarista, Tarcísio Gomes de Freitas, obtuvo un 42%, siete puntos más de lo que previeron los estudios demoscópicos.
Deberá disputar también una segunda vuelta frente al progresista Fernando Haddad, delfín de Lula y favorito en los sondeos, que sin embargo se quedó en un 35%.
El resultado en Sao Paulo fue clave para que la diferencia de entre 12 y 15 puntos porcentuales que Lula mantenía en los sondeos frente a Bolsonaro se redujera a menos de la mitad, con lo que todo queda abierto para la segunda vuelta del próximo 30 de octubre.
También ayudó a Bolsonaro la reelección en primera vuelta del gobernador de Río Janeiro, Cláudio Castro, quien logró un aplastante 58 %, frente al 27 % del progresista Marcelo Freixo, una diferencia cuya amplitud no fue prevista por ninguna encuesta.
A la caza de los votos de Simone Tebet y Ciro Gomes
Serán ahora otras cuatro semanas de campaña y una de las claves estará en las posiciones que adopten la senadora Simone Tebet, del centroderechista Movimiento Democrático Brasileño (MDB), y Ciro Gomes, abanderado del Partido Democrático Laborista (PDT), que este domingo se repartieron el apoyo de casi el 8% del electorado.
Simone Tebet quedó en tercer lugar, con un 4,1%, seguida por Gomes (3 %), pero en sus partidos había sectores que habían anticipado su apoyo a Lula, ya para este domingo.
Con eso, Lula tendría un espacio mayor para pescar que Bolsonaro, a quien en principio se le dificultaría la necesaria tarea de sumar votos más allá de la ultraderecha y los sectores más conservadores que le apoyan.
Aunque Gomes había anticipado que no apoyaría ni a Bolsonaro ni a Lula, el PDT, históricamente próximo al exmandatario, ha insinuado que tendrá un lado en la segunda vuelta.
Tal vez por eso, el candidato laborista dijo este domingo, tras conocerse los resultados, que se tomará “unos días para pensar” y que consultará “con el partido” su decisión definitiva.
Tebet también fue esquiva tras el cierre de las urnas y dijo que hará consultas con el MDB, pero aclaró que no será “omisa”. “La palabra ahora está con el partido, pues soy respetuosa del proceso de decisiones, pero en un máximo de 48 horas me pronunciaré, porque tengo una responsabilidad”, declaró.
Lula y Bolsonaro, a “conversar con todos”
Lula, quien las dos veces que ganó las elecciones, en 2002 y en 2007, se impuso en segunda vuelta, adelantó que, como en esas otras oportunidades, está dispuesto a conversar con todos los sectores de la política a partir de mañana mismo.
Lo mismo dijo Bolsonaro, quien olvidó sus amenazas de no admitir un resultado adverso y hasta admitió que este domingo los brasileños manifestaron su “voluntad de cambio”. Y ya dio el tono de lo que será su campaña de cara al próximo 30 de octubre, al subrayar que “ese cambio no puede ser para peor”.
Citó los casos de Argentina, Chile y Colombia, países en los que la derecha fue desplazada por líderes progresistas en los últimos tiempos, e insistió en que los brasileños “no pueden correr el riesgo de perder su libertad”.
También aseguró que una victoria de Lula pondría en riesgo “la libertad religiosa” y el “respeto” que el actual Gobierno tiene por “la familia” y los “valores tradicionales”, con lo cual dio a entender que para la segunda vuelta subrayará aún más la agenda ultraconservadora con la que llegó al poder en 2018.