El Centro de Arte Contemporáneo de Málaga a los tribunales
El centro de arte más opaco del país se ha convertido en la fachada trasera de la política cultural española, un perfecto manual de malas prácticas.
La secuencia es pública. Lo normal es que la conozca todo el mundo del arte, pero ha pasado a los medios generales y hoy es un tema de conversación en bares y terrazas. El centro de arte más opaco del país se ha convertido en la fachada trasera de la política cultural española, un manual de malas prácticas que comprende desde los juicios por agresión a los que atañen a la destrucción del patrimonio artístico malagueño pasando por un sistema de compras opacas con el que Scorsese podría hacer una buena cinta a la altura de Casino.
Málaga, una ciudad que apostó por la cultura con notable éxito, dilapida en estos tiempos el caudal de prestigio atesorado por el Pompidou, el Museo Picasso o el Museo Ruso para favorecer a la empresa de Fernando Francés —Secretario General de Innovación Cultural y Museos de la Junta de Andalucía hasta que dimitió en agosto— en el concurso esperpéntico que llevó a la ciudad a los periódicos de todo el país para evidenciar que una buena idea puede ser un infierno en manos de las personas equivocadas si alguien tiene interés en que el proceso sea manipulado. ¿Merecía la cultura malagueña esto? No, no lo merecía pero ha ocurrido y es público.
La Unidad Temporal de Empresas de la que formé parte —con el nombre CAC FUTURO Y DESARROLLO—, concursó creyendo que era realmente un concurso lo que hacíamos. Una vez ganado el proyecto con 20 puntos de diferencia sobre la entonces concesionaria empezaron los sucesos paranormales. La forma en la que se ha desenvuelto todo ha generado todos los chistes bien conocidos y una falta de confianza en la limpieza del proceso sobre la que podríamos hablar mucho pero que tiene un colofón muy cinematográfico en la tan irregular venta de la empresa de Francés a su vecino en Santander, un empresario de gasolineras y hostelería sin conocimiento del sector. Se podría decir que es una irresponsabilidad a quién confió el Ayuntamiento su primera infraestructura cultural, pero que nadie se preocupe, la noche de la inauguración las invitaciones las enviaba por whatsapp el propio Fernando Francés, que posaba luego con el alcalde. El cántabro, al que se le amontonan los juicios por escándalos financieros, de violencia de género, destrucción del patrimonio, etcétera, el hombre que amenaza y acosa con juicios a quien ha denunciado sus prácticas, se divierte con todo esto y, a modo de burla, en su Instagram, hace bromas constantes con el asunto exhibiendo a los cachorros que le cocinan paellas, a través de los cuales seguirá manejando una cultura en Andalucía que se prepara para los últimos golpes a su, en otros tiempos, enorme calibre y dignidad.
Ante un contexto así hay que hacer algo y lo vamos a hacer: vamos a los tribunales. Nuestra UTE ha recurrido al Tribunal Superior de Justicia contra el Ayuntamiento por dos motivos. El primero, por las irregularidades de este proceso infernal, las injusticias que con nosotros se han cometido, y la limpieza y el futuro del CAC Málaga, un proyecto en el que todos los profesionales que hemos trabajado codo con codo en ese sueño lo hemos hecho hasta la extenuación. La segunda es la dignidad del sector del arte en España. Hay momentos en los que hay que parar y hacer frente a la injusticia. La nocturnidad con la que se ha intentado hacer todo aquí es enemiga de la justicia y la verdad, y deben ser los tribunales los que valoren cómo se hizo aquella venta estrambótica de empresas; al juez corresponderá revisar la actuación de la mesa de contratación a la hora de aceptar y solicitar a Francés argumentos o datos que a las demás no. A ellos corresponde explicar la posible incompatibilidad de Fernando Francés con el ingreso de los fondos de Díaz Noriega, cuatro meses después de ser anunciado; la calificación de 6 puntos a un equipo que no existía a la hora de ser evaluado (fue nombrado alto cargo de la Junta de Andalucía y se llevó con él a la gerente); la negligencia del Ayuntamiento que da ganador del concurso a una marca que no posee, ya que CAC, en aquel momento y podría ser que hasta ahora, pertenecía a Fernando Francés. Aquí Scorsese enmudece, no se le hubiese ocurrido pensar que el público asumiría la posibilidad de que un ayuntamiento estuviese legitimado para sacar a concurso una marca de la que no era dueño. Ni Joe Pesci hubiese vendido eso.
Tenemos una primera buena noticia. Hemos recibido la notificación de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal superior de Andalucía, Ceuta y Melilla, con sede en Málaga, al que recurrimos. Se ha admitido a trámite nuestro recurso contra el Ayuntamiento de Málaga. Nadie quiere litigar contra la administración. Nunca lo habíamos hecho, pero un día hay que plantarse. Como llevan muchos artistas plantándose frente al despotismo, el oscurantismo y la arbitrariedad, porque así existe la libertad y la justicia.