El papelón de Ciudadanos y la ‘kelkaporta’ que abre el PP
De ser la nueva esperanza de la derecha liberal y conservadora, por breve tiempo, hasta que renegó de las gotas de socialdemocracia de su ideario y quiso ser de mayor un PP con cara amable, ha pasado a actuar solamente como un ayuda de cámara de los populares y, lo que es peor, un aliado de la ultraderecha neofranquista española.
Un triste destino. Albert Rivera, endiosado por su fulgurante aparición en el teatro político español –más o menos como Podemos, y los dos se han dado de repente contra el muro de la realidad– creyó, como Pablo Iglesias, que iba a tocar los cielos. Pero los cielos no se pueden tocar, en sentido figurado, claro, si no se tienen los pies en la tierra. Las elecciones generales del 28A fueron para él un toque de atención. Que no atendió. El 26 de Mayo, por consiguiente, fue el día de la cruda constatación del fracaso de su estrategia de sorpasso al PP.
Ciudadanos, si no cambia su doctrina del ‘cordón sanitario’ al PSOE, pasará a la historia política de estos años como el partido que quiso ser un modelo de europeísmo y fair play y se quedó como mero comparsa de Pablo Casado; y como quien permitió que la ultraderecha, o sea, Vox, entrara en gobiernos regionales y ayuntamientos.
Para más INRI, que se decía antes, el domingo 26 de mayo la UE también celebraba elecciones a su parlamento; y la consigna de todos los grupos verdaderamente europeístas de la eurocámara era parar a los nacionalismos y los populismos, a esa ultraderecha que ya se ha convertido en una amenaza seria para la estabilidad y el futuro de la Unión.
Y así, mientras en las instituciones de la Unión los liberales suman esfuerzos con los populares, los socialdemócratas y los verdes, el centro derecha español da ridículos saltitos de alegría porque Vox les permitirá arrebatarle al PSOE muchas plazas de señorío.
Es un regalo envenenado, como pronto podrán comprobar. Lo que es malo para Europa es malo para España y lo que es malo para España también es malo para cualquier ciudad o pueblo.
La fórmula de las ‘tres derechas’ tuvo su primer banco de pruebas en Andalucía. ¿Y cómo han respondido los andaluces? Pues dando un tremendo varapalo meses más tarde al Partido Popular, a Ciudadanos y a Vox.
Lo mismo ha ocurrido en Cataluña: quien únicamente ha subido de los ‘constitucionalistas’ es el PSC de Iceta, y de Sánchez, que los apadrina, que han huido del tremendismo y la sobreactuación, y han recuperado gran parte del perdido ‘cinturón rojo’ de Barcelona. Sí, en España se ha votado moderación; y los que no lo han sido ni lo han demostrado, o se han hundido o navegan con una vía de agua que no hay bomba que la achique. El PP, Ciudadanos y Podemos tienen que hacer una seria reflexión sobre su pasado y su futuro.
El gran desafío español es la España social y el conflicto catalán; y seguir apostando por una mayor, y más eficiente, integración europea que ayude a resolver ese otro gran problema que ha sido la gestión de la inmigración y el control de fronteras. Una Unión fuerte y sólida que pueda, con sus 500 millones de habitantes, desempeñar su papel de potencia y hacer frente a los enemigos del Este y el Oeste, y del medio.
Todo eso, más el Brexit y los movimientos de ‘democracias autoritarias’ que pueden degenerar en fascismos –en Italia ya lo han hecho abiertamente con Salvini, que juega a crear una internacional– necesita más Unión, y de más calidad, más cercana a los ciudadanos, y no menos.
Pablo Casado precisaba para su supervivencia política, cierto es, alguna victoria, reconquistar un o unos feudos importantes, que borraran la imagen del derrotado y que aventara el olor a pólvora. Albert Rivera ha caído presa de sus contorsionismos como los pulpos que se enredan en sus rejos; y Vox, muy por debajo de sus expectativas, ha sido el gran beneficiado en todo este tinglado.
El tiempo dirá. Claro. Pero, como dice el refrán, lo que mal empieza mal acaba. Ciudadanos tendrá que elegir cuanto antes, a la vista de todo el contexto electoral, si continúa con el veto total al PSOE o si vuelve a la táctica de la centralidad. Apoyando indistintamente a los más votados, o repartiendo el apoyo, negociado y con contrapartidas, por supuesto, entre el PP y el PSOE y viceversa.
Un caso práctico: apoyar a Vox en el Ayuntamiento de Madrid y en la Comunidad, más que acercarlos al cielo, les conducirá al purgatorio.
La extrema derecha europea, que ya sin tapujos –como Neil Farage, que no tiene flema británica sino mala baba– habla de acabar con la Unión Europea desde dentro –lo veremos próximamente en sus discursos en Estrasburgo–, necesita un portón como el que encontraron los otomanos en las murallas de Constantinopla. Esa ‘kelkaporta’ marcó el fin del Imperio Romano que resistía en Oriente.
En casi todos los países tiene nombre. Y en España los que la están abriendo, también.