Ébola en RDC: las claves de un brote que ya lleva cien muertos
La resistencia a acudir al médico o a no ser vacunados y el entorno violento complica las labores de prevención.
El número de muertes probables como consecuencia del último brote de ébola declarado en la República Democrática del Congo (RDC) asciende ya a 97, de las que 66 se han confirmado como casos positivos, según los últimos datos del Ministerio de Sanidad de este país africano. Aunque entidades fiables como Médicos Sin Fronteras (MSF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) confirman que está remitiendo, ha cundido la lógica preocupación, después del peor contagio conocido, entre 2014 y 2016, que dejó más de 11.300 muertes (según cifras más bien conservadoras) y cerca de 29.000 casos concentrados en Guinea, Liberia, Sierra Leona y Nigeria.
¿Cuándo se declaró el nuevo brote?
Este último brote localizado en RDC procede de la cepa llamada Zaire la más mortal que existe. Fue declarado el pasado 1 de agosto y ha afectado ya a las provincias de Kivu Norte (en las ciudades de Mabalako, Beni y Butembo, sobre todo) e Ituri, dos zonas marcadas por la violencia, lo que dificulta notablemente las tareas de los servicios sanitarios.
Se trata del segundo brote declarado este año, tan solo ocho días después de que el ministro de Sanidad, Oly Ilunga, proclamase el fin del anterior en la provincia de Ecuador (noroeste); y el peor de la última década en la República Democrática del Congo.
Según el último informe de las autoridades locales, actualizado a fecha del pasado sábado, el total de casos asciende a 142, una cifra que se desglosa en 31 probables y 111 confirmados. 97 de ellos han sido mortales.
¿Cómo se está combatiendo?
En cifras generales, el proceso de inoculación, que se inició el pasado 8 de agosto y que hasta la fecha se compone de 48 cinturones distribuidos en siete zonas afectadas en el país, ha alcanzado ya a unas 9.000 personas, de las cuales más de 2.000 son niños.
La mayoría de las comunidades están implementado ya medidas de respuesta, como el rastreo diario de contactos de las personas supuestamente afectadas y la vacunación, pero la reticencia de algunas poblaciones sigue aumentado el riesgo de propagación, según la OMS. Es el caso del distrito de Ndindi, en la ciudad de Beni, donde algunos residentes ocultan a los enfermos y se niegan a participar en las campañas de vacunación, por lo que el Gobierno ha decidido apostar por el diálogo con los líderes locales.
Otros factores de riesgo son los numerosos entierros sin medidas apropiadas de seguridad, en los que se contagian nuevas personas, así como la detección de casos en áreas difíciles de alcanzar e inseguras debido a la presencia de grupos armados.
Preocupación en MSF
"En general, hay una reducción de casos, pero hay que mantenerse alerta porque hay casos positivos post-mortem que han estado todo su tiempo de sistematología sin medidas de bioseguridad adecuadas", explica a Efe, en una entrevista por cuestionario, la responsable de respuesta a epidemias de MSF Miriam Alía, en una entrevista con la Agencia EFE.
El rechazo de parte de la población a las medidas sanitarias contra el ébola en la República Democrática del Congo y el bajo seguimiento de algunos enfermos preocupan a la citada ONG. La resistencia a acudir al médico o a no ser vacunados, una medida que se aplica desde las primeras semanas de la epidemia, pero que no es obligatoria ni se puede imponer por la fuerza, ha provocado que aún no se pueda decir que el brote está controlado.
El pasado 5 de septiembre, las autoridades congoleñas notificaron un primer caso de la enfermedad en la ciudad de Butembo, un gran núcleo comercial con más de medio millón de personas. "El primer caso positivo de Butembo era un contacto conocido de una persona confirmada en Beni (otro de los núcleos urbanos de Kivu del Norte), que rechazó la vacunación", cuenta Alía.
Esta persona, que presentaba síntomas de la fiebre hemorrágica, viajó de Beni a Butembo y estuvo varios días en un centro de salud y en un hospital, y la enfermedad finalmente se le diagnosticó una vez que había fallecido, por lo que pudo contagiar a mucha más gente. "Lo más preocupante -reconoce la enfermera- es que el porcentaje de seguimiento en algunas zonas, como Beni o Butembo, es aún muy bajo. Con porcentajes inferiores al 60 %algún día y con algunos contactos que nunca han sido vistos, no podemos decir que tenemos controlada la cadena de transmisión".
En la lucha contra la propagación del ébola, uno de los pilares de la respuesta es vigilar los entierros de las víctimas, pues la enfermedad es más virulenta cuanto más avanzada está. Una de las etnias de la zona, los Batwas, tienen la costumbre -cuenta Alía- de preparar las fosas de sus muertos con hojas de árbol en el fondo y, una vez enterrado el féretro, colocan más hojas encima.
En el entierro, los familiares y seres queridos cantan. Todo esto se puede hacer de forma "segura y digna" si el cadáver se introduce antes en una bolsa hermética para que la familia pueda despedirse sin riesgo.
Para poder alterar levemente estas costumbres de esta forma, MSF busca en Butembo la manera de integrar a responsables comunitarios y líderes de opinión para que no haya un rechazo de la población, algo que es "bastante común" al principio de toda epidemia. Otro factor importante de este brote es que Kivu del Norte e Ituri son dos de las regiones con más conflictos violentos de la RDC.
"Estamos trabajando con comunidades extremadamente traumatizadas por la violencia", asevera la enfermera, que estima que "construir la confianza con comunidades que han sufrido tanto es muy difícil, pero sin ella es imposible acabar con la transmisión".
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Así es el contagio
El ébola sólo se contagia a través del contacto directo, no puede hacerlo por el aire. Esto quiere decir que aunque alguien tenga el virus, si no hay contacto directo conmigo, o a través de una superficie contaminada, no puedo contagiarme.
Este contacto tiene cinco vías principales: vómitos, heces, saliva, pis o sudor. En cuanto al pis y al sudor son las vías más complicadas y para que resulten peligrosas el enfermo debe encontrarse en un fase muy avanzada.
El motivo por el que el personal sanitario toma tantas precauciones no se debe únicamente a la peligrosidad del virus, sino que éste es capaz de sobrevivir hasta 48 horas en las células enfermas. Es decir, si una gota de sangre o un resto de saliva se queda en una sábana, no se podrá manipular sin protección por riesgo de contagio. Por ello, todos los restos de los enfermos se queman y los cuerpos de incineran.
Los fallecidos por la enfermedad también mantienen su capacidad de contagio por el mismo motivo. Sin embargo, una persona que se haya curado del ébola no puede contagiar porque no existen los portadores del virus, y no hay ningún caso que demuestre lo contrario.