De Hubris a Putin. ¿Se puede dialogar con el tirano ruso?

De Hubris a Putin. ¿Se puede dialogar con el tirano ruso?

¿De verdad se puede llegar a un acuerdo que no implique la sumisión de los ucranianos, de su derecho a decidir libremente su futuro, y de la renuncia a los valores democráticos y europeístas a los que tanto teme el autócrata?

El presidente ruso, Vladímir Putin.MIKHAIL KLIMENTYEV via SPUTNIK/AFP via Getty Images

Aunque no son muchos, algunos se niegan a que España y el resto de países de la UE y de la OTAN envíen armas defensivas y ofensivas para que Ucrania pueda hacer frente al intento de invasión de Putin. Suelen alegar un básico “no a la guerra” y apelar a las vías diplomáticas para acabar con el conflicto generado por el tirano ruso. Lo cierto es que no tiene mucha pinta de que los ucranianos, cuyas ciudades están siendo masacradas y cuyos civiles están siendo torturados y asesinados masivamente, quieran ninguna guerra. Casi nadie la quiere, excepto Putin, su pequeño círculo y los muchos rusos que desde los años 90 no disponen de medios de comunicación libres y plurales.

Pero, analicemos la propuesta de quienes lo apuestan todo únicamente a la vía diplomática. ¿Realmente se puede negociar con alguien como Putin? ¿De verdad se puede llegar a un acuerdo que no implique la sumisión de los ucranianos, de su derecho a decidir libremente su futuro, y de la renuncia a los valores democráticos y europeístas a los que tanto teme el autócrata?

Parece difícil poder responder a esta pregunta sin poder contar con la ayuda de expertos que, a pesar de la falta de información por el hermetismo de Putin, puedan aproximarse a la confección de algún tipo de perfil psicológico. Ya hay varios expertos, algunos trabajando para servicios secretos de países occidentales, trabajando en ello. ¿Es Putin un loco que no sabe lo que hace? No, probablemente no. Entonces, ¿qué le ocurre? Hay quien sugiere más bien que lo suyo, como ocurre con tantos tiranos, tiene más que ver con sus delirios de grandeza y su adicción al poder, con una personalidad narcisista y cero empática.

Putin se siente un semidiós y cree que solo él puede liderar la Gran Rusia hacia su destino

Entre otros, lo apunta el profesor de Psicología de la Universidad Trinity College de Dublin, Ian Robertson. Dicho profesor trabaja en detectar la presencia del síndrome de Hubris, que recibe este nombre por un héroe griego cuya adicción al poder le alejaba de la realidad. Según el profesor, sabemos que una persona presenta este síndrome cuando manifiesta tres o cuatro de los catorce síntomas que lo definen. Y según Robertson, Putin presenta varios: narcisismo extremo o identificar los intereses personales con los del país, por ejemplo. Putin se siente un semidiós y cree que solo él puede liderar la Gran Rusia hacia su destino. Como si lo suyo fuera una religión. Todo lo demás es secundario.

Solo así se podría entender la enorme falta de empatía ante la pérdida de vidas ucranianas y también rusas, un sacrificio en nombre de su delirio. Este tipo de personas, cuando tienen el poder absoluto que tiene el tirano ruso, acaban perdiendo la noción de la realidad y el juicio. Acaban siendo temerarios, imprudentes y capaces de tomar las decisiones más arriesgadas. Porque además no hay nadie en su entorno que se atreva a recomendarle que evite dichas decisiones. Y eso les convierte en un peligro.

Permitir la proliferación de armamento nuclear en manos de sátrapas y sádicos puede poner en riesgo los valores democráticos y las sociedades libres que defendemos

Si alguien como Putin se siente acorralado, puede resultar altamente peligroso. No olvidemos el elevado nivel de armamento nuclear que tiene bajo su control. Y ese es un dilema que occidente debe tener en cuenta y medir bien cada una de sus decisiones. Y de ello hay que aprender. Permitir la proliferación de armamento nuclear en manos de sátrapas y sádicos puede poner en riesgo los valores democráticos y las sociedades libres que defendemos.

Nos encontramos ante una situación nada fácil de resolver a corto plazo y nos sentimos impotentes al ver carnicería que se está produciendo en Ucrania. Las sanciones tendrán sus efectos económicos, y quizás políticos, a largo plazo, pero en el corto somos incapaces de disuadir a los sanguinarios soldados rusos. Aunque, si algo tenemos claro, es que solo unidos seremos capaces de hacer frente a esta terrible invasión que ha llevado a cabo un criminal de guerra que a estas alturas solo entiende la fuerza y con el que, por desgracia, parece difícil poder dialogar.

MOSTRAR BIOGRAFíA

Arnau Ramírez (Sant Feliu de Codines, 1989) es diputado por Barcelona y portavoz de Cambio Climático del Grupo Parlamentario Socialista en el Congreso. Anteriormente fue primer secretari de la Joventut Socialista de Catalunya (JSC). Es graduado en Ciencias Políticas y Gestión Pública por la Universitat Autònoma de Barcelona (UAB).