El asesinato grabado de Emine Bulut, el feminicidio que ha indignado Turquía
Una mujer apuñalada por su ex, el ruego de su hija para que no se muera y un vídeo viral: la historia que sacude a todo el país
“No quiero morir”, le dice Emine Bulut a su hija de diez años mientras se cubre una herida en el cuello que no para de sangrar. Las imágenes de su llanto, grabado por un cliente del café en el que la mujer fue apuñalada por su exmarido, han indignado Turquía.
Emine Bulut -asesinada el pasado 18 de agosto aunque el vídeo salió a la luz el 23- engrosó la lista de feminicidios de los últimos días junto a Zümrü Er, lanzada escaleras abajo por su exmarido; Merve Kotan, muerta por disparos de su exnovio; Gülsüm Karusu, estrangulada por su marido, y Tuba Erkol, apuñalada por su esposo.
Sin embargo el llanto de Bulut junto a su hija, que le ruega “mamá, no te mueras”, ha causado tal conmoción en Turquía que Gobierno, oposición y sociedad civil están de acuerdo en que el país tiene un problema de violencia machista, aunque difieren en cómo resolverlo.
Bajo el lema “no queremos morir” y “prevenid los asesinatos, no los divorcios”, miles de mujeres han salido a la calle en casi todo el país para que el Gobierno tome más medidas contra los feminicidios.
El partido gubernamental islamista AKP calificó el asesinato de Emine Bulut de “herida social” y anunció que llevará al Parlamento un nuevo proyecto de ley para luchar contra la violencia machista.
La nueva legislación evitaría las reducciones de sentencia por buena conducta en los casos de feminicidios y los acusados podrían pasar parte de su pena en confinamiento solitario.
“El asesinato es el último paso en un largo recorrido de agresiones y abusos. Creo que el debate no debe centrarse en la sentencia sino en las medidas de prevención”, señala a Efe Hatice, una abogada que atiende refugios de mujeres maltratadas y que no quiere revelar su nombre completo.
Abogados y asociaciones feministas se oponen a la iniciativa del Gobierno y piden que se aplique la legislación actual y se cumpla con el Convenio de Estambul, la normativa internacional sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres. “No hay necesidad de cambiar las leyes, solo hay que implementar las que ya tenemos”, señala a Efe la abogada Selin Nakipoglu.
El Convenio contempla medidas como facilitar refugio a las víctimas de violencia de género, que la policía pueda sacarlas del domicilio en caso de peligro inminente o programas para informar a la opinión pública sobre prevención y derechos de las víctimas.
Un grupo de expertos del Consejo de Europa que analiza la aplicación del Convenio señaló en un informe el año pasado que, en el caso de Turquía, “no hay suficientes datos o pruebas que demuestren que los casos de violencia se investigan, procesan y sancionan de manera efectiva”.
“Las autoridades hacen la vista gorda en muchos aspectos. Por ejemplo se debe aplicar una multa cuando se viola la orden de alejamiento, pero en la mayoría de casos no se hace. También conocemos muchos casos de policías que presionan a las mujeres para que no denuncien”, explica a Efe Gülsüm Kav, directora de la asociación “Kadin cinayetlerini durduracagiz” (Acabaremos con los asesinatos de mujeres).
El presidente turco y líder del islamista AKP, Recep Tayyip Erdogan, declaró recientemente que el Convenio “pone en peligro la integridad familiar”.
En la misma línea, los sectores más conservadores de la sociedad se oponen al Convenio argumentando que puede causar la desintegración de la familia y favorecer la homosexualidad, aunque no especifican qué medidas exactamente la causarían.
A raíz del asesinato de Bulut, medios progubernamentales han señalado que el Convenio es un “asesinato de la familia”, un “producto occidental” que “favorece al colectivo LGBT” y que ha provocado la “expulsión de miles de hombres de sus hogares”.
“Estas críticas muestran que no se han leído el Convenio, que contempla una regulación muy buena sobre la prevención como la atención a las víctimas o las órdenes de alejamiento”, comenta la abogada Nakipoglu.
“Hay sectores que ejercen presión para no implementarla porque dicen que va contra nuestra tradición familiar. Es absurdo. Los derechos de las mujeres no tiene nada que ver con una cuestión de tradición o cultura”, añade.
La implementación de la regulación ha causado diferencias incluso en las bases del AKP.
La asociación de mujeres KADEM, cercana al partido y vicepresidida por la hija de Erdogan, Sümeyye Erdogan Bayraktar, pidió la aplicación del Convenio y agregó en un comunicado que “igualdad de género” no significa defender la homosexualidad.
“La familia está en el centro del debate cuando hablamos de violencia pero no debería ser así. Al Gobierno le preocupa que las denuncias puedan provocar un aumento de los divorcios, pero la prioridad debería ser la seguridad de estas mujeres”, recalca Hatice.
Según la asociación “Kadin cinayetlerini durduracagiz”, al menos 245 mujeres han sido asesinadas en Turquía en los primeros siete meses del año.
En noviembre pasado, el Ministerio de Interior ofreció por primera vez una cifra de feminicidios, cerca de unos 20 asesinatos al mes, una cifra que coincide con el rotativo Bianet, que hace un seguimiento mensual de la violencia contra las mujeres. Según Bianet, 255 mujeres fueron asesinadas en 2018, mientras que “Kadin cinayetlerini durduracagiz” asciende la cifra a 440.