Ba-lon-ces-to: dirigidos por un inmigrante y con un equipo de emigrantes
A nosotros no nos recibirán en Colón.
La selección española de baloncesto ha ganado otro mundial y hay carrera para ver quién se apunta este tanto. Las diferentes instituciones engrasarán esas máquinas de marketing para empacharnos con unos tópicos de garra, furia, españolidad… nos lo conocemos ya.
Muchos cuñados, palillo en boca, y frases grandilocuentes obviarán que esta selección está liderada por un inmigrante, el Señor Sergio Scariolo, y muchos emigrantes (sí, de esos que se van a mejorar sus condiciones económicas y profesionales al exterior como desde el 2009 lo han hecho 1 millón de españoles). Muchos de estos fans de la selección, son los que componen las mismas hordas anti inmigrantes que tan de moda están últimamente.
Estos emigrantes de nuestra selección tuvieron el privilegio de no haber necesitado ser recogidos por el Open Arms cuando emigraron, ni han viajado en pateras. Pero son igualmente emigrantes.
A Sergio Scariolo, nunca se le ha mirado mal, ni a Zidane, ni a Messi. Ellos son inmigrantes también, pero los diferencia el dinero que generan, aunque la razón de su migración se basa en el factor dinero principalmente… en sus casos pondremos 3 o 4 ceros más al final de sus salarios.
Unos emigrantes generan atención de sus compatriotas por sus éxitos deportivos y otros, aparte de rebajar el nivel de paro de España al hacer el esfuerzo de emigrar a otros países, a la chita callando mandan la no desdeñable cantidad de 10.864 millones de euros en remesas (el 09% del PIB español). Pero para ellos no hay recibimiento en la Plaza de Colón.
Los logros de Gasol, Bravo, Hernangómez o Claver se deben a un esfuerzo colectivo muy grande de jugadores como Pablo Aguilar, Joan Sastre, Ilimane Diop, el gran Fran Vázquez, Sebas Sáiz, y otros que aun sabiendo que ellos no serán los que salgan en los DVDs de grandes logros de la selección, hicieron posible que España tuviera plaza en este campeonato. Las estrellas que recogen sus medallas, no jugaron la clasificación y los grandes clubs no permitieron que estos jugadores hicieran más fácil el camino de la selección prohibiéndoles jugar en estas ventanas FIBA.
Los emigrantes aparecemos en los medios de vez en cuando, y suele verse muchas veces la cara fácil de la emigración, y nos olvidamos de los muchos que también levantan el pabellón, no encontrando curas de enfermedades o ganando millones en la City de Londres, pero poniendo cafés con una sonrisa perpetua, o trabajando a destajo en Amazon en Manchester. Estos son los españoles que nos clasifican a la fase final de los mundiales también.
Pero son invisibles, al igual que lo somos los representantes de la emigración en el exterior.
El Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior, se reúne en pleno anualmente. En 2017 y 2018 fue en verano, y en 2019 pasó el verano y se nos emplazó en septiembre, y a mitad de septiembre se nos habla de diciembre.
Somos una institución reconocida, y consultiva, pero parece que nosotros, los consejeros, hemos de estar dispuestos a ser llamados a estas consultas cuando así estimen conveniente los señores políticos.
El Consejo General de la Ciudadanía en el Exterior viene a ser ese consejo al que se le imponen fechas, con el que no se consulta, a pesar de ser consultivo, y a cuyos consejeros nos tratan como turistas del Imserso a los que se le mete en autobuses prontito por la mañana a ver “cosas interesantes” que deciden los que mandan. Quizás de hecho los turistas del Imserso tengan más capacidad de decisión.
Lo cierto es que, a diferencia de los turistas del Imserso, que se han ganado su descanso y jubilación, la mayoría de consejeros (que somos voluntarios), tenemos un trabajo en nuestros países de acogida, ámbitos profesionales que necesitan de meses de planificación para cuadrar agendas.
Nos adaptaremos a lo que nos digan, porque oigan señores políticos, nosotros estaremos en Madrid cuando nos lo impongan. No buscaremos excusas de viajes al Congo belga, periodos electorales, incendios, agenda apretada, y otras excusas peregrinas para evitar esta reunión… porque, ilusos de nosotros, iremos a Madrid a pedir nuevas aulas ALCE, a que cambien la ley de Nacionalidad de una vez por todas (incluyendo todos los casos que la senadora Sara Vilas ha vuelto a presentar la semana pasada) o a que nos den confirmación de la derogación de la ley del voto rogado.
Iremos a trabajar, o mejor aún a mostrar el trabajo que hemos llevado a cabo, y a presentar propuestas estudiadas para que los parlamentarios discutan, si les apetece, y luego nos den migajas. En otros casos tratarán de tergiversar lo que decimos para llevarlo a su campo y, en el peor de los casos, como con la Ley de Nacionalidad, no nos oigan, quieran reescribirlo, y cuando pedimos desde la Comisión de Derechos Civiles y Participación una reunión extraordinaria para asegurarnos que la Ley de Nacionalidad que discutimos refleja la necesidad de los emigrantes y no la del gobierno de turno, nos den largas. Y así llevamos casi tres meses esperando a que nos den una fecha para una reunión telemática y aclarar nuestra propuesta.
Tres largos meses sin palabra, porque los secretarios de Estado tienen una agenda ocupada y es imposible cuadrar eventos y reuniones. Pero eso sí, en cualquier momento a los consejeros se nos requerirá confirmar disponibilidad para una reunión que supone 3 días mínimo de la semana laboral particular de cada consejero, para ir a Madrid (a veces desde Australia).
Y no, no se preocupen, este tiempo se lo damos gustosamente para representar a nuestros compañeros emigrantes… qué bonito sería si este esfuerzo que hacemos se viera recompensado con la presencia de los mandan de verdad, o de los segundos de a bordo… oigan, o que los que vengan nos traten como a un órgano consultivo de verdad y no como a un autocar de jubilados del Imserso a los que llevan de excursión a ver los Madriles… y no, a nosotros no nos recibirán en Colón.