El acuerdo nuclear con Irán, pendiente de las condiciones finales y de la oposición de Israel
Teherán estudia la respuesta de EEUU a sus propuestas, mientras Lapid insiste en que el plan es “inaceptable” pues no evita que la república islámica sea un “estado nuclear”.
El acuerdo de Occidente con Irán sobre sus investigaciones nucleares está a punto de cuajar, poniendo fin a más de 16 meses de negociaciones. Todas las partes son optimistas, al fin, pero lo cierto es que no se acaba de plasmar aún un documento, negro sobre blanco. En este momento. Teherán ya ha recibido la respuesta estadounidense a su propuesta para salvar el pacto nuclear de 2015, roto en 2018 por Estados Unidos, y la está estudiando. A esta incertidumbre se suma el no rotundo de Israel a la negociación, ante el temor a que su archienemigo, al que considera una amenaza existencial, logre armas atómicas.
“Irán ha comenzado a estudiar las observaciones de Estados Unidos, y tras la revisión Teherán presentará su punto de vista al coordinador”, la Unión Europea, declaró en un comunicado el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí. Irán negocia desde hace más de un año con Alemania, Francia, el Reino Unido, Rusia, China y, de forma indirecta, con Estados Unidos la restauración del acuerdo nuclear de 2015, que limitaba el programa nuclear iraní a cambio del levantamiento de sanciones y que fue abandonado en 2018 por el entonces presidente estadounidense, Donald Trump.
Tras varios meses de parón en las negociaciones, el alto representante de la UE para Asuntos Exteriores, Josep Borrell, presentó en la última ronda de conversaciones celebrada en Viena entre el 4 y el 8 de agosto una nueva propuesta para cerrar el acuerdo, que definió como “texto final”.
Irán respondió el 16 de agosto a la propuesta europea y esperaba ahora la réplica estadounidense. Borrell advirtió ayer mismo de que sería “muy difícil” retomar la negociación sobre el acuerdo nuclear iraní después del verano si no se llega a un consenso en los próximos días. “No creo que haya margen para muchas negociaciones más”, dijo, por lo que instó a cerrar un pacto que, si bien no resolverá todos los problemas con Irán, hará del mundo “un lugar mucho más seguro”.
Las principales cuestiones por resolver para Teherán son garantías de que Estados Unidos no abandone de nuevo el acuerdo como hizo el presidente Donald Trump en 2018.
Otra cuestión pendiente es la petición iraní de que se cierre una investigación del Organismo Internacional de la Energía Atómica acerca del origen de las trazas de uranio encontradas en tres lugares que Irán no había declarado.
No y no
Israel, por su parte, advierte de que hará todo lo que esté a su alcance para impedir el pacto. Esa ha sido su postura de siempre, así fue en 2015 y así es ahora. El primer ministro israelí, Yair Lapid, aseguró ayer que la “oferta final” de la UE es “inaceptable” porque no evita que la república islámica se convierta en un “estado nuclear”.
“Israel no está en contra de cualquier acuerdo. Estamos en contra de este acuerdo porque es malo. No se puede aceptar como está escrito ahora mismo”, aseveró Lapid en una rueda de prensa con medios extranjeros en Jerusalén, cuando el anuncio de un nuevo pacto atómico con Irán parece inminente.
Sobre la “oferta final de tómalo o déjalo” que la UE -que negocia directamente con Irán en nombre de las potencias G5+1 (EE.UU, el Reino Unido, Francia, Alemania, Rusia y China)- plantó la semana pasada, Lapid afirmó que el país persa “vuelve a hacer demandas, mientras que los negociadores están listos para hacer concesiones nuevamente”.
“No es la primera vez que sucede. Los países occidentales trazan una línea roja, los iraníes la ignoran y la línea roja se mueve”, lamentó el primer ministro israelí, quien en la última semana ha hablado por teléfono sobre el asunto con el presidente francés, Emmanuel Macron, y con el canciller alemán, Olaf Scholz; además de mantener “un diálogo cercano y casi diario con Reino Unido”. “Les dije que estas negociaciones han llegado al punto en que deben detenerse y decir basta”, apuntó el primer ministro de Israel, país que ve en Irán no solo como su mayor enemigo, sino como una amenaza para su supervivencia.
En este último esfuerzo diplomático por frenar el acuerdo nuclear con Irán, el Ejecutivo israelí ha enviado esta semana a Washington a abordar el asunto tanto a su asesor de seguridad, Eyal Hulata, como al ministro de Defensa, Benny Gantz; para reunirse con sus homólogos estadounidenses, Jake Sullivan y Lloyd Austin, respectivamente.
“Tenemos un diálogo abierto con la administración estadounidense sobre todos los asuntos en desacuerdo”, indicó Lapid, que alabó al presidente Joe Biden como “uno de los mejores amigos de Israel”, aunque admitió que tienen puntos de vista diferentes sobre cómo abordar las negociaciones nucleares.
Lapid insistió en que el actual borrador de acuerdo supone que Irán reciba por levantamiento de sanciones hasta 100.000 millones de dólares anuales, que “se utilizarán para socavar la estabilidad en la región y sembrar el terror en todo el mundo”. Según Israel, Irán utiliza cada año más de mil millones de dólares en financiar a sus proxys en la región; que identifica como los movimientos islámicos de Hizbulá en el Líbano; Hamás y la Yihad Islámica en los territorios palestinos; además de las milicias de los hutíes en Yemen y milicias propias que operan en Siria.
El primer ministro señaló que el levantamiento de las sanciones a la banca e instituciones financieras implica que Irán no tendrá obstáculos para lavar dinero y recordó que el director del Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, dijo esta misma semana que el país no ha dado “explicaciones creíbles” sobre su programa nuclear ni sobre dónde están los restos del material atómico detectado.
“Hemos dejado claro a todos: si se firma un acuerdo, no obliga a Israel. Actuaremos para evitar que Irán se convierta en un estado nuclear. No estamos preparados para vivir con una amenaza nuclear sobre nuestras cabezas de un régimen islamista extremista y violento. No dejaremos que suceda”, aseveró Lapid, quien reclamó la necesidad de una amenaza militar realista sobre la mesa para disuadir a Irán.