El carné de baile
Será el mes de los pactos, de los acuerdos, de los pisotones y las puñaladas traperas.
No sé si será el calor, el cansancio, el deseo de que una melodía celestial se eleve frente al griterío de los últimos tiempos. El caso es que, viendo que junio va a ser de todo menos tranquilo, que no va a ser ese mes de paso, de transición al largo y cálido verano (y lo que te rondaré morena, que decía mi abuela), me ha dado por imaginar el país como uno de esos monumentales salones de baile en los que la nobleza arreglaba sus asuntos.
En pocas semanas, antes de que acabe junio, tendrán que estar constituidos ayuntamientos, instituciones provinciales y comunidades autónomas. Momento de hacer números y, (esto es un deseo) de pensar en las personas. Por el momento, vemos como nos sobrevuelan mensajitos de unos y otros; si no giras no bailo contigo; puedo bailar, pero no a costa de destrozarme los pies; no bailaré con el primero que me lo pida; el carné de baile tiene que estar sobre todos los demás, dime lo que quieres cobrar y te diré si bailo contigo…
Veremos qué música suena, y si no acabamos pisándonos y sin acertar. De momento, unos y otros acumulan firmas en el carné, supongo que para luego ir descartando. Que no todo el mundo es virtuoso del vals, de la polca o del minueto, y a muchos, les suena igual toda la música y aunque no controlen los pasos, tiene muy clarito donde quieren llegar.
Será el mes de los pactos, de los acuerdos, de los pisotones y las puñaladas traperas, de adioses airados y bienvenidas recelosas, de expectación por lo que está por venir e incluso de nostalgia por lo que se fue. De dudas sobre lo que llega y de miedo por lo que está. Y hasta puede, lo hemos visto, que se llegue a soluciones de compromiso, de esas de salvar los muebles por el momento, y a la vuelta de unos meses empiecen las mociones de censura.
El caso es que que todos quieren estar al frente de la orquesta que marcará el ritmo los próximos años, que todos quieren ser la estrella del baile y, para eso, tienen que tener lleno el carné de firmas, para elegir. Alguno, cual nievo Narciso, se cree tan bello que puede bailar con dos o tres a la vez, para que nadie se quede sin sus encantos.
Pero vamos, que tendrán que sudar la camiseta, o los encajes y el terciopelo. Ciudadanos ha girado tanto en la pista que ha quedado instalado en una especie de esquizofrenia de difícil salida. A los puzles de Madrid y Barcelona, les faltan piezas. O le sobran. El PP anda lamiéndose las heridas por las esquinas y los reconquistadores, han decidido que no bailan si no salen en la foto. PSOE y Podemos se envían recaditos y quedan muchos pueblos y ciudades sin barrer.
No se me ocurre con qué melodía se puede acompañar todo esto. Tiene que ser a ratos dulce, enérgica y con brío, elegante, viva, alegre… Y que todos la sepan bailar.