Si esquías, seguro que te has quejado alguna vez de estas cuatro situaciones
¡Se puede esquiar sin dar tanto la nota!
¿Cuántas veces has visto gente que esquía como si estuviera sola en la pista? Lo más curioso es que puede que esa gente piense exactamente lo mismo de ti. Y no debería extrañarte porque en las estaciones de esquí no existen reglas que sancionen comportamientos incívicos o temerarios (al menos, en España).
Lo que sí comparten todos los esquiadores es un código no escrito de convivencia para evitar que las estaciones se conviertan en auténticas junglas. Algo que no todos parecen tomarse muy en serio, ya que, en ciertas ocasiones, sigue imperando la ley del más fuerte, del más rápido o del que más sabe.
Desde Expedia.es hemos recopilado las conductas que más molestan e incomodan a los esquiadores y las reacciones más frecuentes de sus compañeros de pista (tú, entre ellos). Seguramente alguna vez has pensado o gritado alguna de estas frases mientras te deslizabas cuesta abajo.
1. "¡Eh, tú! ¡No te pares en medio!”
Las pistas de esquí no son un aparcamiento y todavía menos un área de picnic. Si hay que parar para descansar, para colocarse bien los guantes o por cualquier otro motivo que no pueda esperar a estar abajo está permitido detenerse, pero... por favor, ¡que nadie pare en medio de la pista para hacerse un selfi! Y menos aún si se va en grupo. No solo es descortés, puede llegar a ser peligroso, sobre todo para los que vienen detrás. ¿Y si no les da tiempo de frenar? Ay, a saber lo que podría llegar a pasar...
Está claro que mientras la gente no se tome conciencia, una buena opción sería tratar de frecuentar estaciones de esquí con pistas anchas como Port Ainé, en el Pirineo catalán. Siempre será más fácil esquivar a la gente si hay espacio para hacerlo y quizá, con suerte, se pueda evitar algún que otro susto.
2. ”¡Es una pista de esquí, no una de carreras!”
En efecto, algunos esquían como si fueran a apagar un fuego. Tal cual. Acostumbran a ser jóvenes que llevan media vida practicando este deporte, dominan la técnica y, vale, obviamente despiertan ciertas envidias entre los que están empezando y aún se sienten inseguros sobre los esquís o la tabla. Pero, cuidado. Esta admiración puede hacer aguas en cuestión de segundos: si algún fittipaldi le adelanta por sorpresa, casi rozándole, a tropecientos kilómetros por hora, muchas personas pueden reaccionar mal. Y más aún si, del susto, alguien acaba en el suelo.
Para evitar hacer enemigos en las pistas es importante que entre todos controlemos la velocidad. Sierra Nevada fue una de las primeras estaciones del país en establecer un límite de velocidad y señalizarlo, aunque solo fuera a nivel informativo. Nada que ver con los radares instalados en Grindelwald, en los Alpes suizos, para sancionar a cualquiera que sobrepase los 30 km/h.
3. ”¡Otro snowboarder chuleando de estilo!”
No es que no haya esquiadores que peguen saltos y giros en medio de la pista, lo que pasa es que esta práctica se relaciona más con los snowboarders, ya que muchos vienen del mundo del skate. Ellos tienen la fama o, mejor dicho, la mala fama.
Ahora bien, mientras unos sigan haciendo piruetas en las pistas, los otros no dejarán de molestarse por ello. Por eso muchas estaciones de esquí están ofreciendo espacios específicos para realizar saltos y virguerías. El snowpark de Baqueira-Beret, por ejemplo, cuenta con tres líneas de dificultad variable y el de Astún ofrece tres saltos, una zona enteramente dedicada al jibbing y un half-pipe. Sin olvidarse de Grandvalira, que dispone de tres snowparks con módulos adaptados a todos los niveles, ¡y que abre incluso de noche!
4. “Si bebes, no conduzcas… ¡Ni tampoco esquíes!”
A diferencia de lo que ocurre en la carretera, de momento no existe una ley que prohíba esquiar con alguna copa de más. Es verdad que no es lo mismo, pero puede generar más de un incidente en la pista. Ya se saben los efectos que el consumo del alcohol tiene en nosotros: rebaja la sensación de miedo, nos vuelve más temerarios y reduce nuestros reflejos.
Aunque no hay estudios sobre estas consecuencias, sí es cierto que el exceso de alcohol en pista ya ocupaba titulares en la prensa francesa allá por 2013. Según el Centro de Seguridad Vial de Austria, el 29% de los esquiadores que tuvieron un accidente en la nieve en 2014 tenía una tasa de alcohol en sangre superior o equivalente a la permitida para los automovilistas. ¡Una irresponsabilidad como la copa de un pino!
La solución al problema solo puede ser una: esquiar primero y beber después. En Formigal, por ejemplo, se celebra una de las mejores fiestas après-ski, una buena ocasión para limar posibles asperezas surgidas por comportamientos no cívicos sobre la pista.