Del amor al odio hay una urna: la pelea de las tres derechas en Cataluña
Los partidos se pesan el 14F: el PP se la juega para comerse a Cs y teme, como auguran algunas encuestas, el ‘sorpasso’ de Vox.
Las tres derechas se pesan el próximo 14 de febrero en la báscula catalana. El PP se la juega especialmente, porque está apostando fuerte para comerse la tarta naranja de hace tres años y porque si Vox mejora los resultados de los de Pablo Casado, el líder del PP estará en un aprieto.
La pelea por superar al adversario y salvar los muebles es despiadada y está desquiciando las estrategias con giros de última hora. Atrás quedaron los cantos de amor de Cataluña Suma, una opción que el PP planteó en la mesa a Cs, pero que no suscitó acuerdo, como recuerda el diputado popular en el Parlament Juan Millán.
“El PP lo planteó desde hace tiempo. De hecho, es un tema que surgió hace años, en pleno procés, y fue el propio Cs quien no quiso por aquello de que la suma no daba yendo juntos”, cuenta Millán. El caso es que ahora Cs asiste con pavor al reparto que tanto el PP como el PSC están haciendo del granero de votos que le procuró 36 escaños en 2017.
Los populares, según las fuentes consultadas, valoran muy bien a su candidato, Alejandro Fernández, pero la irrupción de Vox con igual o más fuerza dejaría noqueado al jefe de Génova 13, incapaz de librarse de la sombra de Santiago Abascal. Por eso, las esperanzas del PP están puestas en aprovechar al máximo la pérdida de apoyos del partido de Inés Arrimadas que barruntan algunos sondeos que los propios naranjas ponen cuarentena.
Lo cierto es que solo la ultraderecha llega con cierto optimismo a la cita con las urnas, cuyo resultado abrirá un nuevo tiempo en la política catalana y en la del resto de España. La legislatura de coalición de Pedro Sánchez ha pivotado hasta ahora sobre el apoyo de ERC y una nueva correlación de fuerzas en Cataluña afectará a la gobernabilidad en el Congreso de los Diputados en caso de que los republicanos no se hagan con la llave del Palau de la Generalitat.
La batalla de las tres derechas se dirime en una liga menor, ya que la victoria se la disputan ERC, PSC y Junts, según el CIS y el CEO. Mientras, Cs y PP afrontan con cierto dramatismo una campaña descafeinada por las restricciones que impone la pandemia y con las relaciones entre ambos muy deterioradas tras la huida de la exportavoz naranja a los brazos del PP.
“Realmente pensamos que una parte de esos electores que apoyaron a Arrimadas hace tres años los podemos recuperar nosotros. Una parte. No lo vamos a recuperar todo. El PP, en sus mejores tiempos, ha tenido 19 diputados. Aspiramos a llegar a eso y más, pero somos conscientes de que las cosas están como están”, cuenta Álvaro Benejam, presidente del PP en Sant Cugat del Vallés.
El PP, que ahora tiene cuatro escaños, espera que los catalanes les den, al menos, el doble. “Si en estas elecciones sacamos los resultados que da el CIS o la media de encuestas, que puede estar sobre ocho, nueve o diez diputados, pues ya sería mejorar mucho. Y eso querrá decir que hemos capitalizado parte del voto que se fue de nuestro partido a Cs. Y creo que en unas siguientes elecciones, podemos llegar hasta 15 o 16. Somos conscientes de que las dinámicas que cambian el voto a favor del PP son siempre lenta”, dice Benejam.
¿Pero de qué van estas elecciones? Teóricamente, a Vox le interesa que el marco sea independencia sí o no por su defensa extremista de la unidad de España y de la recentralización. Pero la pandemia ha trastocado esa realidad. El PP, como también el PSC, está centrados en vender gestión. “Estas elecciones no van en esa clave plebiscitaria de independencia sí o no, sino que por estar ya en el final del procés, y en este contexto de pandemia en el que las medidas para sacar adelante la economía son importantes, pues vuelve el eje ideológico”, explica el popular Millán.
“Estas elecciones van de dos cosas. La convivencia, que tenemos que recuperar para dejarnos de bandos. Y la gestión. Cataluña está mal gestionada, entregada al independentismo”, cuentan los populares catalanes, que no dudan en atizar fuerte a Vox. Solo con esa clave se entiende la visita de Isabel Díaz Ayuso a los hosteleros en Barcelona durante la segunda ola de la pandemia.
La presidenta madrileña fue a presumir de mantener bares abiertos mientras en Cataluña estaban cerrados. Pero ese es también el gran problema del PP para vender la gestión: tiene que importar modelo, porque en Cataluña ha gestionado más bien poco.
El ofrecimiento de Arrimadas a gobernar con el PSC solo se entiende como un esfuerzo de Cs por introducir la equis independentista en la ecuación del marco electoral. Los naranjas quieren señalar a Illa como un riesgo para el constitucionalismo y por eso le quieren atar en corto.
Según el CIS, solo 2 de cada 10 votantes naranjas confiarían de nuevo en Cs ante la urna. La fuga más importante que tienen es hacia Vox. Y un 8% que optaría por el PSC. Los socialistas, que pueden doblar e incluso triplicar en votos al partido de Arrimadas, la han dado largas y han pedido a los votantes de Cs que se pasen a la lista socialista.
Y si Cs se ofrece a Illa para atarle, Vox también lo hace aunque luego rectifique. La ultraderecha insinuó que daría un ‘sí’ a Illa para evitar que los secesionistas se sienten otra vez en el salón de mando de la Generalitat, un mensaje que lanzó el secretario general, Javier Ortega Smith, y que fue desmentido al poco por Macarena Olona, pero que sirve a los ultras para venderse igual de útiles que los de Arrimadas, a quienes también quieren arañar votos.
El PP, sin embargo, tiene más problemas con Illa y saca toda la artillería contra el exministro con el mismo discurso que tienen los independentistas, algo que muestra que se ha convertido en el rival a batir y que sí hay ‘efecto Illa’. “Ha sido un ministro de Sanidad que ha mentido continua y reiteradamente sobre su gestión. Y va a regalar los votos a ERC. Pero si el PSC obtiene buenos resultados y prefieren gobernar con gente que no tense… encontrarán al PP”, cuentan fuentes populares.
La percepción en el PP es que no habrá ‘sorpasso’ ultra
El PP vende tranquilidad pese al rugido de la ultraderecha. “No va a haber ‘sorpasso’. “Nuestro proyecto se basa en la voluntad de gestionar de la mejor forma los recursos públicos. Y en la de servir a todos los catalanes, no solo a los que votan al PP. Pretendemos incorporar a todo aquel que se sienta tan catalán como español o que, al menos, no sea antiespañol”, razona Álvaro Benejam, quien conoce bien a Ignacio Garriga, el rival ultra de su partido, pues fueron compañeros en la misma agrupación antes de que Garriga diera un sonoro portazo al PP.
“Las diferencias entre PP y Vox son obvias. El PP es un partido de centroderecha, europeo, que forma parte del PP europeo y es autonomista, defiende la unidad pero también la diversidad que hay en España. Y Vox es un partido populista, con un discurso euroescéptico, como pudimos ver la moción de censura. Es un partido que a vece se aleja de Constitución en sus propuestas para las autonomías o incluso se aleja de la democracia liberal”, opina Millán, quien fue vicesecretario de estudios y programas con Xavier García Albiol.
El sentir en el PP es que las elecciones del 14F son un fin de ciclo para la ultraderecha, que arrancó en las andaluzas de 2018. “Es posible que entren en el Parlament, pero a partir del próximo año, es un partido que va a empezar a bajar. Y el PP va a seguir estando ahí”, aventura Millán.
Sobre Cs, los populares reconocen menos diferencias, pero también sacan el hacha contra los de Arrimadas. Eso sí. También les tiran flores. “Cs hizo una cosa que admiramos: consiguió llevar una alternativa al independentismo en Cataluña. Supo unir y buscar una confluencia de diversas sensibilidades para formar un movimiento no nacionalista potente. El problema es que cuando ganaron las elecciones hubo una desbandado y su electorado se sintió huérfano, porque no quisieron plantear una investidura y un proyecto alternativo. Y luego han desaparecido de la oposición en estos tres años”, esgrime el diputado popular.
Los de Alejandro Fernández ven a los naranjas perdidos: “Cs es un partido bastante veleta, a veces se dice liberal, otras progresista... Y ahora, en los últimos meses estaba en una fase muy de acercarse a Pedro Sánchez, tratando de moderar a un adversario que es inmoderable. Y esa es la gran diferencia con ellos. Pero sobre todo las tenemos con Vox”, zanja Millán.
En Cs se molestan y se defienden: “No somos un partido veleta. Somos un partido de centro reformista. En el que convergen personas de diversa procedencia. Me parece ridículo que haya que tener una posición que encaje en la dicotomía izquierda-derecha cada tema. Por eso me cuesta entender lo del veletismo porque no hay que posicionarse en un sentido u otro”, zanjan fuentes del partido.
Los de Arrimadas están confiados, porque dicen que las encuestas siempre les han dado peor pronóstico que realidad las urnas. “Aspiramos a seguir siendo el referente del constitucionalismo. Y no aparecemos por debajo del PP en ninguna encuesta, seguimos estando muy por encima”, dicen las fuentes naranjas consultadas en el Parlament. ¿Harán los ciudadanos lo mismo que Lorena Roldán? Las urnas lo dirán.