Dan Mooney: "La sociedad debe dejar de darle la espalda a los ancianos y ayudarles a disfrutar la vejez"
El escritor irlandés publica 'El insólito final del señor Monroe', una novela sobre dos ancianos que redescubren la vida.
Por Winston Manrique, en WMagazín
Antes de cumplir los 30 años el controlador aéreo irlandés Dan Mooney tuvo la primera idea del libro que le ha dado popularidad a nivel internacional, y con un tema en apariencia alejado de él: la manera como la sociedad tiende a apartar y olvidarse de los ancianos.
El resultado es El insólito final del señor Monroe (editado por Catedral en español y Univers en catalán), una novela que toca el corazón de un problema desde el humor y el optimismo. Es la historia de Joel, un hombre que vive en una residencia de ancianos que al enviudar decide suicidarse, hasta que Frank, su nuevo compañero de habitación, le trastoca sus coordenadas vitales y lo fuerza a mirar el mundo desde una esquina más positiva y alegre.
“La gente en general se pasa la vida trabajando, siendo útiles pero, de repente, se dan cuenta de que ya no son útiles y que la gente no cuenta con ellos, no confía en ellos. Debe ser algo frustrante y no sabemos cómo asumirlo. Es cierto que el personal de las residencias tiene sus obligaciones, pero no siempre tienen en cuenta el lado emocional del trato. Es algo que debemos mejorar”, pide Dan Mooney (Limerick, 1984).
Con El insólito final del señor Monroe el escritor irlandés entró en la línea de libros interesados en plantear esta situación delicada, como lo hizo hace unos años, a su manera, el sueco Jonas Janasson con El abuelo que saltó por la ventana y se largó (Salamandra).
Esta es la segunda novela de Mooney, si bien es cierto que fue la primera que empezó a escribir cuando tenía 29 años, pero la dejó a un lado para escribir Me, Myself and Them con la que tardó cinco años hasta publicarla en 2017.
“La novela tuvo éxito y tuve un sentimiento de culpa con aquel borrador de 2012 que había abandonado. Así es que volví a retomar el tema. El primer chispazo ocurrió hacia 2009 o 2010 y fue la idea del suicidio perfecto como un tema gracioso, porque por definición un suicidio perfecto es imposible. Luego centré el tema en la vejez por asuntos personales: mis dos abuelos paternos habían fallecido, uno de buen carácter de manera repentina y el otro de mal carácter tenía una pierna con gangrena que le tenían que cortar, pero murió antes. Todos pensaron que había sido lo mejor porque no se imaginaban cómo sería su vida con ese carácter y sin su pierna”.
El insólito final del señor Monroe es una narración amena y un retrato necesario sobre la vida emocional de los ancianos en las residencias de mayores. Una reivindicación a la amabilidad, la comprensión y la paciencia con ellos.
“Siempre hay reportajes sobre cómo algunos de estos lugares no atienden a las personas como debe ser. La sociedad aparta a la gente mayor, la oculta de alguna manera, y a nadie parece importarle, la amabilidad no es lo normal. Debemos hacer algo y cambiar. La sociedad debe dejar de darle la espalda a los ancianos y ayudarles a difrutar la vejez».
La amistad y la comunicación son elementos esenciales en la novela. Forman parte de la atención emocional que plantea Dan Mooney. Si Joel tiende al pesimismo, Frank es la otra cara, la de la alegría, por eso hay un momento en que dice: «La vida es un cabaret”.
“Y tiene razón. De hecho, la novela tiene líneas de canciones como la de Sobreviviré, de Gloria Gaynor. La vida es un escenario y hay que disfrutarla y ayudar a hacerlo hasta en la vejez, buscar lo mejor en cada etapa”.
Dan Mooney muestra el proceso de cambio que vive Joel ante la amistad de la persona que al principio no soportaba por su optimismo y manera de ver la vida.
“Quería mostrar lo importante de la amistad y la camaradería. Cuando acabas un proceso educativo, un ciclo, el siguiente es encontrar amigos. El tiempo es importante para que Joel acepte la llegada de Frank. Hay que ser conscientes de que nos perdemos aportaciones valiosas de algunos amigos si no estamos atentos y receptivos a sus mensajes”.
La soledad es el otro gran tema que aborda El insólito final del señor Monroe. Cada vez hay más personas que viven solas en sus casas, y que aunque están en residencias están solas y nadie las visita.
“No sabemos qué pasa con esta sociedad. Todo es un tema de economía. Hay una obsesión por la economía que muestra que estamos dominados por ella y nos olvidamos de otros valores y los relegamos todo por ella. Relegamos lo que no aporta a la economía y con ese criterio los viejos no aportan. Es algo en lo que no invertimos porque creemos que los ancianos no van a producir nada. Es una sociedad en la que si no produces valor no eres valorado. Lo mismo pasa, equivocadamente, con la cultura y las artes, creen que no aporta y eso es un gran error”.