Los policías forales que atendieron a las víctimas de Alsasua: "Fue claramente una paliza"
El dueño del bar de Alsasua y una camarera dicen que no vieron la agresión a los guardias civiles.
Los policías forales que acudieron al bar Koxka la madrugada del 15 de octubre de 2016, cuando fueron agredidos dos guardias civiles y sus parejas, han corroborado este miércoles durante el juicio que se celebra en la Audiencia Nacional que lo ocurrido aquel día no fue una pelea, sino que "fue claramente una paliza".
Los agentes fueron los primeros en llegar al lugar de los hechos, más allá de las cuatro y media de la madrugada, y han explicado al tribunal que lo primero que se encontraron al llegar allí fue bastante gente -unas 40 personas "como mínimo"- en la calle y al teniente tirado en el suelo, con sangre en la boca y fuerte dolor en una pierna, acompañado de su novia.
El sargento, por su parte, estaba alterado, "llorando", y tenía la camisa, que era de color blanco, "llena de suelas de zapato". "Fue muy impactante", ha declarado uno de los policías forales, motivo por el cual llamaron a una ambulancia.
Según su versión, "estaba claro" que la gente que había allí sabía de la condición de los dos guardias civiles, ya que les decían a los forales que ellos eran de Alsasua y "que no les siguieran el juego" a los agentes de la Benemérita y "que no se pusieran del lado de los guardias".
ACTUAR DEPRISA
Uno de los agentes ha comentado que el "ambiente" que se encontraron esa noche en la zona de bares donde se encuentra el Koxka es parecido cada vez que tienen que intervenir, en el sentido de que tienen que "actuar deprisa" para salir de allí cuanto antes porque enseguida "empiezan los gritos" contra ellos.
"La gente allí ha bebido y el ambiente es el que es. Cada vez que nos toca actuar ahí tenemos que salir deprisa porque empiezan los gritos. Cuanto más estamos, peor puede acabar la cosa. Tendemos a acabar rápido. Ese día, tal y como estaba la situación, lo mejor era marcharse, pero tampoco podíamos porque nos teníamos que quedar identificando", ha remarcado.
Los dos han comentado que nadie más en el lugar, aparte de los guardias, les solicitó ayuda y cuando la ambulancia se llevó al teniente y a su pareja al centro de salud de la localidad, el sargento y su novia señalaron a dos personas a los agentes forales como responsables de la agresión. Uno era un chico con barba y boina que luego fue identificado como Jokin Unamuno y otro joven ataviado con camiseta de color rojo o rosa.
Los policías forales han explicado que, dada la cantidad de gente que había en la zona y la presencia todavía de las víctimas, decidieron no realizar más labores de identificación para poder tener controlada la situación. También han resaltado que las identificaciones resultaban complicadas, dada la similitud en la ropa de mucha gente. Así, sólo le pidieron el DNI a Unamuno, que se lo dio sin ningún impedimento, y después le comunicaron que iban a proceder a su arresto.
Los problemas, han relatado al tribunal los dos testigos, comenzaron cuando la ambulancia con el teniente y su novia se marchó, pues "la gente empezó a acercarse, a atosigar, a entorpecer la labor de identificar y socorrer" a las víctimas.
LA GENTE SACO A JOKIN DEL COCHE POLICIAL
Y así, cuando introdujeron a Jokin Unamuno en el coche policial, vieron que el sargento y su pareja seguían enzarzados en una discusión con gente de la zona, así que acudieron allí, momento que aprovecharon algunos presentes para sacar al detenido del vehículo. Uno de los agentes ha reconocido que "nunca" le había ocurrido algo así, que no se podía "ni imaginar" que a alguien se le ocurriera sacar a un detenido del coche policial.
De este modo, acudieron de nuevo a introducir a Unamuno en el coche, no sin tratar de esquivar una "resistencia activa" por parte de la gente presente, que "agarraban del chaleco y la ropa" a los agentes", por lo que decidieron alejarse un poco de esa zona con el coche "para rebajar la tensión", pero los jóvenes les siguieron y les estuvieron rodeando hasta que llegaron los antidisturbios de la Policía Foral.
En un momento dado, los policías han apuntado que uno de los jóvenes que había por la zona se acercó a ellos con gesto amenazante, "con el puño cerrado" y colocándose "como en posición" de pelea. Los dos han identificado a este joven como Ohian Arnanz, el acusado para el que se pide la pena más alta, 62 años y medio de prisión por lesiones y amenazas terroristas.
LA CAMARERA NO VIO NADA
Este miércoles también han declarado en el juicio como testigos una camarera y el gerente del bar Koxka, pero ambos han remarcado al tribunal que no vieron ninguna agresión hacia nadie y que hasta que se enteraron de lo ocurrido pensaron que era una noche tranquila. Tampoco vieron el pasillo de gente que, según las víctimas, se formó en el local y en el que se vieron atrapados cuando intentaban salir.
Asimismo, han indicado que el teniente y su novia eran clientes habituales del establecimiento, adonde iban cada fin de semana, y que nunca habían estado involucrados en ningún altercado y nadie les había hecho un "mal gesto". En concreto, la camarera ha dicho de ellos que eran "una pareja educada y respetuosa".
La camarera, que permaneció tras la barra toda la noche, ha explicado que no se percató de ninguna agresión dentro del local y que cuando se quedó semivació de repente no le dio "mayor importancia". Cuando salió del bar, ha añadido, ya había llegado el coche de la Policía Foral.
Según su versión, en la calle se acercó a otro de los acusados, Iñaki Abad, que le dijo que él no sabía lo que había ocurrido y que al llegar se había puesto a grabar con el móvil. También vio al sargento y a su novia, que le devolvieron la chaqueta que su jefe había puesto sobre el teniente, antes de que se lo llevara la ambulancia.
ESTABA EN LA COCINA
Esto ha sido confirmado por el gerente, Josu Muñoa, que ha explicado que estuvo en el bar hasta las doce y media de la noche y que después dejó de trabajar y se fue a otros bares con amigos hasta las cuatro y media de la madrugada, cuando volvió al Koxka para empezar a hacer la caja. Tampoco se enteró de nada porque asegura que estuvo todo el tiempo en la cocina.
Cuando salió del local, se encontró con la novia del teniente, María José N.C., quien le insultó, tras lo cual vio al guardia civil tendido en el suelo y aturdido, por lo que le colocó encima su chaqueta.
Tanto la camarera como el gerente han identificado a Ohian Arnanz como uno de los jóvenes que estuvo en el bar aquella noche, pero han comentado que llevaba el pelo más corto y moreno, a diferencia de las víctimas, quienes ayer aseguraron que en el momento de los hechos lo llevaba de color rubio.
A día de hoy, los dos testigos siguen trabajando en el bar Koxka. A preguntas de las acusaciones, Muñoa ha comentado que sabe que los padres de María José N.C. han sido víctimas de presiones y amenazas en la localidad desde lo ocurrido, tras lo cual ha apuntado que él también.
Según ha relatado, además de pintadas en el local, ha recibido llamadas en las que alguien canta el 'Cara al sol' al otro lado del teléfono o quiere reservar una mesa en su bar a nombre de Francisco Franco, amenazas de que le iban a quemar el bar, y a su padre, ya fallecido, le llamaban a casa y enseguida colgaban.