Un narco, el piloto ruso con planes con la cocaína y el “mercader de la muerte”: el dilema de EEUU para liberar presos
La estrella del baloncesto de EEUU Brittney Griner fue liberada a cambio del traficante de armas ruso Viktor Bout, el 8 de diciembre.
Un narcotraficante talibán declarado culpable de una enorme conspiración para el contrabando de heroína. Un piloto ruso encarcelado por su plan de distribuir cocaína por todo el mundo. Y un traficante de armas ruso tan tristemente célebre que se ganó el apodo de “mercader de la muerte”. Esos son sólo algunos de los delincuentes convictos que el gobierno de Estados Unidos acordó liberar en el último año a cambio de asegurar la liberación de varios estadounidenses detenidos en otras naciones, según ha contado la agencia de noticias Associated Press.
Desde hace tiempo se considera que Estados Unidos, según señala la agencia, corre el riesgo de incentivar más secuestros al aceptar negociar con países hostiles y grupos extremistas a cambio de la puesta en libertad de ciudadanos estadounidenses.
Pero la sucesión de canjes ha puesto de manifiesto la voluntad del gobierno del presidente Joe Biden de liberar a un delincuente condenado, antaño percibido como una amenaza para la sociedad, si con ello consigue traer de vuelta a Estados Unidos a un ciudadano norteamericano.
El último intercambio se produjo el 8 de diciembre, cuando la estrella del baloncesto de EEUU Brittney Griner fue liberada a cambio del traficante de armas ruso Viktor Bout. Griner fue condenada en agosto pasado a 9 años de cárcel en Rusia por cargos de posesión y contrabando de drogas, mientras que But, conocido como el “mercader de la muerte”, cumplía una condena de 25 años de cárcel en EEUU.
Este intercambio, sin embargo, generó algunas críticas. Algunos legisladores republicanos mostraron su extrañeza porque Bout —juzgado y condenado en tribunales estadounidenses—, fuera cambiado por alguien que EEUU consideraba una persona detenida injustamente y condenada en Rusia por un delito relativamente menor.
Los funcionarios del Gobierno de Biden han reconocido que tales acuerdos tienen un precio muy alto y lanzaron una advertencia, según la agencia de noticias, para que no sean la norma. La realidad, sin embargo, es que ya han sido una herramienta de anteriores gobierno de EEUU y ambos partidos políticos.
Cuando Donald Trump estaba al frente del país trajo de vuelta al veterano de la Armada Michael White en 2020 con un acuerdo que liberó a un médico iraní estadounidense y le permitió regresar a Irán. El Gobierno de Barack Obama perdonó o retiró los cargos contra siete iraníes en un intercambio de prisioneros relacionado con un acuerdo nuclear internacional con el gobierno de Teherán.
Griner fue detenida en un aeropuerto de Moscú en febrero después de que los agentes dijeran que portaba recipientes de un vaporizador con aceite de cannabis. El traficante Bout, quien fue arrestado en 2008, fue sentenciado en 2012 a 25 años de prisión por cargos de conspiración para vender decenas de millones de dólares en armas que, según funcionarios estadounidenses, se usarían contra estadounidenses.
El intercambio muestra así una tendencia en los últimos años de estadounidenses detenidos en otras naciones y tomados como rehenes, no por grupos terroristas, sino por gobiernos que buscan presionar a Estados Unidos. Así lo ha advertido Dani Gilbert, becaria en el Dartmouth College para estudiar la política exterior y seguridad internacional de Estados Unidos.
Gilbert ha señalado que la idea de que Estados Unidos no negocia a cambio de liberar rehenes es “inapropiada”. Y ha agregado que en realidad esa política sólo se aplica cuando un estadounidense está retenido por una organización designada por Estados Unidos como terrorista, y que, por lo demás, Estados Unidos ha hecho históricamente lo que sea necesario para devolver a sus ciudadanos a casa.
Lo que sí es diferente, ha añadido, es que durante aproximadamente la última década ha habido una tendencia de otros gobiernos —a diferencia de los grupos terroristas— a detener estadounidenses en el extranjero, a menudo con cargos falsos. Ha recalcado que en julio, Washington introdujo un nuevo indicador de riesgo en sus advertencias de viaje: una “D”, para países que tienden a detener indebidamente a los estadounidenses.
Durante una ceremonia para celebrar la liberación de Griner, el presidente Joe Biden instó a los estadounidenses a tomar precauciones antes de viajar al extranjero. “También queremos evitar que más familias estadounidenses sufran este dolor y separación”, explicó.
Bout se ganó el apodo de “mercader de la muerte” por supuestamente suministrar armas para varias guerras civiles en América del Sur, Medio Oriente y África. Sin embargo, Shira A. Scheindlin, la ex jueza federal que pronunció la condena contra Bout, declaró que, si bien este tenía antecedentes como traficante internacional que vendía armas a gente sospechosa, en el momento de su detención gracias a una operación encubierta de Estados Unidos parecía haber abandonado el negocio.
“No estamos hablando de alguien que en ese momento de su carrera estaba vendiendo armas activamente a los terroristas”, admitió.
El caso de Griner ha generado dudas sobre si en realidad fueron su celebridad y la presión pública lo que generó tanta presión sobre el gobierno de Biden para hacer un trato que no ha hecho en otros casos.
Del intercambio de prisioneros, finalmente, quedó fuera Paul Whelan, un ejecutivo de seguridad corporativa de Michigan que viajaba regularmente a Rusia hasta que fue detenido en Moscú en diciembre de 2018 y condenado por lo que el gobierno de Estados Unidos considera cargos infundados de espionaje.