El año del hombre lobo
Hace 50 años se estrenaba 'La noche de Walpurgis', que desató la producción de películas con monstruos.
Este es el año del hombre lobo. Y no estoy haciendo ninguna metáfora o comparación con ningún ser humano de la actualidad. Hablo de que en este 2021 se producen varios aniversarios redondos de licántropos, cinematográficos por supuesto, tanto nacionales como internacionales.
Estos días de mayo, hace 50 años, se estrenaba en el madrileño cine Fuencarral, La noche de Walpurgis, uno de los hitos comerciales del fantaterror español. Por ello, en este 2021, el fandom recuerda aquel 1971, y el festival de Sitges anuncia homenajes y reconocimientos licantrópicos. Porque, además, es cifra redonda para recordar otros títulos propios para aullar a la luz de la luna llena: hace 80 años se estrenaba la mítica El hombre lobo de la americana Universal y hace 60 años, hacía lo propio la no menos mítica Maldición del hombre lobo de la inglesa Hammer.
Y si hay un año licantrópico a recordar, es 1981. Hace 40 años, se estrenaban dos películas que no solo revolucionarán el mundo de los hombres lobo, si no, más aún, el de los efectos especiales, con transformaciones nunca vistas hasta la fecha. Hablo de las producciones anglosajonas Aullidos y Un hombre lobo americano en Londres, auténticos hitos, que se estrenaron al mismo tiempo que la española El retorno del hombre lobo, esta sin tantas virguerías especiales, pero con un empaque memorable.
En aquella España de 1971, en la que El Lute se fugaba del penal del Puerto de Santa María, se cerraba el Diario Madrid, y una epidemia de gripe afectaba a medio millón de madrileños, el decorador español Gil Parrondo obtenía un Oscar por su trabajo en Patton, una de las superproducciones extranjeras rodadas en suelo español, mientras el cine patrio se centraba en la comedia celtibérica.
Vente a Alemania, Pepe, La graduada o Hay que educar a papá, pueblan las carteleras españolas, con Martínez Soria y sus problemillas familiares, o Landa y López Vázquez seduciendo suecas. Pero hete aquí, que había aparecido uno años antes, un madrileño, Jacinto Molina, quien con el pseudónimo de Paul Naschy, había promovido historias de vampiros y hombres lobo rodadas en los alrededores de la capital de España.
Y así, tras La marca del hombre lobo y Los monstruos del terror, se estrena hace ahora 50 años, una nueva aventura con el licántropo Waldemar Daninsky, La noche de Walpurgis, que desata la producción de películas con monstruos, en aquellos años más propios de proyectos con Lina Morgan o Gracita Morales. Lobisón polaco, por cierto, ya que la censura franquista no dejó en 1967 que el personaje fuese asturiano, hasta ahí podíamos llegar.
El hombre lobo no pasa de moda, desde la primigenia idea que aparecía en La metamorfosis de Ovidio. Ese axioma de “el hombre es un lobo para el hombre”, está presente todos los días, no hay más que ver los telediarios para constatar que no hace falta muchas lunas llenas para que se lie parda y que no hay suficientes balas de plata para tanta bestia. No fue casualidad que los licántropos poblasen los cines durante la Segunda Guerra Mundial, qué mejor metáfora. Por cierto, que a Hitler no solo le encantaba King Kong, más aún, le fascinaban los lobos. Y algo hay en cada inicio de década, ya que volvieron a florar una y otra vez los hombres lobo cinematográficos en tiempos de crisis.
“Incluso un hombre de corazón puro, que por las noches sus oraciones rece, podría convertirse en lobo, cuando la luna otoñal luce plena, y el acónito florece”, recitaban en aquella película de 1941. Vamos, la vida misma a día de hoy, cuestión universal.
Cuidado con la luna, o peor, con nosotros mismos.