'El HuffPost': Un idilio de siete años

'El HuffPost': Un idilio de siete años

He tenido la suerte de acompañar a este diario en su recorrido durante cuatro años.

Asistentes a la fiesta del séptimo aniversario de 'El HuffPost, durante la fiesta. El HuffPost

Siete años significan muchas cosas. Siete años es casi una década, un thriller de Roger Gual y el suficiente tiempo para saber si se va por buen camino o si, por el contrario, se debe cambiar de dirección. 

Afortunadamente, para El HuffPost estos siete años han sido la consagración de un recorrido bien trazado, juicioso y responsable. Porque uno puede transformarse o morir, pero nunca perder la ecuanimidad. De estos siete años, he tenido la suerte de acompañar a este diario en su recorrido durante cuatro de ellos, cuarenta y ocho meses repletos de noticias, de cambios sociales y de convulsión política a escala local, nacional y mundial. 

En un marco incomparable como los jardines del Museo Lázaro Galdiano, rodeados de seiscientas almas entre las que se encontraba la cúpula política y social de nuestro país, decía Guillermo Rodríguez, director que pone orden a este magnífico galimatías de la actualidad en El HuffPost, que el periódico no ha dejado de crecer en su andadura. Su forma de atraer al público, su apuesta por el feminismo y la buena dirección en sus contenidos han hecho de él un diario imprescindible para los lectores.

En su búsqueda de los descriptores “siete años” en Internet, proseguía Rodríguez, se encontró resultados tan bizarros como elocuentes, y que de alguna manera arrojaban información premonitoria del propio periódico. Siete años en el Tibet era el primero de ellos y, como en la película de Jean-Jacques Annaud, también Rodríguez percibía sacrificio, lucha y esfuerzo para la consecución de sus fines. 

Añadiría yo, por profesión y, sobre todo, por cinefilia, un nuevo concepto que al periodista se le pasó por alto, The Seven Year Itch, es decir, ese “picor del séptimo año” que tan bien retrató Billy Wilder en 1955. 

Por si alguien no ha visto la película más allá de la icónica escena de la rejilla de ventilación del suburbano neoyorkino, les resumo con fruición su argumento. La tentación vive arriba es, amén de la adaptación de la obra de teatro de George Axelrod, el relato de una ilusión, la de un hombre que, tras siete años de matrimonio y con la perspectiva de un verano en soledad, decide ceder a sus impulsos y dejarse llevar. Claro está que los impulsos, y eso de dejarse llevar, resulta más sencillo cuando la vecina de arriba, rubicunda y desinhibida, se llama Marilyn Monroe.  

El HuffPost ha sabido seguir su andadura con paso firme y decidido. Y por eso le deseamos que siga haciéndolo muchos años más.

Es en ese momento, aquel en el que la alargada sombra de la infidelidad se encarna en un vestido blanco y una mirada azul, que el protagonista, Richard Sherman (Tom Ewell), se percata de lo que le está sucediendo. No está enfermo, no atraviesa una crisis de moralidad ni ha perdido la cabeza, solo ha sucumbido ante la maldición del séptimo año, ese consabido picor (“comezón”, “sarampión” y demás términos empleados en las distintas traducciones) que ataca cuando el hastío del matrimonio afecta a los cónyuges.

Con miedo constante a ser descubierto y, lo que es peor, a hacer realidad lo que de momento solo vive en su ficción, Sherman se imbuye en el sopor de la noche estival con una Monroe de belleza para él inalcanzable, una figura en reluciente technicolor frente a su monotonía en blanco y negro.

Por suerte su quemazón, como todas a la larga, llega a su fin mucho antes que el calor del verano, retomando su vida con el sosiego que le otorga el no sucumbir ante la tentación de aquello que no se cree conveniente hacer. Después de ver El Monstruo de la Laguna Negra, seguramente la película menos romántica de todas cuantas había en cartel, y de caminar varias manzanas por un Nueva York desértico, la joven y el hombre terminan por descansar, pudorosamente, cada uno en su apartamento.

También El HuffPost, tras siete años de recorrido y todo tipo de tentaciones, ha sabido seguir su andadura con paso firme y decidido. Y por eso le deseamos que siga haciéndolo muchos años más. Porque las veleidades efímeras y los picores volátiles son solo estaciones de paso; y porque después de la incertidumbre, del sopor, del esfuerzo y del monstruo de la laguna negra siempre espera una rejilla de ventilación para darnos un respiro.

A por el octavo año. Larga vida a El HuffPost.

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Lucía Tello Díaz. Doctora y profesora universitaria de cine. Directora y guionista.

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