"Culphabilidad"
Es la idea que recoge la habilidad que ha tenido el machismo para resolver los problemas que lo cuestionan echando la culpa de todos los males a las mujeres.
Podría parecer un error ortográfico escribir “culpabilidad” con una hache intercalada, pero en verdad es el acierto de una de las estrategias que el machismo ha desarrollado para limitar el desgaste de su fortaleza, incluso cuando los muros se ven debilitados por las circunstancias.
“Culphabilidad” es la idea que recoge la habilidad que ha tenido el machismo en cualquier momento histórico, para resolver los problemas que lo cuestionan echando la culpa a las mujeres de todos los males. Unos males que son presentados como los males de los hombres y de toda la sociedad, por esa asociación que ha creado entre lo masculino y lo universal.
Empezó con el origen de la humanidad y la ambiciosa Eva, capaz de hipotecar el Paraíso hasta perderlo sin decirle nada al bueno de Adán, a pesar de deberle su existencia costal. Y a partir de esa génesis todo ha sido reproducción y supervivencia bajo el mismo marco de significado. Tanto que en nuestros días tenemos ejemplos actualizados de esa estrategia, y de cómo resulta eficaz, puesto que en una cultura levantada sobre la falacia de una desigualdad hecha normalidad, es más fácil creer en aquello que la justifica que enfrentarse a la realidad que supone tener que cuestionar la injusticia que la define.
Veamos algunos ejemplos de hoy.
Cuando después de siglos de invisibilidad y silencio el conocimiento y los estudios llevan a identificar la violencia de género en la pareja como una violencia diferente al resto de violencias interpersonales, y a sacarla del cajón de sastre de la llamada violencia familiar y violencia doméstica, la respuesta desde el machismo es que todo es parte de una manipulación por culpa de las mujeres, al haber creado estadísticas falaces por medio de denuncias falsas.
Si se aborda el terrible drama de la violencia sexual, que ha sufrido el 6’5% de las mujeres, aunque sólo se denuncia en el 8% de los casos (Macroencuesta 2019) y se condena en un 8% (Kelly, 2005), circunstancias que llevan a que la impunidad de los agresores sea muy elevada, se acude de nuevo al argumento de las denuncias falsas y de que las mujeres “provocan”, y se las vuelve a señalar como culpables.
Al hablar de suicidio y comprobar que a lo largo de toda la historia los hombres se han suicidado más que las mujeres en cualquier lugar del planeta, y que hoy el 75% de todos los suicidios son llevados a cabo por hombres, la respuesta que da el machismo es que los suicidios se deben a “divorcios abusivos” motivados por la Ley Integral contra la Violencia de Género y las denuncias falsas. Es decir, las mujeres son las culpables de los suicidios de los hombres.
Si salimos de la violencia, también las mujeres son culpables del paro de los hombres por su empeño en incorporarse al mercado laboral, dejando a los hombres y padres de familia sin posibilidad de cumplir con una de sus obligaciones, como es garantizar el “sustento de la familia”, tal y como marcan los cánones del machismo. Una situación que, además, lleva a otro mal, como es la renuncia al cuidado de los hijos, hijas y personas ancianas, que ahora se mueren en las residencias por la doble culpa de las mujeres: por renunciar a sus “obligaciones de cuidado”, y por su “8M”.
Y por supuesto que en esos cuidados y en la culpabilización de las mujeres no puede faltar la manipulación de los hijos e hijas para que rechacen al padre tras la separación que, según sus argumentos y tal y como hemos adelantado, se produce a través de denuncias falsas con el objeto de “quedarse con la casa, la paga y los niños”. Y para que no haya mucho que reflexionar ante esta culpa de las mujeres, han creado un concepto que permite resumir en una palabra todo el significado de lo que está ocurriendo bajo sus planteamientos machistas. Y del mismo modo que para los casos en los que una mujer mata al marido han creado el nombre de “viuda negra”, de manera que todo el mundo sepa la historia que hay detrás al llamar de esa forma a la mujer, en la separación han creado el concepto de “SAP” (“Síndrome de Alienación Parental”), para que cualquiera que lo escuche crea que el rechazo de los hijos e hijas al padre se debe a la manipulación de la madre, no a otras causas, entre ellas la violencia de género ejercida por el padre durante la convivencia.
La sociedad no sólo cambia para adaptar la visión androcéntrica a las nuevas circunstancias, sino que también se transforma gracias a la identificación de las trampas y estrategias del machismo, y a la adopción de iniciativas de todo tipo, desde las legales y formales hasta la concienciación, información y educación, para deshacer la normalidad falaz que ha impuesto. Y eso es lo que sucede ahora con la iniciativa del Ministerio de Igualdad para evitar que se use en la Administración de Justicia este falso síndrome que la ciencia no ha reconocido. El hecho de que haya científicos que lo avalen no le da validez científica, del mismo modo que hay científicos que están en contra de las vacunas o de las medidas sanitarias contra la pandemia, y no por ello tienen valor más allá de su opinión.
Al final todo se sustenta en el mito machista de la maldad y perversidad de las mujeres. Si no existiera el mito cultural no sería posible el estereotipo individual en cada mujer que requiera su uso; sin el estereotipo no habría automatismo en la atribución de significado ante los hechos que decide el machismo; sin ese automatismo en el significado no habría justificación; sin justificación no habría aceptación; y sin aceptación no podría haber normalidad en toda esa injusticia que nace de la desigualdad.
Romper esa normalidad machista de la realidad exige la reflexión crítica que permita desprendernos de ella, por eso el machismo siempre ha tenido especial habilidad para presentarlo todo como parte de la culpabilidad de las mujeres. Es la estrategia de la “culphabilidad”.