¿Puede el debate entre Le Pen y Macron cambiar el resultado de las elecciones?
Solo el 14% de los franceses espera el debate para decidirse.
Está todo listo. El mensaje de cada candidato ya está pulido. Los candidatos a las elecciones presidenciales de Francia, Marine Le Pen y Emmanuel Macron, han ensayado a fondo para el debate final de este miércoles 20 de abril a las 21:00 horas, el único enfrentamiento que ha aceptado el presidente en funciones, que se negó a debatir antes de la primera vuelta.
En los medios de comunicación se disecciona el más mínimo detalle de la organización de este evento, mientras los equipos de los candidatos se afanan en hacer oír sus quejas. Esto le da al debate un aire de partido decisivo, como si, al igual que en una final, todo estuviera en juego y el destino del país dependiera de lo que ocurra el miércoles 20 de abril.
Pero, ¿de verdad es tan decisivo? ¿Puede el debate entre la primera y la segunda vuelta ser un punto de inflexión en los últimos días de una campaña? Para averiguarlo, es necesario echar la vista atrás.
“Históricamente, nunca hemos visto un debate en el pasado que cambiara la intención de voto”, señala Matthieu Gallard, director de investigaciones del instituto de sondeos Ipsos. “A menudo se habla del debate de 1974 entre Mitterrand y Giscard d’Estaing, pero las diferencias entonces eran muy pequeñas entre ambos. No se sabe con certeza qué impacto tuvo el debate en el resultado de las elecciones”, continúa.
En un estudio de 2001 sobre debates políticos televisados, el historiador Christian Delporte explica, basándose en los estudios de intención de voto realizados antes y después del debate, que “el duelo Mitterrand-Giscard no fue decisivo”. Y eso es así por mucho que Valérie Giscard d’Estaing atribuyera su victoria a su famosa frase dirigida a su oponente socialista: “usted no tiene el monopolio del corazón”.
Así lo confirma François Kraus, director del Departamento Político de Ifop. “Aunque hay un problema metodológico. En aquel momento, estas encuestas eran realizadas por teléfono y llevaban tiempo. Los sondeos publicados después de este debate incluían a personas que habían sido encuestadas antes”, señala.
“El único debate que realmente cambió el juego fue el de 2017, porque Marine Le Pen perdió aún más fuerte de lo que se esperaba. Sin embargo, eso no cambió el orden de llegada, y sería poco probable que viéramos un cruce de curvas basándonos solo en el debate del miércoles por la noche”, explica Matthieu Gallard. Es decir: no parece suficiente para cambiar el orden de llegada, pero puede influir en la diferencia.
“Estos debates han demostrado que una mala actuación puede ser castigada. Marine Le Pen se hundió entre 5 y 6 puntos entre el debate y el domingo de la votación”, recuerda François Kraus, y añade que su debate fallido “desmovilizó” uno de sus principales motores electorales: el voto de protesta.
Entonces, ¿cómo se explica el desequilibrio entre la importancia que se le da a este debate en la narrativa política y su verdadero impacto electoral? En realidad, el debate llega demasiado tarde para “cambiar las tendencias” de forma considerable. Y por una buena razón: la mayoría de los votantes ya saben a quién van a votar el domingo.
“Aunque haya cada vez más volatilidad electoral, un debate que tiene lugar pocos días antes de la votación no puede, por sí mismo, invertir una tendencia”, advierte Matthieu Gallard. Según el barómetro de OpinionWay para Les Echos, solo el 14% de los franceses espera el debate para decidirse. Todavía por detrás de Emmanuel Macron, Marine Le Pen (que se ha tomado un descanso en su campaña para centrarse en este debate final) tendrá que activar otros resortes si quiere ganar el próximo domingo.
Este artículo fue publicado originalmente en el ‘HuffPost’ Francia y ha sido traducido del francés por Daniel Templeman Sauco.