El vulnerable estado de la economía española ante el coronavirus
Los estímulos deben llegar ya a la economía si queremos, al menos, contener la situación.
Con todo el escenario que está provocando el coronavirus en la economía española, así como en la europea, si hay algo que estamos viendo en las noticias diariamente es la destrucción de empleo que se está generando. Y es que, en un escenario como el actual, no solo no estamos generando empleo, sino que los ERTEs, así como el cierre de grandes compañías, está provocando la suspensión de un gran número de contratos.
La paralización total de la actividad económica está provocando el asfixiamiento -a corto plazo- de las distintas compañías que, en estos momentos, se encuentran afectadas por la situación. Y sí, hablo de asfixiamiento por el mero hecho de que, en un escenario en el que los salarios se siguen pagando y los ingresos no proceden de ningún sitio, la situación, salvo escenarios en los que la empresa quiera destruir su patrimonio y su tesorería, es completamente deficitaria.
Es por esto que se ha empezado a recurrir a las herramientas convencionales de despido colectivo. Herramientas como los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo, conocidos comúnmente como ERTEs. El fin de estas herramientas es la suspensión temporal de los contratos de los trabajadores, siendo el objetivo de esto el minimizar los costes a lo máximo posible, evitando, por otro lado, el que estas suspensiones de la contratación deriven en despidos que, por otro lado, agraven aún más la situación.
Y precisamente es eso lo que solicitaba el Fondo Monetario Internacional (FMI) a los distintos gobiernos. La prioridad para el organismo multilateral en estos momentos es el evitar que las pérdidas se consoliden para las distintas economías afectadas por el brote vírico. Consolidar estas pérdidas por no adoptar medidas es un gran error que pocos países pueden permitirse. Y cuando hablamos de pocos, sí, España no está entre esos pocos. Es por ello que, de no aplicarse las medidas correspondientes, la situación para el país podría ser peor, incluso, que la situación actual.
Con un 14% de desempleo estructural en el país, un 33% en términos juveniles. Siendo el país de Europa con mayor tasa de desempleo juvenil, así como la segunda mayor tasa de desempleo absoluto, la incógnita de por qué somos un país que no se puede permitir la consolidación de pérdidas queda resuelta. Ahora bien, la incógnita de si estamos tratando de evitar esa consolidación de pérdidas mediante estímulos que traten de paliar la situación, provocando que las empresas sorteen el complicado escenario, por desgracia, sigue siendo una incógnita; además de ser una incógnita muy presente y preocupante.
Y es que, pese a las continuas promesas y declaraciones del Gobierno, las medidas siguen siendo insuficientes para paliar la situación. Tal es el escenario que la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), ya ha anunciado que, de no llegar las medidas solicitadas por dicha patronal, desde la misma se procederá a solicitar la baja de todos los autónomos, pudiendo así evitar el pago de cotizaciones y cuotas para esa totalidad de autónomos que, aun siendo pequeños autónomos, soportan una gran parte de nuestra economía. Una situación que tendría graves impactos sobre el PIB nacional, pudiéndolo llevar incluso a registros negativos al final de año e, incluso ir más allá, con recesión económica en los próximos meses.
Las recomendaciones del FMI, la OCDE, Bruselas, patronal e, incluso, sindicatos son muy claras. Los estímulos deben llegar ya a la economía si queremos, al menos, contener la situación y evitar que estos despidos acaben llegando a la economía real. Y es que, de no llegar, esa situación deficitaria que mencionábamos antes hará el trabajo por el Gobierno, provocando el cierre de empresas y comercios -cierre definitivo- y condenado a la economía española a una tasa de paro que, esta vez, sí que nos situaría como el país europeo con mayor nivel de desempleo.
Y es que, precisamente España, nuestro país, no ha entrado en crisis en un buen momento para su economía. La desaceleración económica que vivía el país, así como los malos indicadores que presentaba nuestra economía, mostraban una vulnerabilidad estructural. La exposición, con una deuda de partida que ascendía a niveles cercanos a la totalidad del PIB, nos dejaba con un fondo de maniobra muy escaso para adoptar decisiones.
Y eso es lo que precisamente vemos ahora. La economía española precisa de medidas y la situación que muestran las cuentas reflejan una clara limitación. Una limitación que, a su vez y pese a las ayudas europeas, mantiene al Presidente en una situación de desasosiego que le impide el adoptar medidas tan atrevidas como sí lo ha hecho Alemania, donde el desempleo y los niveles de endeudamiento son, y de lejos, menores a los que muestra nuestra economía. Sin embargo, y pese a la situación, las medidas deben llegar, pues si de partida el panorama es malo, cuando salgamos de esta, el escenario puede ser incluso peor.
Y, para terminar, aquí es donde quiero destacar la figura del empleo. Pues, pese a haberlo tratado durante el artículo, los niveles que muestra nuestro país, así como los efectos de la Ley de Okun en la economía española, mostraban una clara dificultad para crear empleo. Si a esto le sumamos que tenemos una tasa de desempleo estructural del 14%, y a la que volvemos a sumar los efectos negativos de una destrucción masiva de empleo en un escenario en el que las ayudas sean insuficientes, el paro podría adueñarse de la economía y las leyendas que nos acercan a escenarios similares al de 2008 podrían comenzar a cobrar sentido.