El mundo no está preparado para la próxima pandemia: estas son las amenazas y los antídotos
Un informe realizado en 195 países concluye que los Gobiernos no han hecho sus deberes en los dos últimos años. La covid deja al planeta varios avisos y lecciones.
Es posible que el SARS-CoV-2 ya haya cumplido su segundo año de existencia. En este tiempo, el coronavirus ha matado a más de 5 millones de personas en el mundo, ha infectado a más de 260 millones, ha cambiado los planes, las relaciones y la vida de la gente, ha hecho que Gobiernos tomaran decisiones que nunca habían imaginado, ha encerrado a poblaciones enteras en sus casas, ha minado su salud mental, ha puesto el mundo patas arriba.
A principios de 2020, las autoridades y los sistemas sanitarios de los países reaccionaron, en general, como buenamente pudieron, así como las sociedades. Desde entonces han pasado casi dos años, ha habido tiempo para pararse a pensar y evaluar posibles futuros riesgos, pero el mundo no lo ha hecho.
El Índice de Seguridad Sanitaria Global (GHS) de 2021, publicado este miércoles y elaborado por la Nuclear Threat Initiative (NTI) y el Centro para la Seguridad Sanitaria Johns Hopkins, concluye que ningún país está preparado para futuras amenazas epidémicas, lo que considera “peligroso”.
Este estudio, que se llevó a cabo por primera vez en 2019, incluye datos de 195 países en base a 37 indicadores divididos en seis categorías: prevención, detección, respuesta, salud, normas y riesgo. La nota media de todos los países analizados es 38,9 sobre 100; la máxima puntuación la logra Estados Unidos, con 75,9, aunque con carencias, advierte la investigación.
España, en la 17ª posición (de 195)
España ocupa el puesto 17 del ranking —con 60,9 puntos, medio más que en el estudio de 2019—, por detrás de Reino Unido, Alemania o Francia, y por delante de Japón, Noruega, Bélgica, Singapur, Austria o Italia. El país obtiene su mejor puntuación en el apartado de detección (70,8) y en el de evaluación de riesgo (75,6). En subapartados como vigilancia, transparencia y accesibilidad de los datos, así como conexión entre las autoridades de salud pública y fuerzas de seguridad, España obtiene 100 puntos. Su mayor debilidad es la prevención, con 47,5 puntos.
El Índice GHS no está diseñado para predecir cómo va a reaccionar un país en la próxima emergencia sanitaria —pues los factores sociales, políticos y culturales también juegan un rol importante, reconoce el estudio—, pero sí pretende informar a los dirigentes de los elementos que deberían reforzar sus países de cara a una futura epidemia.
España no puntúa del todo mal dentro del conjunto, pero el estudio observa carencias importantes que afectan a todas las naciones. El título de uno de los análisis de la investigación es bastante elocuente: ′Mayor que la covid: preparación para incidentes biológicos mundialmente catastróficos’.
El texto hace referencia a “riesgos biológicos de una magnitud sin precedentes, con consecuencias devastadoras” de un impacto “mayor que el que mundo ha experimentado con la pandemia de covid”. “Estos eventos podrían causar un daño tan significativo e irreparable para la civilización humana que podría debilitar su potencial a largo plazo”, señala el estudio.
“El riesgo es alto, y los líderes mundiales tienen que actuar”, afirma Ernest J. Moniz, copresidente y CEO de NTI. “Los riesgos biológicos están creciendo en frecuencia, y todos los países tienen que invertir más en capacidades sostenibles para abordarlos”, explica en la investigación. De los 195 países analizados, 176 no han aprobado todavía un plan nacional para hacer frente a una emergencia sanitaria de potencial pandémico.
El riesgo de “zoonosis” como la covid
Una de las puntuaciones más bajas que obtiene España (28,4) es en la referente a la prevención de enfermedades zoonóticas, las que pueden transmitirse entre animales y seres humanos, y que están provocadas por bacterias, parásitos, hongos o virus (como el coronavirus).
“No podemos vivir como sociedad pensando que todas las pandemias las vamos a resolver con vacunas”, comenta a El HuffPost el epidemiólogo Mario Fontán. “La evidencia nos dice que nuestras actividades humanas, nuestro sistema productivo y nuestras prácticas favorecen la aparición de zoonosis, y estos saltos de animales a humanos pueden generar la aparición de pandemias”, advierte. Enfocarse en esta cuestión sería “ir a la raíz del problema”, dice Fontán, que plantea: “Hay que preguntarse qué estamos haciendo como sociedad para que en los últimos 50 años haya aumentado la frecuencia de estas zoonosis”.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 61% de los 1.415 patógenos humanos conocidos en el mundo son zoonóticos, directamente relacionados con las actividades de Salud Pública Veterinaria.
El cambio climático —provocado por los humanos— también tiene que ver
El informe GHS apunta a la “urbanización y expansión humana en aumento”, a una “biodiversidad en declive”, al cambio climático y al “repunte en viajes, comercio y terrorismo” como factores que pueden incrementar el riesgo de un “incidente biológico potencialmente catastrófico” a nivel mundial.
“La relación entre salud animal, salud ambiental y salud humana es obvia, intrínseca, inseparable”, afirmaba en una entrevista con El HuffPost María Neira, directora de Salud Pública y Medio Ambiente de la OMS. “Está claro que si tú deforestas una zona, vas a tener unos cambios ecológicos importantísimos que van a tener repercusión en las plantas, y en las especies animales que viven ahí y tienen relación con el humano… en fin, va a haber un cambio de ecosistema que, lo queramos o no, va a tener un impacto sobre nuestra salud”, explicaba.
Al mismo tiempo —añade el Índice GHS—, “el uso de biotecnologías avanzadas a falta de unas guías y normativas fuertes sobre la ciencia responsable” acrecienta las posibilidades de que esto ocurra, ya sea “accidental o deliberadamente”. En 2019, la Interpol ya publicaba en su web talleres y cursos sobre “amenazas biológicas”, fruto de brotes epidémicos naturales o de actos bioterroristas.
Lo que sabemos que funciona contra la pandemia: confianza y ayudas sociales
En cuanto a las lecciones aprendidas de la pandemia de covid, el informe cita la importancia de un buen sistema de salud pública para conocer el verdadero alcance de la epidemia —algo que falló notablemente durante la primera ola y que sigue siendo muy deficiente en las regiones más desfavorecidas del mundo—, pero también hace hincapié en lo fundamental de la “voluntad política” y la “flexibilidad” de los Gobiernos, además de la “confianza pública” en las instituciones.
El ejemplo de lo que puede suceder si falla esto último es Estados Unidos, caso de estudio concreto dentro de la investigación. Pese a estar primero en el ranking general, Estados Unidos sacó la menor puntuación posible en términos de confianza de la población en las instituciones, un factor identificado como “clave” en los países con mayores cifras de contagios y muertes.
El ejemplo malo: Estados Unidos
Esta falta de confianza “puede minar la adherencia de la población a las medidas de control de la enfermedad, como uso de mascarilla, cumplimiento de las recomendaciones de quedarse en casa o protocolos de vacunación”, menciona el informe como principales desafíos en la respuesta estadounidense a la pandemia.
“Durante casi dos años, los políticos estadounidenses han cuestionado las razones y los mensajes de los funcionarios de salud y han puesto en duda la gravedad del virus y la efectividad y seguridad de las vacunas”, apunta la investigación, en una referencia clara a la Administración Donald Trump. “El resultado: en muchas áreas del país, la gente no está dispuesta a cumplir las recomendaciones de salud pública que ralentizarían la expansión del virus”.
El informe también hace alusión al problema de la “corrosiva desinformación”. “Los países con estos factores de riesgo deben desarrollar estrategias para minimizar su influencia y permitir una respuesta exitosa, trabajando para fomentar la confianza y evitar la politización de una crisis”, señala.
Los ejemplos buenos: Portugal y Nueva Zelanda
Por otro lado, el Índice GHS recomienda a los Gobiernos poner en marcha políticas y planes sociales para amortiguar el impacto de la crisis y facilitar el cumplimiento de las medidas sanitarias. “Cobertura sanitaria universal, bajas médicas pagadas, cuidado infantil subvencionado, ayudas por ingresos bajos y asistencia alimentaria y de alojamiento”, enumera la investigación entre las medidas que han ayudado a la población a seguir las recomendaciones sanitarias frente al covid.
Uno de los referentes que se cita es el de Portugal, que durante la pandemia regularizó a los migrantes que habían solicitado el permiso de residencia y extendió los visados expirados, “desmontando las barreras de acceso a la sanidad en esta población”. Otro es Nueva Zelanda, que subió el salario mínimo y empezó a dar “prestaciones semanales” para fomentar la participación de la sociedad en las medidas de salud pública.
Desde que en 2019 se publicó el primer Índice GHS, Nueva Zelanda ha escalado 12 posiciones en el ranking, alcanzado el puesto número 13 en esta edición. El país, dirigido por Jacinda Ardern, ha hecho grandes mejoras en cuanto a detección, comunicación y cumplimiento de normas internacionales, mostrando una importante capacidad y calidad en sus laboratorios, en sus cadenas de suministro y en su personal epidemiológico, destaca el informe.