El espejismo de la cumbre de Madrid

El espejismo de la cumbre de Madrid

El Ejecutivo parece desbordado ante los problemas diarios de los españoles. En la calle no se percibe que sus medidas estén funcionando.

Pedro Sánchez, en un acto este lunesEuropa Press News via Getty Images

Prácticamente nadie discute que la cumbre de la OTAN fue un éxito. “Perfecta, impecable y excelente”, en palabras de Stoltenberg. Los anfitriones, comenzando por los reyes y continuando por el Ejecutivo, cumplieron con creces y Madrid brilló como nunca. No hubo altercados ni caos. Los españoles pudimos sacar pecho tras la foto del Prado y reivindicar la marca de nuestro país. Hasta el líder de la oposición, que se tuvo que resignar a un evidente segundo plano, felicitó a Pedro Sánchez por la organización.

Un bálsamo para el presidente del Gobierno, que se atiborró a conceder entrevistas pese a su alergia habitual a contestar preguntas. Fue su gran momento pero toca volver a la realidad: los líos cada vez mayores en el seno de su gabinete, su falta de apoyos parlamentarios y la crisis económica. Esa galopante subida de la inflación de la que trataba de escapar la ministra Montero hace unos días en los pasillos del Congreso ante la incredulidad de los periodistas. “Hoy la noticia más importante es la cumbre de la OTAN”, se escurrió. Eso ya es historia.

El Ejecutivo parece desbordado ante los problemas diarios de los españoles. En la calle no se percibe que sus medidas estén funcionando. Más al contrario. Cuando un periodista se acerca a un mercado o a una gasolinera para testar el sentir general siempre escucha lo mismo: la cesta de la compra está disparada, la luz por las nubes, llenar el depósito es misión imposible y ya ni hablamos de alquilar o comprar una casa. Y, lo peor, se extiende la percepción de que tras las vacaciones, que un 43% de los españoles ha modificado o cancelado por el alza de los precios, todo será peor. Que tendremos un otoño muy malo en términos económicos. “Recesión”, auguran los expertos.

(La cumbre fue) un bálsamo para el presidente del Gobierno, que se atiborró a conceder entrevistas pese a su alergia habitual a contestar preguntas. Fue su gran momento pero toca volver a la realidad: los líos cada vez mayores en el seno de su gabinete, su falta de apoyos parlamentarios y la crisis económica

Hasta la fecha, Sánchez ha ido sorteando obstáculos, sobreviviendo. Haciendo uso de su manual de resistencia. Ya vuelve a hablar de “poderes ocultos” y “señores con puro”. La cumbre de la OTAN le permitió esquivar la debacle del PSOE en las andaluzas y opacar al PP. Aunque eso no quita para que todas las encuestas adviertan de un cambio de ciclo a nivel nacional, situando a Feijóo, como antes a Casado, como la opción favorita de los españoles.

En este contexto, Sánchez se enfrentará este mes a su primer debate sobre el estado de la Nación como jefe del Gobierno. Por fin. El último fue en febrero de 2015, con Rajoy al frente de La Moncloa. En teoría, el presidente acude con cierta ventaja a este pleno. Tiene la capacidad de hacer anuncios, tomar la palabra cuando considere y Feijóo, aún estando en el pleno, no podrá subir a la tribuna. Pero no lo tendrá fácil para salir victorioso.

Pensará Sánchez que menos mal que el Congreso ha echado el cierre por vacaciones en su actividad ordinaria. Las últimas votaciones en las Cortes han demostrado que está cada vez más solo. Hasta Unidas Podemos ha votado en su contra. Y las sesiones de control se habían convertido en un todos contra él. Empezando por sus socios de Gobierno, críticos por toda una amalgama de cuestiones, como su compromiso precisamente en la cumbre de la OTAN de aumentar el gasto militar. Tal es la fractura del Ejecutivo que Sánchez ha llegado a exigir públicamente que cese el ruido.

Las últimas votaciones en las Cortes han demostrado que está cada vez más solo. Hasta Unidas Podemos ha votado en su contra

Pero lo peor para Sánchez es la calle. El encarecimiento de la vida. La impresión de que la economía va mal e irá a peor. Y cuando esto ocurre, los españoles siempre suelen mirar al PP. Ocurrió con Aznar, con Rajoy y ahora con Feijóo. En el PSOE se consuelan con que no todos los datos son malos, ahí están los del paro, no habrá adelanto electoral y aún hay margen para remontar. Que cayeron Rivera, Iglesias y Casado pero su líder continúa, siempre resiste.

De momento, a Sánchez le espera un debate sobre el estado de la Nación a cara de perro, una negociación presupuestaria cada vez más compleja y un otoño caliente. Todo un vía crucis.

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Corresponsal político de El HuffPost.