El maquinista del Alvia se desmorona en el juicio: "Perdón, perdón, perdón"
Entre lágrimas, ha reiterado sus disculpas a las víctimas del accidente de Angrois y a sus familiares. Solo ha respondido a las preguntas de su abogado y ha afirmado que carecía de preparación en la línea 1 del Santiago-Ourense, donde se produjo el descarrilamiento.
El maquinista Francisco José Garzón Amo se ha desmoronado en la segunda sesión del juicio por el accidente de un Alvia el 24 de julio de 2013 en Santiago al recordar el día del descarrilamiento que costó la vida a 80 personas y causó lesiones a cerca de centenar y medio.
A Garzón Amo le saltaron las lágrimas cuando su letrado, Manuel Prieto, fue directamente al siniestro y a su situación dentro de la cabina, donde se quedó encajonado, lesionado, imposibilitado para salir y sin opción siquiera a romper la ventanilla. “Perdón, perdón, perdón”, exclamó emocionado el conductor de aquel tren.
La jueza presidenta de la sala, María Elena Fernández Currás, le pidió que se tranquilizase. Cuando esto ocurrió eran las 09:50 de la mañana y la sesión llevaba menos de diez minutos escasos.
Las primeras preguntas de Manuel Prieto a su defendido fueron acerca de su preparación. Garzón Amo contestó que estaba formado en la vía dos de la línea Santiago-Ourense, pero no en la uno, que es donde se produjo el siniestro.
Según ha recogido El País, el maquinista del Alvia ha declarado que por sus lesiones no podía acostarse y al principio tampoco sentarse tras el accidente. No obstante, ha criticado que a los dos días le llevasen al calabozo “porque al día siguiente venía el ministro del Interior [en aquel momento, el popular Jorge Fernández Díaz]”.
También ha valorado que “es criminal que me sacasen del hospital con tres costillas rotas y un tubo que me habían puesto para extraerme la sangre de la pleura”.
Una hora de dura comparecencia
Tras una hora aproximada de comparecencia, en la que solo ha respondido a preguntas de su abogado defensor, Manuel Prieto, y en ocasiones a las aclaraciones solicitadas por la jueza, Garzón ha concluido con la voz rota y con esas disculpas.
El letrado ha destacado que fue “público y notorio” que el maquinista pidió perdón en varias ocasiones, incluso a través de una carta que recogió la prensa. Tras esto, Garzón ha reiterado en su petición a las víctimas de que le perdonen, tras lo que ha añadido que “fue un accidente” y que “no” pudo “evitarlo”. “Me reitero en que las víctimas me perdonen. Pero fue un accidente, no pude evitarlo”. Estas han sido las últimas palabras del maquinista.
La declaración del maquinista, en diez claves
1- CON UN HILO DE VOZ: El conductor de aquel tren, que solamente ha contestado a preguntas de su abogado, Manuel Prieto, ha respondido a la cuestión de su letrado acerca de si aquella tragedia ferroviaria ha servido, de algún modo, de análisis y evaluación de riesgos, con un contundente: ”¡Evidentemente! Para desgracia de las víctimas y mía también”. Su voz estaba quebrada y sollozó.
2- NO PUDO OFRECER AUXILIO: También se ha venido abajo Garzón Amo al recordar que no pudo auxiliar a los pasajeros. “Lo primero era atender...”, ha acertado a decir, como pudo. Pero atrapado en la cabina, sin posibilidad de romper siquiera la ventanilla, no logró actuar.
3- EL MINISTERIO DEL INTERIOR “LO QUERÍA EN EL CALABOZO”: Garzón Amo cree que el entonces ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, quería anunciar su detención. El maquinista, rescatado por los servicios de emergencias, llegó al hospital con traumatismo torácico, fracturas costales y herida inciso contusa en la cabeza. Allí estuvo en un sillón porque no podía ni tumbarse. Recibió el alta el día 27 y fue llevado al calabozo. Al día siguiente, 28 de julio, Díaz compareció. “Es imposible que en dos días yo me haya recuperado como para ir al calabozo y salir del hospital”.
4- GARZÓN AMO DIJO QUE NO ESTABA EN CONDICIONES FÍSICAS Y PSÍQUICAS PARA DECLARAR EN UNA FECHA TAN PRÓXIMA AL ACCIDENTE: “De ninguna forma”, testificó. Pero añadió: “Traté de recuperar todo lo que pude para esclarecer los hechos”.
5- LA LLAMADA DEL INTERVENTOR ANTONIO MARTÍN MARUGÁN AL MAQUINISTA: Garzón Amo ha relatado que Martín Marugán, como jefe del tren, tenía obligación de ponerse en contacto con el puesto de mando y con el centro de gestión. Su llamada de servicio tenía que cogerla. “Es obligación y tenemos que atenderla”. De lo contrario “puede resultar una sanción grave”. “El teléfono es una herramienta de trabajo. Estoy obligado a cogerlo”.
6- NO HUBO UNA CONDUCCIÓN DESATENTA: El maquinista ha negado tener una conducción desatenta en momento alguno. “En ningún momento” dejó de prestar atención a la vía, han sido sus palabras. Sí ha admitido que esa llamada le dejó desubicado. “Creí que estaba en el túnel anterior”, “perdí la consciencia situacional”.
7- LA SEGURIDAD: “No había ninguna señal que me restringiera la velocidad. No había ninguna limitación, ni ninguna señal, ni ninguna baliza. No había nada de nada”. Garzón Amo ha manifestado que no había señales que le indujesen a una reducción escalonada de la velocidad. Hasta que se topó con los 80 kilómetros por hora en la curva de A Grandeira cuando él circulaba a más del doble del límite permitido.
8- PUNTO CRÍTICO: 80 KM/H: “No me dio para frenar”, para hacerlo bien. “Es prácticamente imposible pasar en ese punto de 200 a 80, en ese punto concreto”. “Es absurdo” pensar que sí, han sido algunas de las expresiones que ha utilizado. Consultado por si en caso de existir señalización previa hubiese reducido, no ha dudado: “Evidentemente”.
9- SU FORMACIÓN: Garzón Amo recibió formación para la vía 2 de la línea Santiago-Ourense, no para la 1, donde se produjo el accidente. “Yo hice la formación por la vía 2. Las prácticas las hice por la vía 2″.
10- ¿HOY HABRÍA OCURRIDO UNA TRAGEDIA SEMEJANTE? “No, imposible”. Así de tajante ha sido Garzón Amo al tratar los medios técnicos y señales que se instalaron después. A la pregunta de si estos sistemas de protección son novedosos o ya existían, ha asegurado: “Siglos, diría yo. Siglos hacía ya que existían”. Y ha opinado que en aquel entonces deberían estar en funcionamiento. Porque lo que a él le ocurrió podría haberle pasado a otro maquinista. “A cualquiera”.