Cuando se apaguen los focos
Atención a las críticas fáciles que conllevan intenciones poco edificantes, con tácticas populistas no siempre disimuladas.
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Estas semanas de confinamiento nos aportan tiempo para la reflexión, para el abandono de las prisas diarias. Nos dan la posibilidad de estar con los nuestros, de descubrir sentimientos que quizás hacía tiempo que no teníamos. Pero estos días también nos aportan mucho ruido que viene de las redes sociales o de los medios de comunicación, encargados de informarnos, de proporcionarnos datos y consejos para el conocimiento y la reflexión. Entre este ruido informativo, potenciado por la gravedad de la situación, también hay un ruido distorsionador. Es el ruido de los medios irresponsables, que intoxican, o de las voces interesadas que, como bien definió Naomi Klein en La doctrina del shock, sólo intentan sacar provecho de todo. Hay quien no descansa.
En general, la población intenta sacar lo mejor de sí misma con actos de solidaridad, con acciones de responsabilidad y de generosidad. Voluntarios que se arriesgan en favor de la población más vulnerable, empresas que cambian su producción para fabricar material que nos urge, empresas que regalan material y persones que, a nivel doméstico, se ponen a coser mascarillas que –permítanme decirlo– no entiendo como aún faltan después de tanto tiempo.
También vemos las acciones de reconocimiento hacia los sanitarios, hacia aquellos que siempre están cuando los necesitamos: servicios de emergencia, policía o bomberos, etc. A todos ellos les damos las gracias y reconocemos su función.
Pero junto a todo esto también surgen iniciativas que aprovechan la oportunidad para confundirnos. Me explico. Estos días circulan muchas críticas hacia nuestros gestores y políticos. Son tiempos difíciles y hace falta comprender las cosas, aunque reconozco que hay errores y lentitudes que cuesta entender. Criticar a quien está en primera línea tiene que ser siempre posible, siempre que detrás haya la intención de mejorar las cosas. La crítica es absolutamente necesaria para avanzar. Pero atención a las críticas fáciles que conllevan intenciones poco edificantes, con tácticas populistas no siempre disimuladas.
Cada día salimos a aplaudir a nuestros sanitarios, pero ¿alguien ha pedido que ya se esté trabajando en cómo mejorar nuestro sistema? ¿Se ha alzado alguna voz para pedir compensaciones económicas y laborales para nuestros sanitarios que asumen jornadas muy largas, que se arriesgan como nadie, que no se pueden permitir el lujo del desánimo? Deberían ser compensaciones que ya quedaran establecidas en un colectivo que sufrió la crisis anterior de manera cruel y que aún no se había recuperado. Lo echo muy en falta.
En cambio, encuentro fácil que se aproveche la situación, vete a saber con qué intenciones, para provocar un desprestigio de los políticos criticando sus sueldos y aseverando que no hacen nada, que son prescindibles. Pienso que la cosa no tendría que ir por aquí. Hace falta que nuestros políticos cobren lo que esté fijado porque sobre todo necesitamos que trabajen y mucho. Es demasiado fácil poner a todos en el mismo saco. ¿Qué control ejercemos sobre ellos cuando faltan a su compromiso y no hacen lo que prometieron en campaña? ¿Qué mecanismos hemos establecido para denunciar y destituir a los que no tienen los méritos para lo que han sido nombrados y se arrastran legislatura tras legislatura hasta cumplir una trayectoria vital viviendo del erario público? ¿Por qué tendimos siempre a redondear a la baja? ¿Por qué no hacemos sobresalir a los que lo dan todo, para así desenmascarar a los que no hacen todo lo que pueden y deben o simplemente le echan cara? ¿Por qué aceptamos que se nos manipule y engañe para después volver a votar la misma opción política?
Estamos viviendo una situación muy grave y deberíamos aparcar las críticas fáciles y reemplazarlas por críticas inteligentes y así mejorar lo que llamamos ‘la cosa pública’. Y nuestros representantes tienen que hacer todo lo que saben y más. Tienen que ser generosos con el resto de la sociedad. Quien va delante siempre debe dar ejemplo.
Ahora que empiezan a soplar vientos de desconfinamiento, que ojalá se haga con acierto y prudencia, como sociedad nos debemos que, cuando los focos de esta pandemia se apaguen, nos pongamos todos no solo a restablecer la normalidad que dejamos atrás. Esto sería una simple huida hacia adelante. Necesitamos una normalidad más justa y responsable, más crítica y más libre de manipulaciones. Más igualitaria; sólo de esta manera todo el sufrimiento no habrá sido en vano.