Cuando el camino al cole se convierte en un peligro
Un hombre entra en su coche y arranca. Al poco tiempo, sorprendido, se da cuenta de que hay un niño en el asiento trasero. Le pregunta dónde vive para llevarle a casa, y se ponen a hablar. De repente le llega un mensaje al móvil. ¿Te importa si contesto? Haz lo que quieras, responde el niño. Yo no estoy aquí... El hombre, perplejo, levanta la vista de su teléfono justo a tiempo de ver delante de su coche una pelota y al niño, que llega corriendo para recogerla. Cara de terror, sonido de frenos y cristales, fundido a negro.
Cuando el vídeo termina, los adolescentes del instituto Jonathan Graham, en Kingston (Jamaica), están pálidos y callados. Su profesora, Tracy-Ann Hall, pregunta en voz alta: ¿Qué hemos aprendido de este vídeo? Poco a poco, se levantan manos y se inicia un debate acerca de la importancia de la seguridad vial. Algo que les afecta de cerca, ya que su instituto y otros tres centros educativos se encuentran en una amplia y ancha carretera en la que no hay pasos de cebra.
Estas clases son una de las actividades que se llevan a cabo en el país caribeño para prevenir los accidentes de tráfico, que se encuentran en el puesto 13 entre las 20 primeras causas de mortalidad. La mayoría de niños van andando solos al colegio por aceras estrechas o por cunetas sin asfaltar. Los coches pasan muy cerca de ellos, algo especialmente preocupante en un país en el que la velocidad es, junto con la falta de sistemas de retención infantil, la principal causa de que los niños mueran o resulten heridos en las carreteras.
La semana pasada, en el distrito de Clarendon, muy cerca de Kingston, pudimos acompañar a una niña en su camino diario desde su casa a la escuela de educación primaria Hazard. Durante el breve trayecto, que ella recorre a diario, se le fueron uniendo amigos y compañeros, formando un bullicioso grupo a apenas unos centímetros de los coches. Mis compañeros y yo, que caminamos detrás de ellos, terminamos formando una fila india para evitar que los coches nos pasaran tan cerca.
Cada año, unos 10 millones de niños sufren una lesión o discapacidad como consecuencia de un accidente de tráfico; estas lesiones son la principal causa de mortalidad entre los niños y adolescentes de más de 10 años en todo el mundo. Además, esto incide en el desarrollo de los países: los accidentes de tráfico suponen unas pérdidas económicas equivalentes al 5% del PIB en países de renta y baja y media, precisamente los que concentran el 90% de las muertes por accidentes de tráfico.
Algo que podría evitarse gracias a medidas de prevención, algunas de ellas muy sencillas. Jamaica ya ha iniciado el camino para reducir los accidentes de tráfico e incrementar la seguridad vial del país, especialmente en los entornos escolares. Gracias a los fondos de Abertis, UNICEF y la Jamaica National Foundation están estableciendo pasos de cebra y señales junto a las escuelas, así como clubes de estudiantes para promover la seguridad vial. El proyecto se centra en 15 escuelas durante tres años, para beneficiar a 12.500 estudiantes.
En la escuela Hazard, donde finalmente llegamos todos sin ningún incidente, ya cuentan con un nuevo paso de cebra y un colorido mural que no pasa inadvertido. Así, cada mañana, los alumnos de este centro recuerdan que es fundamental usar el paso de cebra para prevenir accidentes.
"Una alumna de sexto grado me contó que utiliza el paso de cebra no solo porque es colorido, sino porque ahora se siente segura", cuenta la especialista de educación de UNICEF Jamaica, Rebecca Tortello. "Ningún niño debería morir yendo o volviendo de la escuela".
En el Día Mundial en Recuerdo de las Víctimas de Accidentes de Tráfico, pienso en los 120 niños que han muerto en las carreteras jamaicanas en los últimos cinco años. Unas cifras que, esperamos, se reducirán gracias a proyectos como este. Abertis y UNICEF lo tienen en marcha en Jamaica y Filipinas, pero se está planteando la posibilidad de ampliarlo a otros países de América Latina.
Para prevenir los accidentes son fundamentales también el fortalecimiento institucional, las campañas de sensibilización y los cambios de hábitos. Porque, como recuerdan los estudiantes del instituto Jonathan Graham, "en un solo minuto puedes cambiar la vida de alguien. Nunca estás solo en la carretera".