El Corredor Mediterráneo: por fin una infraestructura prioritaria
Ciudadanos ha conseguido algo que no se había conseguido hasta ahora: situar el Corredor Mediterráneo en pleno centro de la agenda política. Porque aunque todos los partidos políticos se sumen al carro ahora, la experiencia demuestra que ni PP ni PSOE apostaron por esta infraestructura estratégica cuando tuvieron la oportunidad. Y no solo ellos. Tampoco los partidos nacionalistas defendieron en ningún momento el corredor mediterráneo como punto clave en sus negociaciones y pactos con los partidos de gobierno. Nada de eso en todos estos años.
El Corredor Mediterráneo es un eje trascendental para la economía española. Conecta nuestras ciudades, nuestros puertos, nuestras zonas de comercio. Permite distribuir nuestros productos, facilita las exportaciones y genera empleo. Es, en resumen, un eje productivo. Ciudadanos apuesta por la productividad y por eso, nosotros sí, estamos convencidos de que es imprescindible para las regiones que atraviesa y beneficioso para toda España.
Y que es importante no lo decimos nosotros. La relevancia del Corredor Mediterráneo está reconocida por Europa. Está integrado en la Red Transeuropea de Transporte (TEN-T) y, según define el reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo, forma parte del Corredor Europeo de Mercancías Nº6 que conecta los países del arco mediterráneo, desde España hasta Hungría, desde Algeciras a Budapest. Es una vía que nos conectará mejor con el resto del mundo.
Ciudadanos apuesta por una España mejor conectada y más abierta y por eso, nosotros sí, tenemos un compromiso político claro y firme con esta infraestructura. Mientras otros aprovechan sus escaños para hablar de levantar fronteras, de aislarnos o de desconectar, nosotros trabajamos para mejorar las conexiones y abrirnos al mundo. Por eso, para nosotros sí, fue un punto clave en las negociaciones que no podía faltar en el pacto de investidura.
En Ciudadanos tenemos claro hay que cambiar el modelo de priorización de inversiones en nuestro país. Uno de los puntos más importantes de nuestro programa en infraestructuras es la necesidad de una Oficina Nacional de Evaluación que analice cuales son las inversiones con mayor rentabilidad social, económica y ambiental, para que la asignación de los recursos pueda hacerse en base a criterios objetivos y alejarse de perversos intereses electoralistas. Algo que parece tan lógico se ha obviado por completo en las últimas legislaturas.
Pondremos un ejemplo concreto que habla por sí solo. La variante de Vandellós. En la última década y con gobiernos de distintos colores hemos visto cómo se construían infraestructuras de cuestionable justificación. Tenemos aeropuertos a los que les cuesta mucho despegar y que tardarán en ser rentables socioeconómicamente. Y tenemos algunas líneas de AVE que desgraciadamente no lo serán nunca. Pero lo que es realmente difícil de entender, lo verdaderamente grave, es que esos aeropuertos y líneas de AVE se han construido mientras entre la segunda y la tercera ciudad de España sigue existiendo un tramo de 30 kilómetros con una única vía.
Para desesperación de cualquier amante del ferrocarril, los flamantes Euromed que unen Barcelona y Valencia desde hace 20 años solo pueden hacerlo atravesando un cuello de botella en el que hay que dar paso alternativo a los trenes que suben o a los que bajan. Cuando dos trenes coinciden, uno de los dos tiene que esperar, porque ni siquiera existe una vía para cada uno de los sentidos. Desde 1995 se conoce la solución: una pequeña variante a la altura de Vandellós, sencilla, de doble vía, que además conectaría con la línea de Alta Velocidad. ¿Por qué no se ha ejecutado en todo este tiempo? Es difícil de explicar, pero desde los años 90 tres gobiernos del PP y otros tantos del PSOE han coincidido vergonzosamente en no darle prioridad. ¿Crisis económica? No. ¿Dificultades técnicas? No. Falta de voluntad política. Eso sí. Ha hecho falta que el PP perdiera su mayoría absoluta y que Ciudadanos lo escribiera en un acuerdo para que el corredor mediterráneo entrara en su discurso político.
La variante de Vandellós es un ejemplo particular (y escandaloso) no solo de falta de voluntad política sino también de falta de planificación, en especial en lo que respecta al ancho de vía. El transporte de mercancías por ferrocarril está muy condicionado por el cambio de ancho en la frontera, que eleva los costes de las exportaciones y resta competitividad a nuestros productos y puertos. Sin embargo a fecha de hoy no está definida, ni en debate, una estrategia clara de cambio de ancho y la variante de Vandellós, que fue proyectada para ancho europeo, se montará finalmente en ancho ibérico. El transporte de mercancías por ferrocarril es el más sostenible de los modos terrestres, pero sus necesidades han sido las grandes olvidadas en un país que ha invertido más de 50.000 millones de euros en ferrocarril.
El impulso de las infraestructuras productivas, la priorización de las inversiones en función de su rentabilidad socioeconómica, la planificación a largo plazo, la sostenibilidad ambiental, la apertura a Europa y al mundo... Todos estos son aspectos primordiales en el programa de Ciudadanos. Si se hubieran tenido en cuenta estos criterios en los años pasados no habría sido necesario hablar en este artículo de la variante de Vandellós, porque ya haría años que estaría funcionando.
Pero no ha sido así, y mientras trabajamos para conseguir reformas más profundas, hemos conseguido que el corredor mediterráneo sea una prioridad, demostrando que Ciudadanos es un partido decisivo para conseguir mejoras muy necesarias para todos. Así ha sido también en la negociación de los presupuestos en la que, en un contexto muy difícil, se ha llegado a un acuerdo para que España tenga unos presupuestos sin recortes ni subida de impuestos, con la mirada puesta en recuperar la clase media y trabajadora y en la modernización de nuestro país.