El escándalo de las fiestas privadas pasa factura a Sanna Marin
El 42% de los finlandeses admite que su opinión sobre la primera ministra ha empeorado a raíz de los vídeos y se ha acuñado la etiqueta "la fiestera" para atacarla.
La figura política de la primera ministra de Finlandia, Sanna Marin, ha sufrido un serio revés en su país a raíz del escándalo de las fotos y vídeos de sus fiestas, pese a las numerosas muestras de solidaridad recibidas y a los elogios a su labor como jefa de Gobierno.
El revuelo causado por estas imágenes ha colocado a Marin en una delicada situación política, ya que su imagen pública ha empeorado y la oposición -sobre todo el partido ultraderechista Verdaderos Finlandeses- la acusa de dedicar más tiempo a sus fiestas que a solucionar los problemas del país.
Según una reciente encuesta publicada en el diario Helsingin Sanomat, el 42% de los finlandeses admite que su opinión sobre la primera ministra ha empeorado a raíz de los escándalos, mientras que sólo el 9% tiene una mejor opinión sobre ella y el 46% sigue pensando lo mismo que antes.
“La fiestera”
La líder socialdemócrata, de 36 años, saltó a los titulares de medios de todo el mundo la semana pasada, tras filtrarse un vídeo en el que aparece cantando y bailando en una fiesta privada con un grupo de personajes famosos.
Marin se sometió voluntariamente a un test de drogas para desmentir los rumores, extendidos por las redes sociales, de que había tomado estupefacientes, pero el mismo día que se comprobó su inocencia saltó una nueva polémica.
La prensa publicó una foto de dos amigas de Marin besándose con el torso casi desnudo en una fiesta celebrada a principios de julio en la residencia oficial de la primera ministra, al día siguiente de asistir a un festival de rock.
En las redes sociales no tardaron en acuñar un irónico apodo para referirse a la joven mandataria, que fue luego utilizado por algunos medios de comunicación: “Bile-Sanna” (algo así como Sanna la fiestera).
Coste emocional... y político
Estas polémicas le pasaron factura, en primer lugar, a nivel emocional. En un mitin de su partido, Marin reivindicó entre lágrimas y con voz trémula -una imagen inédita de ella- su derecho “a la alegría y la diversión” y criticó que se hicieran públicas imágenes de su vida privada.
Pero también han tenido un coste político, ya que su figura de primera ministra eficiente, capaz de gestionar con éxito la pandemia de covid o el proceso de integración en la OTAN, se ha visto erosionada por motivos ajenos a su labor de gobierno.
Ilkka Ruostetsaari, catedrático de Ciencias Políticas de la Universidad de Tampere, explica en una entrevista con EFE que para entender la polémica que causaron las imágenes de Marin festejando hay que comprender antes la cultura política finlandesa. “Estamos acostumbrados a que nuestros líderes se relacionen con otros miembros de la élite económica, política o cultural, pero fue algo nuevo que Marin se fuera de fiesta con influencers y famosos. Al ver los vídeos, muchos pensaron que su conducta no fue apropiada para un primer ministro”, afirma Ruostetsaari.
En su opinión, es comprensible que haya ciudadanos molestos con Marin, a pesar de que obviamente tiene derecho a disfrutar de su tiempo libre como le plazca.
“Hay quien piensa que no es muy oportuno que veamos a la primera ministra de fiesta mientras la gente vive momentos muy difíciles debido a la creciente inflación, la crisis energética y la guerra en Ucrania”, señala.
Críticas a derecha e izquierda
Marin ha sido criticada sobre todo por votantes del espectro conservador, que son mayoría fuera de la región metropolitana de Helsinki, pero también por personas mayores de izquierdas, un sector clave para el Partido Socialdemócrata (SDP) que preside.
“En Finlandia, como en los otros países nórdicos, hay una contradicción respecto a lo que se espera de los líderes políticos. Por un lado queremos que sean modestos y se comporten como gente corriente, pero a la vez esperamos que sean muy competentes a la hora de tomar decisiones políticas difíciles”, dice Ruostetsaari.
A pesar del ruido mediático, la joven mandataria cuenta todavía con el respaldo mayoritario del SDP y de los otros cuatro grupos políticos de la coalición gubernamental (el Partido de Centro, Los Verdes, la Alianza de Izquierdas y el Partido Popular Sueco). Sin embargo, no hay duda de que los recientes escándalos han afectado a su liderazgo dentro del Ejecutivo a solo siete meses de las próximas elecciones generales.
Los socialdemócratas han lanzado una advertencia a Marin para que evite nuevos escándalos y sus socios de coalición quieren que el debate público deje de girar en torno a su vida privada y se centre en las propuestas políticas. “Creo que su figura política se ha debilitado, porque era la líder absoluta de los socialdemócratas y estos nunca antes la habían criticado, pero ahora ya hay voces críticas dentro del partido”, sostiene Ruostetsaari.
En su opinión, el SDP sigue siendo muy dependiente de la primera ministra, porque su gran popularidad ha contribuido a aumentar el respaldo a los socialdemócratas y no hay ningún otro candidato tan carismático como ella.
“Un grave problema del SDP es que sus votantes son muy mayores -su edad media es de unos 70 años- y por eso el partido está haciendo un gran esfuerzo para atraer a votantes más jóvenes. Por este motivo, Sanna Marin, como líder joven y mujer, es muy importante para el partido”, afirma.
Pese a ello, dada la proximidad de las elecciones, un nuevo escándalo podría provocar que su partido le retire su confianza o que alguno de sus socios del Gobierno decida romper la coalición.