Día Mundial del Lavado de Manos: lávate las manos… si puedes
El 40% de la población mundial vive sin instalaciones para lavarse las manos.
Dos estacas clavadas y otra rama colocada horizontalmente sobre ellas. Un bidón agujereado a la altura apropiada ensartado en la rama, una cuerda atada al bidón y de la que cuelga un palo a pocos centímetros del suelo.
Pisando el palo del suelo, el bidón se inclina lo suficiente para que caiga un chorro de agua. Dejando de pisar, el bidón vuelve a una posición más vertical y el agua deja de salir.
Un sistema ciertamente ingenioso, que permite a los niños y familias de Gbandú, al norte de Ghana, lavarse las manos antes de comer o después de ir al baño.
A partir de la irrupción del coronavirus en nuestras vidas, este es un mensaje que hemos recibido insistentemente: “Lávate las manos”. Con agua y jabón, frotando durante al menos 20 segundos, o el tiempo que tardas en cantar cumpleaños feliz, por arriba y por abajo, entre los dedos …
Sin embargo, para mucha más gente de lo que pensamos, este hábito aparentemente sencillo es casi un imposible porque:
- En todo el mundo, 2 de cada 5 personas, (¡unos 3.000 millones!) no tienen en su casa un sistema para lavarse las manos con agua y jabón.
- En los países menos desarrollados, no hay ningún lugar para que los alumnos se laven las manos con agua y jabón en 7 de cada 10 escuelas.
- Según los datos disponibles, en 54 países de ingresos bajos y medios el 35% de los establecimientos de salud no cuentan con agua y jabón disponibles para lavarse las manos.
- El 63% de la población urbana de África Subsahariana (258 millones de personas) no tienen acceso al lavado de manos
En ocasiones, mientras consiguen instalaciones más robustas, higiénicas y duraderas, la creatividad y la imaginación, junto al conocimiento de que esta práctica salva vidas, generan soluciones tan ocurrentes y efectivas como esta de Gbandú.
Hace muchos años que, en los programas de UNICEF y muchas otras organizaciones, la promoción del lavado de manos es una estrategia fundamental para prevenir enfermedades que pueden resultar mortales para niños y niñas. Lavarse las manos puede reducir las enfermedades diarreicas hasta un 48%, las infecciones respiratorias agudas hasta en un 20%, y es fundamental para reducir la transmisión de los patógenos asociados al cólera, Ebola o la hepatitis E, entre otros. Y, desde luego, la COVID-19.
Desde que, a mediados del siglo XIX la comunidad médica asumiera la higiene de manos como una de las medidas más eficaces para romper la barrera de transmisión de múltiples enfermedades, el lavado de manos ha salvado millones de vidas.
Cuando la pandemia empezó a extenderse por todo el mundo, las comunidades que tenían acceso a agua, jabón y el hábito del lavado de manos contaban, al menos, con cierta ventaja.
En cambio, para ese 40% de la población mundial sin instalaciones para lavarse las manos, ni siquiera esa sencilla protección estaba disponible. Demasiado a menudo, estas mismas personas son quienes tienen un acceso más precario a atención sanitaria, viven en condiciones de pobreza en entornos insalubres, como refugiados o quienes están en zonas de conflicto, o se trata de niños y niñas previamente debilitados por la desnutrición u otras enfermedades. Por tanto, son quienes más necesitan cualquier medida de prevención que les haga menos vulnerables ante las enfermedades, incluida la COVID-19.
Para ellos, entre los suministros básicos de la respuesta al coronavirus, junto con EPIs, mascarillas, geles hidroalcohólicos o respiradores, los envíos humanitarios contenían algo menos sofisticado: pastillas de jabón y lavamanos portátiles (pequeños bidones con grifo sobre una estructura metálica, una versión más estandarizada que el sistema de Gbandú, pero con el mismo propósito).
No hacía falta una pandemia para tener claro que contar con agua, jabón y todo lo necesario para mantener hábitos de higiene adecuados es algo que debe ser accesible para todos. Sin embargo, la COVID-19 nos ha hecho más conscientes de cómo algo aparentemente sencillo y cotidiano es, por una parte, un arma poderosa contra las infecciones y, por otro, un lujo inalcanzable para gran parte de la humanidad.
La buena noticia es que, bajo el lema “Higiene de Manos para todos”, se están redoblando los esfuerzos para que este hábito sea realmente universal. No permitamos que ningún niño o niña sufra enfermedades como la neumonía o el cólera porque su familia no pueda lavarse las manos.
El reto es que esos sistemas y esos hábitos no sean sólo una solución de emergencia, sino que generen cambios perdurables que protejan la salud de millones de niños y niñas en todo el mundo, permitiéndoles crecer sanos.
Ahora sí, tú que puedes hacerlo con sólo abrir un grifo y coger una pastilla de jabón, lávate las manos. Y sigamos trabajando, con creatividad, imaginación y recursos, para que la higiene de manos sea igual de accesible y cotidiana para todos.