Daniel Ortega y Nicaragua: cómo ganar unas elecciones antes de que el pueblo vote
Una figura que se cree intocable ante las amenazas de la comunidad internacional que califica el proceso de ilegítimo y poco transparente.
Crónica de una victoria electoral anunciada. En Nicaragua las urnas de este domingo ya tienen dueño, las papeletas no tienen oposición y una parte importante del electorado está en el exilio por miedo y represión. Claves propicias para la reelección de Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo y devastadoras para la democracia.
El clima de ‘amaño’ es tal, que hasta el propio presidente se ha proclamado vencedor antes de que se abran los colegios electorales. Todo apunta a que Nicaragua y Daniel Ortega alargarán cinco años más su relación y, con estos, sumará 20 consecutivos atornillado en el cargo.
A este clima tenso se suma que tanto la Organización de Estados Americanos (OEA) como la Unión Europea, principales observadores de los procesos electorales y que velan por el cumplimiento de la democracia, estarán ausentes. Eso sí: 170 colaboradores afines al régimen harán esta función de auditores. Entre ellos, Gregorio Luis Mondaca, representante del Movimiento del Socialismo Allendista de Chile y los miembros del Partido Comunista español, José Luis Centella y Miguel Ángel Bustamante.
¿Por qué Ortega será el ganador?
El exguerrillero sandinista Daniel Ortega va a cumplir 15 años al frente del país y aspira a afianzarse en el poder otros cinco. Según recordó el Premio Cervantes, Sergio Ramírez, el líder ha pasado de ser “el peor preparado” y el “menos carismático” a un jefe autoritario que ha perseguido y encarcelado a sus mayores rivales políticos y excompañeros con los que participó en la victoria de la revolución sandinista de 1979, que derrocó al dictador Anastasio Somoza.
Su primer mandato fue en 1985 y luego regresó al palacio presidencial tras ganar las elecciones en 2007. Desde entonces, nadie ha sido capaz de ganarle en las urnas y con su poder ha ido controlando poco a poco todas las instituciones, desde la Asamblea Nacional hasta el Consejo Supremo Electoral para que no haya contratiempos. Además, cuenta con el aval constitucional después de que su partido en 2014 reformara la carta magna para autorizarle la reelección indefinida. Su objetivo ahora es cumplir 20 años consecutivos en el poder y parte como favorito para cumplirlo.
A su lado, Rosario Murillo, que en 2017 pasó de ser la primera dama a la “copresidenta” del país. Excéntrica y poderosa, siempre vestida con colores vistosos, llena de anillos y pulseras y con un discurso de llamada a la paz. Sin embargo, se le atribuye la orden de “ir con todo” contra los manifestantes de 2018 en las calles de Managua, que terminó con cientos de fallecidos y miles de heridos. Su poder e influencia es tan fuerte, que en sus apariciones diarias es capaz de decidir campañas, increpar a ministros y ordenar destituciones de cargos. Además de que en la opinión pública se cree que lidera un aparato a través de una red de espionaje vecinal para controlar, adelantarse y prever cualquier intento de sedición.
Ortega y Murillo forman “un dúo dictatorial” en el país centroamericano con el control de todas las instituciones, según ha calificado el experto en relaciones internacionales y profesor en la Universidad Francisco Marroquín de Guatemala, Roberto Wagner. “El problema es que Ortega se siente más allá del bien y del mal y le importa poco o nada lo que diga la comunidad internacional”, apunta.
¿Contra quién se presenta?
Frente a Ortega aparecen cinco rivales con pocas posibilidades de arrebatarle el cargo y que, como asegura Wagner, procedentes de círculos afines al régimen, con poca trayectoria política y sin planes para el país.
Uno de ellos es el diputado Walter Espinoza, candidato del Partido Liberal Constitucionalista, de familia humilde y con una bancada poco influyente en la Asamblea.
Por otro lado, Guillermo Osorno, diputado y reverendo, dio la sorpresa al presentar su candidatura por el partido Camino Cristiano Nicaragüense junto a Violeta Martínez, una desconocida en la política del país.
Marcelo Montiel, es el presidenciable del partido Alianza Liberal Nicaragüense, señalado de colaborar con los sandinistas y negacionista de una dictadura de el país.
A ellos se suma el abogado Gerson Gutiérrez, el aspirante más joven, con 29 años, y un rostro completamente desconocido para la vida pública. Y Mauricio Orúe, pastor evangélico y diputado colaborador con los sandinistas, que se presenta por el Partido Liberal Independiente.
Todos ellos tienen un denominador común, la escasa visibilidad pública, y este es un factor que favorece a Ortega en unas papeletas que, para poder llegar a toda el electorado, incluido el casi 20% de la población analfabeta, incluyen la fotografía de los presidenciables.
¿Qué ha pasado con la verdadera oposición?
Los que no aparecerán en esa papeleta son la verdadera oposición a Ortega. En los últimos meses, el régimen ha emprendido una oleada de detenciones contra líderes de la oposición de diferentes sectores: desde empresarios hasta periodistas y exguerrilleros.
Entre los arrestados se encuentran algunas propuestas para derrocar a Ortega en las urnas. Sin embargo, no tendrán posibilidad porque se encuentran encarcelados, con arresto domiciliar o en el exilio.
Es el caso de Cristiana Chamorro, la mayor rival política de Ortega y la que podría haber sido la segunda presidenta del país. La periodista es hija de la expresidenta nicaragüense Violeta Chamorro, que ya ganó a Ortega en las elecciones de 1990.
Sin embargo, la policía detuvo a Chamorro “por traición a la patria y presunto lavado de dinero” para su campaña electoral. Actualmente se encuentra en arresto domiciliario desde junio e inhabilitada para poder participar en el proceso electoral.
Del mismo modo que Chamorro, el Ministerio Público ha dejado fuera de la carrera electoral a otros rivales de Ortega. En el caso de Noel Vidaurre, aspirante de la derecha, también guarda arresto domiciliar. El resto, están encarcelados: Arturo Cruz, exembajador de Nicaragua en EEUU, detenido en el aeropuerto de Managua; Félix Madariaga, Juan Sebastián Chamorro, el periodista Miguel Mora y el líder campesino Medardo Mairena.
Con este panorama y sin opción de un cambio, los próximos cinco años serán para Nicaragua, según Wagner, “igual o peor que hasta ahora”. Y con la persecución política y la represión, la situación no cambiará a corto plazo salvo que alguien del círculo de confianza de Ortega le dé la espalda y se levante contra él. “Pero eso es una opción muy remota”, añade.
¿Qué respaldo legal tiene la ‘caza’ de la oposición?
Todos los arrestos y detenciones de opositores se basan en la ley 1055, más conocida como la Ley de Soberanía y que garantiza los derechos del pueblo a la independencia, la soberanía y la autodeterminación para la paz.
La Asamblea Nacional nicaragüense, controlada por los diputados afines a Ortega, aprobaron esta norma en diciembre de 2020 con vistas a dejar el camino libre a su líder de cara a una reelección.
En la norma se tipifica a los traidores de la patria entre los que incluye a los que tratan de financiar un golpe de Estado, incitan a la injerencia extranjera o aplauden las sanciones impuestas contra el país y que sirvió de base legal para iniciar la caza de opositores.
A partir de ahí, la fiscalía y apoyada por la policía comenzó una caza contra todos aquellos que podían desestabilizar el régimen.
¿Qué dicen las encuestas?
Las encuestas nacionales ubican a Daniel Ortega como el candidato favorito en los comicios y con un gran apoyo en su gestión y respaldo ciudadano, con cifras que ascienden hasta el 72%.
Sin embargo, estos resultados chocan con otros estudios demográficos internacionales que apuntan a una crisis de popularidad.
Una de las encuestas más recientes, la de CID-Gallup desde Costa Rica, ha revelado que el 65% de los electores prefiere a cualquiera de los aspirantes de la oposición detenidos frente al 19% que votaría por el mandatario.
¿El pueblo no se levanta contra el régimen?
Lo hicieron de forma pacífica en 2018 pero la represión y el miedo con el que respondió el Gobierno ha aplacado esos ánimos de revolución en las calles.
Hace tres años, la crispación del pueblo fue tal que, tras las reformas al sistema de seguridad social y el contexto de crisis económica, hicieron explotar al pueblo y en abril de 2018 se llevaron a cabo una serie de multitudinarias manifestaciones contra el Gobierno que terminaron con cientos de fallecidos y miles de heridos y detenidos.
La represión con la que respondió el Ejecutivo nicaragüense se enfrentó a estudiantes, ancianos, periodistas y la Iglesia que pedían un cambio para el país.
Tres años después de esas protestas, la situación no ha cambiado y ya existe el miedo a protestar. Por ello, estas elecciones, las primeras desde 2018, cuentan con un gran número de nicaragüenses en el exilio que huyeron del régimen de Ortega.
“No se ve una fuerza en la población para sublevarse y que provoquen una caída. Hay muchos líderes y militares que ya prefieren que termine su período de vida para ver un cambio en el país”, expresa Wagner.
¿Qué apoyos tiene Ortega a nivel internacional?
La queja más internacional procede de Costa Rica, país al que se dirige la mayor parte de los exiliados nicaragüenses. Sin embargo, el presidente Carlos Alvarado no ha denunciado hasta el pasado agosto que en Nicaragua hay una “clarísima violación de los derechos humanos”. Como experto en relaciones internacionales de la región, Roberto Wagner explica que en este país, el presidente Alvarado no pasa por sus mejores momentos de popularidad y ha preferido “mirar para otro lado durante la crisis”.
Al que tampoco le interesa hablar es al mandatario hondureño, Juan Orlando Hernández, con unas elecciones a la vista y su posible acusación de vínculos con el narcotráfico. Tampoco a Nayib Bukele, de El Salvador, quien, según el experto, asegura que está siguiendo pasos similares a Ortega respecto a la concentración de poder en diferentes instancias.
Lejos de la región, los países que sí que apoyan formalmente a Nicaragua en la esfera internacional son Rusia, Cuba, Venezuela y China.
¿Qué países se oponen oficialmente a Ortega?
Fente a otras posturas de inmovilismo, tanto Europa como Estados Unidos consideran que al proceso electoral nicaragüense le faltan garantías para ser libre y transparente, después de que Ortega se haya encargado de preparar su camino de cara a la reelección.
Entre otros, el representante de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, ha señalado recientemente que el proceso “no va a arrojar un resultado legítimo” y lo ha calificado de “fake” (farsa, en inglés).
Desde EEUU se busca también poner contra las cuerdas al régimen de Ortega con dos medidas vitales para el país. Por un lado, el Senado ha aprobado la ley Renacer que permite a la Casa Blanca aumentar sus sanciones contra actores clave del gobierno de Ortega. Y por otro, se va a examinar la participación de Nicaragua en el Tratado de Libre Comercio entre EEUU y Centroamérica (CAFTA).