El sexismo contra las atletas empieza muy pronto. Pregúntale a mi hija
El viernes por la noche, en lo que se suponía que sería un partido amistoso de pretemporada, a mi hija de 16 años y a una compañera suya les sacaron tarjeta roja en el equipo de voleibol del instituto.
A pesar de que he visto muchísimas competiciones de voleibol, no sabía que se pudieran sacar tarjetas, y que pase esto es muy poco común. ¿Qué terrible falta cometieron las chicas para ganarse una acción disciplinaria tan severa? Se intercambiaron las camisetas en el gimnasio.
Mi hija empezó el partido de líbero, una posición en la que tiene que usar una camiseta que contraste con la del resto del equipo. Para el siguiente set, el entrenador decidió poner a otra jugadora de líbero y a mi hija en una posición diferente, por lo que las dos tenían que cambiarse de camiseta rápidamente en el descanso de tres minutos que había entre sets.
En tres minutos apenas da tiempo para correr al vestuario, cambiarse y volver a la pista antes de que suene el silbato, y como eran el equipo visitante no tenían vestuario. Mi hija y su amiga intentaron cambiarse discretamente en una esquina del gimnasio, pero las pillaron y las sancionaron. ¿Qué se supone que deben hacer? Me lo sigo preguntando. ¿Irse al pasillo y que les vean en sujetador los clientes de la cafetería en vez de los fans de las gradas?
Según mi hija, que también juega en un club de voleibol oficial, son muy conocidas las normas contra el cambio de camisetas en la pista, pero casi nunca se siguen. De hecho, nunca ha visto que se empleen dichas normas, ni en un partido de instituto ni en uno oficial.
¿Por qué está prohibido cambiarse en el gimnasio? Si las normas surgen de ideas equivocadas sobre la modestia o el decoro, entonces ¿por qué se les exige a las jugadoras de voleibol que lleven pantalones tan, tan cortos? ¿Y por qué el uniforme de voleibol playa femenino es básicamente un bikini? El entrenador de mi hija les dijo a las chicas que pensaba que lo que el árbitro había hecho era sexista, pero tal vez el verdadero problema es que las normas en sí son sexistas y poco prácticas.
24 horas después del partido, el volcán del sexismo en los deportes femeninos estalló una vez más. En el U.S. Open, el juez de silla Carlos Ramos tomó varias decisiones cuestionables contra Serena Williams en la final. Williams se enfrentó a Ramos con decisión y furia durante el partido contra la actual campeona, Naomi Osaka, y terminó sancionada con más severidad que algunas leyendas del tenis como Jimmy Connors o John McEnroe.
La columnista de The Washington Post Sally Jenkins insinúa que Ramos "no iba a permitir que una mujer le hablara de esa manera". Otros fans y expertos culparon a Williams por el caos, y no quisieron empatizar con una mujer que sintió una falta de respeto injusta en un momento crítico de su carrera.
Tras el partido, Williams, entre lágrimas, prometió seguir luchando por los derechos de las mujeres, defenderse y expresar emociones sinceras. También mencionó el caso de Alizé Cornet, una jugadora francesa que recibió una advertencia de un árbitro por conducta antideportiva en la primera ronda del U.S. Open.
Al igual que mi hija y su compañera, Cornet tuvo problemas cuando se quitó la camisa donde no se la tenía que quitar. Por supuesto, los jugadores de tenis sudorosos se la cambian todo el tiempo, sin sanción. Más tarde, el U.S. Open aclaró que Cornet no había infringido ninguna regla. Williams, por otro lado, recibió una multa de 17.000 dólares por sus presuntas infracciones.
Veo todo esto y no sé qué decirle a mi hija o a su hermana pequeña, que juega al fútbol. Lo bueno es que participar en deportes permite a las chicas liberar su ambición, su agresividad, su pasión y su excelencia. En el gimnasio, en la pista o en el campo, deben sentirse libres para celebrar lo que su cuerpo puede hacer, no solo cómo es. Pero ya entienden cómo el mundo quiere controlar su cuerpo y limitar sus emociones.
Mis hijas también son de color, como Serena Williams, y hace mucho tiempo aprendieron que, en el deporte o en la vida, las normas casi nunca cederán. Ah, se me olvidaba decir que la niña a la que sancionaron junto a mi hija también es negra.
Las atletas tienen permiso para ampliar los límites que definen la feminidad tradicional, pero solo hasta cierto punto. Un aspecto de la grandeza de Serena ha sido siempre su intención de ampliarlos con más ahínco que nadie. Pero los hombres que controlan los partidos ―ya sea en Flushing Meadows o en los gimnasios de instituto― todavía no están listos para el progreso definitivo.
Este artículofue publicado originalmente en el 'HuffPost' Estados Unidos y ha sido traducido del inglés por Lucía Manchón Mora