El dolor de un país
El acto de homenaje de Estado a las víctimas de la Covid-19: silencio, rosas blancas y una llama que nunca se olvidará
Silencio sobrecogedor. El dolor de un país. Y el primer acto homenaje de Estado sin carácter religioso. Todas las emociones tras meses de sufrimiento y más de 28.000 víctimas se han concentrado en el histórico Patio de la Armería en el Palacio Real de Madrid, bajo la presidencia de Felipe VI, Letizia y sus hijas. El recuerdo de casi todos para todos en la ciudad más herida en España por la pandemia del coronavirus.
Cuarenta y cinco minutos, un breve homenaje pero muy simbólico y cargado de emociones. Sin la presencia de la ultraderecha de Vox, pero que ha reunido a todos los poderes del Estado, a autoridades internacionales y a familiares de las víctimas. Corazones rasgados, heridos por algo que nadie habría imaginado hace apenas cinco meses.
Un acto diseñado por la vicepresidenta del Gobierno, Carmen Calvo, en coordinación con el secretario general de Presidencia, Félix Bolaños, y el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver. Con una disposición de los cerca de quinientos invitados en un gran círculo arropando un pebetero. Y al que se ha querido dar también presencia especialmente a la UE en las personas de Ursula Von der Leyen (Comisión Europea), David Sassoli (Parlamento Europeo) y Charles Michel (Consejo Europeo). También se han trasladado hasta Madrid los líderes de la Organización Mundial de Turismo. Zurab Pololikashvili, el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg.
Bajo las farolas isabelinas, también estaban todos los presidentes de las comunidades autónomas, incluidos Iñigo Urkullu (País Vasco) y Quim Torra (Cataluña), que no suelen acudir a Madrid a otros grandes eventos como el Día de la Constitución o el desfile de la Fiesta Nacional. Pero la intención era estar todos unidos tras estos meses tan duros y con un horizonte lleno de rebrotes. Esperando todos esa vacuna que no llega.
También con un guiño a Latinoamérica, que ahora sufre en sus carnes las gravísimas consecuencias de la Covid-19, con la lectura del delicado e impactante poema Silencio, del mexicano Otavio Paz. “Desembocamos al silencio en donde los silecios enmudecen”. Todos enmudecidos escuchando a José Sacristán. Tantas lágrimas en el interior de todos, tanto dolor, tantos abrazos perdidos que estos versos han traído a la memoria de los presentes y de todos los españoles ante la televisión.
Un acto en el que sólo han tomado la palabra el rey, el hermano del periodista José María Calleja, en nombre de las familias de todas las víctimas y una enfermera del hospital Vall d’Hebron de Barcelona, como portavoz de todos los sanitarios. Don Felipe, ente el enmudecido patio, ha clamado que era un día que quedará “en la memoria de los corazones de todos”. Un homenaje, ha dicho, a todas las personas que perdieron su vida y que tenían “un futuro por delante”.
“Esta crisis nos ha puesto a prueba como sociedad”, ha reflexionado el monarca, que ha reconocido el tiempo “duro y difícil que ha vivido el país”. Además, ha sentenciado: “España ha demostrado su mejor espíritu”, al hilo que ha citado los valores de “madurez, resistencia y compromiso”. Todo ello acompañado de un llamamiento para estar “juntos y unidos”, para concluir con un mensaje de “confianza” hacia el futuro siempre bajo el “respeto y el entendimiento”.
Las palabras del rey llegaban casi al final del acto, después de unos momentos cargados de emoción, nudos en la garganta y lágrimas. Esa emoción se ha podido sentir desde el primer momento con la intervención de Hernando Calleja, el hermano de José María Calleja, el histórico periodista español fallecido por Covid-19. Su voz ha servido para “honrar la memoria desnuda de los que se fueron brutalmente”. “Ante un enemigo”, la Covid-19, ha proseguido, que es “frío, cruel y destructivo”. Un sentimiento, ha agregado, que es universal: “El dolor se parece al de todas las familias”.
Por todo esto, ha pedido ante las autoridades “compasión”, a la vez que ha señalado que el mayor homenaje es “la unidad en el recuerdo y construir el país que hubieran querido construir”. “Descansen en paz, en la memoria de España”, ha concluido ante los cerca de 500 invitados, que han respondido de forma espontánea con un aplauso.
Minutos después, Aora López, la enfermera del Vall d’Hebron ha hablado en nombre de todos los sanitarios después de una experiencia “impotente”: “Hemos dado todo lo que teníamos”. Se han revivido momentos durísimos cuando ha mencionado algunas situaciones en las que los pacientes decían: “No me dejes morir solo”. Y ahora, mirando al futuro, ha pedido a todos los ciudadanos que el esfuerzo no sea en balde y que se respeten todas las medidas y recomendaciones para frenar los rebrotes.
Todos estos sentimientos se han plasmado en el momento en el que las autoridades, acompañadas por familiares de víctimas, han ido depositando rosas blancas alrededor del pebetero. Sin distinción de instituciones o partidos. Entre ellos, Torra y Urkullu.
Un patio de la Armería dominado por el color negro principalmente, incluso en las mascarillas de los miembros del Gobierno. No han faltado los predecesores de Sánchez, a excepción de Felipe González, por motivos personales. José María Aznar llamaba la atención por la bandera de España en su mascarilla.
A las afueras del Palacio Real se ha concentrado medio centenar de personas, algunos que han gritado: ”¡Viva España, viva el rey!”, con una pancarta en la que se leía: “Sánchez e Iglesias, asesinos” y a la salida los concentrados han golpeado las cacerolas y han gritado “asesinos” cuando salían miembros del Gobierno.
El acto ha estado conducido por la periodista de TVE, Ana Blanco, a la que se le ha notado la emoción del momento. Sentimientos acompasados a lo largo de esta mañana de julio por la música de Johannes Brahms, interpretada por la orquesta de RTVE, mientras terminaba de abrirse el cielo azul veraniego que domina Madrid este jueves.
El dolor de un país, en la memoria de todos. Nunca lo olvidaremos y nunca los olvidaremos.