El tipo más borde y cortante que ha pisado 'First Dates' buscaba una chica única... y apareció una espectacular princesa Disney

El tipo más borde y cortante que ha pisado 'First Dates' buscaba una chica única... y apareció una espectacular princesa Disney

"Me ha llamado la atención".

Manuela, una tatuadora alicantina de 21 años, era clavadita a una princesa Disney. Aunque la chavala odiaba lo que estas representaban, tuvo que reconocer que muchos la asociaban en su día a día con Jasmine o Pocahontas. Sin embargo, ella pasaba de príncipes azules. "Representan el sometimiento de la mujer al hombre", ha explicado la chica, que acudía al restaurante deFirst Datesen busca de algo diferente, que se adaptase a su nuevo y optimista "nuevo yo".

Y entonces llegó el tipo más borde, desagradable, individualista, cortante y deprimido que había puesto los pies sobre el suelo del restaurante del amor de Cuatro. Su nombre: Sperk, un tatuador vallisoletano de 21 años.

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"Soy extraño, individual, único, no me abro a la gente porque no me fío de la gente. Doy impresión de ser una persona cerrada, borde y muy cortante. Tengo pocos amigos porque pocos me aguantan", planteó el chaval así, de primeras, como tarjeta de presentación.

El caso es que al tipo duro e inaccesible de nombre único —"soy único y necesito un nombre único", aseguró en un momento dado—, la chica le había gustado mucho de primeras: "No me ha disgustado, me ha llamado la atención", aseguró Sperk quien, cómo no, tuvo que poner la puntilla negativa afirmando que "entre tatuadores no nos llevamos bien".

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La cita se desarrolló, básicamente, con la chica hablando de cosas y con el chico mirándola con cara de póker. Ella intentaba mostrar su lado happy, mientras que él soltaba ráfagas de energía negativa que lo inundaban todo:

- Manuela. Pues yo quiero vivir 100 años.

- Sperk. Pues yo con llegar a los 30 me conformo.

- Manuela. Me lo esperaba. Eres ese tipo de persona. No me sorprende. A mí si me hablas de rollos que ya decía Kurt Cobain no me vas a sorprender... Pero de todo se sale.

- Sperk. Menos de la muerte.

El chaval defendía ante la cámara su nihilismo argumentando que odiaba a los niños y a los ancianos: "No me gustan los niños, ni las personas mayores, porque se creen con derecho a ser superiores. Yo cuando acabe mi etapa de juventud no voy a querer vivir más", soltó así, sin sonrojarse.

Mientras tanto, la chica se levantó al baño para hablar por teléfono con una amiga, a quien le explicó que el chaval era más básico que el mecanismo de un botijo: "El chico es un poco básico, va como de... se cree diferente pero es como todos. No es tan majo".

El caso es que Manuela intentaba descifrar por qué su cita era así:

- Manuela. Eres muy serio. ¿Qué signo eres?

- Sperk. ¿Crees en el horóscopo?

- Manuela. Sí.

- Sperk. Piscis.

- Manuela. ¿Piscis? Ah, guay.

- Sperk. Ahora todo tiene sentido, ¿verdad?

- Manuela. No, en realidad no...

En ese momento, comenzó una inacabable chapa de Manuela sobre astros e interacciones de los campos magnéticos que ya terminó de dejar tarumba del todo al chico.

"En la cita ella ha hablado mucho, y también es verdad que cuando yo he querido intervenir tampoco he tenido mucha oportunidad, porque no callaba, hablaba demasiado... aunque no me parece mal tampoco", defendió Sperk, quien sentencio: "Podría ser mi pareja perfectamente porque discutir y debatir me gusta".

Con estos mimbres, la sentencia final era indescifrable a priori: pese a su gesto borde y sus cortes, Sperk sí quiso una segunda cita porque "a pesar de las discrepancias podría salir muy bien o muy mal".

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Pero llegó el turno de Manuela: "En realidad no la tendría porque quizás me recuerdas a mi yo del pasado. Me desencaja un poco con mi vida actual. Te veo como amigo porque como pareja tendríamos demasiadas discusiones. Pero me lo he pasado bien en la cita porque me gusta la gente borde", le soltó así, sin anestesia ni nada.

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