Sunak asume el cargo de primer ministro prometiendo estabilidad económica y corregir "errores"
El único candidato 'tory' a suceder a Truss en el partido y en el Gobierno ha formalizado su toma de posesión ante el rey, Carlos III, que es estrenaba en el proceso de relevo.
El conservador Rishi Sunak, de 42 años, se ha convertido este martes en el nuevo primer ministro del Reino Unido, tras ser recibido en el palacio de Buckingham por el rey Carlos III, quien le ha encomendado ya la tarea de formar un Gobierno. De seguido, ha viajado a Downing Street, donde ha comparecido ante la prensa, en el mismo escenario en que su predecesora y rival interna, Liz Truss, había dicho adiós una hora antes, denefestrada tras 45 días en el poder, la mandataria más fugar de la historia.
Ha sido el de Sunak un discurso con guiños, de lamentar los errores pasados (de otros), pero también de esperanza en el futuro. Promete estar a la altura, rendir cuentas y batallar por mejorar el país. Prioriza “la estabilidad económica” y anticipa “decisiones difíciles”, pero hay que pelear, dice, porque está en juego la unidad de la nación.
Reino Unido, ha empezado asumiendo, “se enfrenta a una profunda crisis económica”, lastrada por los restos del covid-19 y la guerra de Ucrania, lo que “ha desestabilizado el mercado energético de todo el mundo”. Y en ese contexto complicado llegó Truss, la breve. Le ha querido rendir “homenaje” -ella, poco antes, se limitó a desearle ”éxito”-, porque entiende que las cosas no son fáciles para Reino Unido y ella “no se equivocó a la hora de querer crecimiento, es un objetivo noble”, hasta “admira” su “determinación para conseguir ese cambio”.
Sin embargo, ha dicho ahí ya sin clemencia, “se cometieron algunos errores, no por mala la intención, sino todo lo contrario, pero con todo y con eso eran errores”, como la bajada de impuestos que le costó el cargo a Truss. “Yo he sido elegido en parte para solucionarlos”, ha dejado claro el nuevo premier, el más joven en décadas, el primero de origen hindú.
Sunak ha querido hablar de forma muy directa a los ciudadanos de las islas británicas, con contundencia, mostrando ese carisma y dinamismo que sus partidarios siempre destacan y que en Truss, verdaderamente, no se veía. “Este trabajo empieza de inmediato, quiero que la estabilidad económica y la confianza estén en el centro de la agenda de este Gobierno”, ha indicado, sabedor de que la peor inflación en 40 años lo lastra todo y en que la sucesión de cinco primeros ministros conservadores desde 2016 hace mella en la población, que se hace preguntas, que se irrita, por más que hace dos años largos confiase su mayoría absoluta a Boris Johnson.
El primer ministro ha puesto como ejemplo de lo por venir lo que ya hizo cuando era titular de Finanzas con el propio Jonhnson, cuando abordó con medidas económicas muy bien aceptadas la crisis del coronavirus, con ayudas sociales, inyecciones a empresas y planes para proteger los empleos. Es, posiblemente, el mayor logro de su carrera. “Ya me vieron durante el covid, haciendo lo que podía (...). Siempre hay límites pero les prometo que tendré la misma compasión de entonces ante los retos que nos enfrentamos hoy”, garantiza. El Gobierno, se compromete, no dejará a las nuevas generaciones “una deuda que no somos capaces de pagar”,
Economía aparte, sabe de las heridas que ha generado en la sociedad la guerra cainita de los tories y por eso promete “unir” al país “no con palabras, sino con acciones”, que habrá que poner a prueba en retos como la recesión que amenaza o el conflicto con la Unión Europea por el protocolo de Irlanda del Norte del Brexit. “Trabajaré día sí y día también para cumplirlo”, añade. Porque esa ha sido otra de las claves de su discurso: el cumplimiento, la transparencia. Ha dicho de su gabinete -aún por conocer- que tendrá “integridad y profesionalidad”, que rendirá cuentas “a todos los niveles”. “La confianza se gana y yo me ganaré la de los ciudadanos”, sostiene, resuelto. “Intimidado”, avisa, no está.
Aferrado al programa de Johnson
Sunak ha tenido palabras para Johnson, el segundo premier con el que trabajó tras Theresa May, con el que más poder tuvo, pero con el que rompió el pasado verano por sus sucesivos escándalos. Desde entonces, Sunak y Johnson han sido enemigos, los cercanos al exprimer ministro lo veían como un arribista con intenciones de ascender que no había tenido reparos en traicionar al jefe. Sin embargo, Sunak ha dicho hoy que “siempre” estará agradecido a su predecesor, por sus “increíbles logros” en el Ejecutivo. “Agradezco su calidez de espíritu”, señala.
También se aferra al programa electoral que llevó a Johnson a ganar las elecciones de diciembre de 2019, del que Truss se había desviado notablemente. “El mandado de 2019 no es propiedad individual, de una única persona, sino que pertenece a todos nosotros y nos une a todos”. También los compromete a todos, ha venido a decir. “El centro de ese mandato es nuestro programa electoral. Cumpliré sus promesas: un sistema sanitario más fuerte, mejores escuelas, calles más seguras, protección de nuestras frontreras, ayuda a nuestras fuerzas armadas, equilibrar la economía, que este país abrace las oportunidades del Brexit...”, ha enumerado, entre otras materias.
Sabe Sunak que debe prometer todo esto, además, porque no tiene legitimidad popular. Ha llegado al cargo sin elecciones y sin tan siquiera unas primarias de su formación -en las de septiembre apenas participaron 160.000 personas, ridículo para un país del peso de Reino Unido, pero es que ahora ni eso-. Se aferra al programa que sí tuvo respaldo en las urnas como su biblia, la que le permite estar en Downing Street.
Sunak ha querido mostrarse cálido con los ciudadanos. “Entiendo la dificultas de este momento tras los miles de millones de libras que nos ha costado luchar contra la covid, los problemas que ahora tenemos en mitad de una guerra que tenemos que hacer que termine”, ha explicado con tono cercano, muy diferente al distante y casi mecánico de ayer, cuando supo que no tenía rivales y que mandaría en el Partido Conservador y en el Gobierno.
“Sé lo difíciles que son las cosas pero, también, que tengo trabajo por hacer para restaurar la confianza tras lo que ocurrió”, insiste, sin poner más a ese “ocurrió” que tantas cosas incluye. “Sé perfectamente el alto cargo que he aceptado y espero estar a la altura, pero cuando se te presenta la oportunidad de servir no puedes mirar el momento. Hay que poner las necesidades por encima de la política, con un Gobierno que represente las mejores tradiciones de mi partido. Juntos podemos crear grandes cosas, un futuro merecedor de los sacrificios hechos y llegar a mañana y a todos los días por venir con esperanza”, concluye.
Lo que le resta
Se prevé que el nuevo primer ministro comparezca mañana ante el Parlamento, después de iniciar posiblemente hoy la formación de su gabinete de ministros. Se desconoce cuándo dará todos los nombres de los elegidos. Luego, su primera prueba de fuego llegará el 31 de octubre, cuando el Gobierno presentará su plan fiscal a medio plazo, con medidas para equilibrar las finanzas públicas.
Mientras tanto, la oposición en bloque pide que se celebren unas elecciones generales anticipadas para dar a los ciudadanos la opción de decidir su futuro, después de tener tres primeros ministros conservadores diferentes en menos de dos meses. Los sondeos, cuando Truss dimitió el jueves pasado, daban a los laboristas de Keir Starmer una ventaja de 30 puntos si hoy se celebrasen elecciones. Mucho va a tener que remontar Sunak.