Diario de una 'startup': la búsqueda de 'compinches' (5)
Crear una gran startup requiere casi necesariamente el concurso de un equipo de gente. Hay demasiados oficios que resultan necesarios para conseguir un resultado decente para completar una aplicación móvil, como por ejemplo un programador Android, un programador iOS y un programador PHP en el caso típico. Añádase un diseñador y un experto en SQL en la mayor parte de los casos, por lo que al final el tema puede parecerse a construir una catedral, para la que serán necesarios albañiles, pero también encofradores, herreros, escultores y un largo etcétera.
Supongo que como Justo Gallego ha demostrado con su increíble tenacidad, no es imposible lograr el éxito solo si se dispone del tiempo necesario: resulta únicamente casi imposible. La velocidad, es, sin embargo, un factor crítico de éxito más importante para completar una startup que para hacer lo mismo con una catedral.
Teniendo en cuenta el factor riesgo, la velocidad y las técnicas que son necesarias, así como el premio que se espera, completar con éxito una startup puede pues parecerse más a abrir una caja fuerte con métodos poco convencionales como tan bien explicó el gran Totò en la película Rufufú (atención: spoilers).
Recordemos que en la película el "cerebro" del golpe (el robo a un Monte de Piedad) es el boxeador Peppe el pantera, el personaje de Vittorio Gassman, y que su compinche Dante (Totò) es un ladrón retirado que simplemente asesora al grupo de ladronzuelos contra un pago por adelantado realizado por el huérfano Mario, el personaje de Renato Salvatori, pero que no va a participar directamente en el golpe ya que se encuentra bajo arresto domiciliario.
Así pues, en la fase inicial de una startup los fundadores habrán de actuar como el pantera, identificando a los mejores elementos posibles y ofreciendo la remuneración ajustada para cada caso. Para evitar la dilución del capital que piensa conseguir, Peppe ofrece solamente una parte del botín a aquéllos que como Mario van a participar en el golpe de principio a fin.
No siempre será fácil remunerar a cada participante como es debido. Si bien los fundadores se han de cuidar al igual que Peppe de no hacer demasiadas partes del botín para que sus esfuerzos sean debidamente compensados, el personaje de Mario ha de estafar el dinero para recompensar a Dante a unas monjas, ya que ninguno de los pobres diablos que forman el grupo de criminales de poca monta puede avanzar la cantidad pedida por Dante.
Al crear una startup se viven muchas situaciones parecidas. Muchos de los mejores compinches posibles pedirán pagos por adelantado imposibles de afrontar para los fundadores (que a menudo están adelantando su propio dinero) o bien partes del botín que no se corresponderán con el riesgo que van a asumir, y el buen fundador habrá de saber buscar a otros compinches en estos casos, quizás menos preparados pero más audaces, para seguir adelante. El problema es que si a la audacia de los compinches reclutados no se añade cierta competencia, el resultado final será probablemente bastante similar al butrón que realiza la banda de Peppe en la película.
Y el problema de cómo remunerar a los compinches adecuados es secundario, ya que presupone que el compinche deseado ha aceptado como bueno el plan, lo que cuándo se está creando una startup rara vez ocurre. El fundador habrá de saber afrontar pues con templanza el rechazo, que es la respuesta más típica que obtienen la mayor parte de ideas poco convencionales; o aún peor, la ignorancia.
El rechazo puede ser constructivo, al obligar al fundador a darle la vuelta a su idea para intentar convencer a nuevos compinches, mientras que de la ignorancia (afrontémoslo: a casi nadie le importa tu idea para una startup) no cabe extraer nada positivo.
Crear una startup, pues, tiene ciertas semejanzas con escribir un blog, en el sentido de que a casi nadie le importa lo que el bloguero escribe, y el talento de comunicador de un bloguero puede ayudarle a conseguir lectores de forma similar en que puede ayudar al fundador de una startup a lograr compinches.