El modelo turístico español tiene los días contados
España necesita enfocarse en un turismo de calidad, eficiente energéticamente, para dejar atrás el obsoleto sol y playa.
El futuro continua siendo incierto y nadie sabe cómo evolucionará la COVID-19 en los próximos meses. En Occidente hemos vivido inmersos en una especie de sueño eterno del lujo perpetuo y hasta no hace mucho tiempo era habitual ver como los hoteles eran promocionados a través de despampanantes cuentas en las redes sociales mostrando a sus seguidores las comodidades de estos lugares inalcanzables para una gran mayoría.
Como escritor de viajes, mi principal misión ha consistido en contar a mis lectores cómo era alojarse en estos templos del lujo reservados para unos pocos. El cambio climático y la sostenibilidad eran términos exóticos para los que nos dedicábamos a este sector por aquel entonces.
Poco antes de la pandemia lancé el libro España Exclusiva, un recorrido por hoteles boutique con mucho encanto. En este libro recogía una veintena de hoteles magníficos que destacaban por su capacidad para la innovación, el mimo con el que trataban al viajero y, especialmente, por su empeño en ofrecer una atención personalizada, exquisita y única a sus huéspedes a través de la máxima excelencia en el hospedaje, la gastronomía, la arquitectura, la decoración o los tratamientos termales.
En este recorrido por los hoteles más exquisitos de nuestro país, presté especial atención a las líneas que marcaban la más alta calidad del perfecto servicio hotelero como la ubicación, la atención al cliente y todos aquellos pequeños detalles, atenciones y gestos que dotan a los grandes hoteles de ese espíritu especial que no puede valorarse simplemente con una calificación por estrellas.
En mi opinión, un destino de lujo no se hace con un hotel caro o con un restaurante de estrellas Michelin. Debe existir una oferta turística compleja y cohesionada, que englobe todos los servicios necesarios para una experiencia auténtica de lujo. Desde que el viajero sale de su casa hasta que regresa. Si miramos a nuestra oferta turística este modelo no ha estado nunca cohesionado en nuestro país, donde gobierno y empresarios han estado más centrados en las macro cifras que en el turismo de calidad.
Cambios en el sector del turismo en nuestro país
La pandemia ha hecho que el mundo del turismo deba atravesar por un cambio profundo y las grandes cadenas hoteleras hayan tenido que replantear toda su estrategia de negocio. Siempre que hay una crisis se vuelve a debatir sobre la necesidad de innovar, ya que la visión que las personas tenemos del mundo y nuestro orden de prioridades se ven alteradas. Por un lado, la sostenibilidad se ha convertido en la nueva piedra angular del turismo y aquellas empresas que no sean sostenibles en los próximos años tenderán a perder una creciente de mercado y por otro lado, el sector turístico se ha vuelto altamente vulnerable al cambio climático.
En nuestro país, el sector turístico lleva demasiados años focalizado en el turismo de sol y playa masivo. Una herencia que nos dejó Franco y que en su momento fue válida para impulsar la economía nacional de posguerra pero que a fecha de hoy, es un modelo obsoleto y sin ningún tipo de viabilidad a corto o medio plazo.
Por poner un ejemplo gráfico. En España el gasto medio de agua por día de un turista es de 440 litros. Esto sucede en un país en el que según el informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático (IPCC) que Naciones Unidas ha enviado a todos los gobiernos del mundo, será uno de los más afectados por el cambio climático. La subida de temperaturas provocará sequías, incendios, un aumento del nivel del mar y olas de calor cada vez más frecuentes en el Mediterráneo.
Estas circunstancias han hecho que el gobierno de nuestro país y ciudades como Madrid empiecen a apostar por un turismo cualitativo que deje más dinero en el la economía de nuestro país y tengan un impacto menor en las emisiones de CO2. En este sentido el turismo de lujo combinado con políticas gubernamentales que apuesten por la eficiencia energética y la reducción de emisiones de CO2 puede representar una oportunidad que traiga innumerables beneficios al sector turístico y la economía.
Esto, combinado con una mayor inversión en I+D y la diversificación del tejido económico, puede lograr que España dependa cada vez menos de un modelo turístico obsoleto y que tiene los días contados. No solo eso: puede ser de gran ayuda frente a los problemas que enfrentaremos en los próximos años.