El mejor regalo de Reyes
No hay excusa para mirar a otro lado y dejar abandonado en la calle, a su suerte, a un animal moribundo.
Nuestra historia sucedió un cinco de enero, día anterior a la festividad de Reyes y empieza así:
El cuento, esta historia real, podría haber tenido un final muy distinto; el relato que me hubiera gustado poder escribir un día como hoy y que diría así:
Lamentablemente, el desenlace de esta historia, lo que hubiéramos hecho muchos al encontrarnos en esa situación y que esta persona no hizo, nunca sucedió, dejando al pequeño bebé a merced de una suerte que no tuvo. Hubiera sido el mejor regalo de Reyes para Fred.
Fred, dulce, precioso y juguetón, como debió de ser antes de enfermar, nos mira desde el cielo de esta fría noche, como lo fue aquella… No hay rencor ni resentimiento en su mirada, solo amor, un amor puro e inocente.
Muchos nos hemos encontrado alguna vez en una situación parecida. Pero ¿qué podemos hacer cuando nos cruzamos con un animal enfermo, accidentado o atropellado, que lamentablemente, en muchas ocasiones, parece ser invisible para el resto de la gente? Hay quien apelará a la prisa por sus quehaceres cotidianos para no intervenir, o a la imposibilidad de sufragar la factura de un veterinario… y se alejarán del lugar tranquilamente, entonando para sus adentros un “pobrecito, pero”....
En otras ocasiones, cuando una persona se encuentra ante un caso así, la primera reacción a veces es avisar a la policía o a la protectora de animales más cercana. Sin embargo, hemos de tener en cuenta que la rapidez de actuación es lo que marca la diferencia entre la vida o la muerte de un animal herido o enfermo.
La mejor respuesta en estos casos es coger con sumo cuidado al animal y llevarlo rápidamente al veterinario quien, de acuerdo con su código deontológico debería atender sin coste a un animal en estado grave y sin dueño. Lo importante es que el animal reciba atención veterinaria lo antes posible.
No hay excusa para mirar a otro lado y dejar abandonado en la calle, a su suerte, a un animal moribundo. Todas las vidas son preciosas e igualmente valiosas.
Como decía Gandhi: “La grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por la manera en que trata a sus animales”.